Capítulo treinta y tres. "Un lobo solitario."

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POV EROS

– Su pedido, señor. – el joven de recepción se acerca a mi con una sonrisa burlona y deja un pedazo de pastel de lo que parecía ser fresa y un café helado de capuchino.

– Disculpa, te he pedido un té verde y un pastel de chocolate. – trato de sonar amable.

– Ya lo se, pero se ha acabado...

–¿Por qué no me lo has dicho cuando tomabas mi orden?

– Porque en ese momento aún teníamos. – el chico esboza una sonrisa y se limpia la barbilla con el dorso de la mano izquierda, al menos ya se donde ha terminado todo el pastel de chocolate.

– Da lo mismo, déjalo. – respondo con frialdad y el se aleja con rapidez. Se que mi tono de voz debe mejorar, pero mi humor no es el más positivo desde que salí de la playa costa del pacifico. Y a pesar de eso, era consiente de que debía de controlar mis impulsos y comentarios, necesitaba que volviera mi autocontrol lo más pronto posible.

Justo a tiempo mi pantalla se enciende mostrando la imagen de mi hermano mayor, así que contesto con rapidez.

–¿Ya has aterrizado? – cuestiona sereno. Esa era una de las cosas que más me provocaban irritación de su parte, puesto que mantener una voz neutra no me daba muchas señales de como se sentía o si algo malo estaba sucediendo.

– Hace un par de horas, tal vez. Aún no busco donde quedarme, he pasado a una cafetería para cargar el teléfono.presto atención a las pequeñas gotas de frío que resbalan por el vaso de cristal y recuerdo las veces que íbamos en el coche a los viajes familiares en verano, cuando solía llover hasta por quince días y Zev y yo jugábamos a ver que gota llegaba primero al final de la ventana.

–La cadena de hoteles de aquí me ha permitido hacer una reservación a tu nombre por cuatro días y tres noches en un hotel bastante cerca del aeropuerto, ahora te mando los datos. – seguía con esa voz neutra.

–Perfecto, si necesito más tiempo solo deberé extender el pago y volveré cuando sea necesario. – una sonrisa se pinta en mis labios, tal vez aún tenga esperanzas de encontrarla en una ciudad tan grande.

–No, solo pasaras cuatro días y tres noches allá. No puedo permitirte que inviertas todo tu tiempo en buscarla, necesitas volver a la universidad estas a punto de graduarte. A demás, es como perseguir a un fantasma. – su voz se torna dura, Zev tratando de controlar mi vida es lo último que necesito ahora.

–No me interesa, aún hay otras maneras de poder entrar una semana más tarde a la Universidad, necesito encontrarla Zev.

–¿Por qué? Apenas y la conoces, y ella de ninguna manera te conoce a ti. Le has mentido y ahora la has perdido o ¿Qué le dirás cuando la encuentres?

A veces me era complicado entender el carácter de un ser como mi hermano, siempre tan frívolo y calculador. Velando solo por sus intereses y buscando la manera de conseguir todos sus objetivos, jamás se habría abierto a una oportunidad de conocer a una chica para amarla, pues creía que ser un lobo solitario estaría bien, de esa manera no dañas a las personas que quieres cuando cometes equivocaciones y lo más importante. Nadie puede traicionarte porque no tienen ese poder.

–Aún necesito pensarlo. – respondo sin estar a la defensiva.

–Como sea, te apoye diciendo que vayas detrás de ella, te lleve tu mochila y te conseguí alojamiento cuatro días antes de que tengas que volver a playa del pacifico. Es justo que me hagas caso ahora.

–¿Por qué debería de hacerte caso?

– Los Price no han llegado a tiempo para cerrar el trato, otros compradores interesados han decidido adquirirlo por una suma más prudente y me he enterado de que tienen planes de ampliar este edificio con el hotel de al lado. No se que tantas modificaciones pueda llegar a tener...tal vez sea la última vez que podamos verlo así.

Suspiro con pesadez y paso mis dedos sobre mis parpados. Al final del día todo salió mal y perdí a Anelisse y los recuerdos de mis padres serían demolidos en un par de meses.

–En cuatro días volveré. – sin más que agregar, cuelgo.

Transcurren un par de minutos, en los cuales no dejo de pensar en todo lo que ha pasado y a la vez no puedo concentrarme en algo fijo. Así que veo todos los recuerdos pasar frente a mi, me imagino un par de escenarios que pude haber mejorado si tan solo hubiera dicho la verdad. ¿Cuántas veces me abstuve de juntar sus labios con los míos porque creí que primero era necesario acararle las cosas? Pero no lo hice y eso es lo que más me pesa.

Mi celular vuelve a vibrar, es un mensaje de Zev con la dirección del hotel y los recibos digitales que certifican que tengo una reservación. Decido ir a descansar, tal vez así pueda despejar mi cerebro y concentrarme a lo que viaje al centro de México, a buscar a la pelinegra para...para...para darle una explicación y verla, aunque sea una vez más.

Recojo la mochila y saco el dinero para dejar pagados mis viáticos que no consumí. Dejo el dinero al lado del pastel de fresa y salgo del establecimiento listo para buscar un taxi que me lleve al hotel.

Mientras tanto sigo atento en busca de algún rastro característico de Anelisse que me permita reconocerla y percatarme de que esta aquí y estoy a punto de rendirme cuando veo una cabellera negra del largo que lo tenía la chica de ojos azules antes de desvanecerse con el alba.

¿Será posible correr con tanta suerte?

Ella esta abrazada a una chica más alta, la cual le da palmaditas como si dijera "todo va a estar bien". No tengo nada que perder y si mucho que ganar, camino con rapidez y la llamo.

–Anelisse. – pero mi voz sale como un susurro y me obligo a decir su nombre en voz un poco más alta. – Anelisse.

Ambas chicas permanecen encerradas en su espacio personal, ajenas a lo que pueda ocurrir a su alrededor. Hasta que llego a su lado, solo para percatarme que...

EL MAR TATUADO EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora