Capítulo diecinueve "Esta es nuestra canción."

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– Las ventajas de un automóvil rentado, son que si nos intentan rastrear llegaran al dueño que los renta y no a nosotros directamente, lo cual nos da más tiempo de huir. – rompe Eros el silencio para nada incomodo que se había instalado entre ambos desde que subimos al automóvil.

–¿Aún crees que nos van a buscar? – cuestiono con sorpresa, pues siendo sinceros si estoy preocupada. Aún soy joven para tener en todas las paredes de las estaciones de policías un retrato mío en "las más buscadas".

Eros estalla en carcajadas. – No creo Anelisse, la policía tiene mucho más trabajo que preocuparse por unos chicos entrometidos que obviamente eran mayores de edad y se escabulleron en un recinto. A demás, no robamos nada. – se encoje de hombros con simplicidad, siempre atento al camino.

– No pagamos las bebidas que le pedimos al amable cantinero pelirrojo. – hago memoria.

El pelinegro detiene el automóvil en un semáforo y me mira con seriedad, mi labio inferior derecho comienza a temblar de los nervios y habla sin una pizca de broma. – Entonces si nos van a buscar.

Permanezco perpleja durante unos instantes y cuando el semáforo nos indica que debemos avanzar, hablo. – ¿Era sarcasmo?

Eros vuelve a explotar a carcajadas. – No entiendo como has podido vivir todos estos años.

– La mayoría de veces creía que estaba bien ser así, obedecer y atacar las ordenes para evitarme de problemas y no dañar mi estabilidad emocional. – me encogí de hombros y recargue mi cabeza en el vidrio para ver las luces de la ciudad mientras manejamos por la autopista.

–¿Y la minoría de veces?

– Me imaginaba lo contrario, metiéndome en problemas y escabulléndome para no ser atrapada. Sentir esa adrenalina correr por mis venas cuando se que me he metido en problemas. – suspire. – Pero cuando creí que sería una buena idea, yo ya me había hecho de una reputación única y si vivía mi vida como quería iba a decepcionar a las personas que me rodeaban. – en esos momentos ese había sido mi pensamiento y me arrepiento, solo un poco.

– ¿Aún hablas con las personas que creías ibas a decepcionar?

– Solo con algunas.

– Entonces, ahora ya no importaría su opinión. Anelisse, la única que estará contigo de inicio a fin eres tu misma, no vivas por complacer a los demás y ajustarse a lo que piensan acerca de ti sin salirte de tu guion.

– Créeme que lo comprendí hace relativamente poco. – esbozo una sonrisa de media luna. – Pero lo pasado pisado, no puedo enfrascarme en "las cosas que pude haber hecho "e ignorar "las cosas que puedo hacer".

– Esa es la verdadera actitud.

Ambos nos quedamos en silencio durante unos momentos y después Eros encendió la pantalla del automóvil para poner muisca.

–¿Cuál es tu genero favorito? – me pregunta.

– No tengo genero favorito, creo firmemente que todos los géneros son buenos y tiene algo que aportar.

– Entonces ¿esta bien que ponga una canción al azar en el radio?

– Me parece bien, ¿Cuál es tu genero favorito?

– Principalmente el pop o el rock.

Una a una las canciones van transcurriendo en diversas estaciones de radio, algunas las ubico por el éxito mundial que tuvieron, otras no son tan interesantes así que las pasamos rápido. Hasta que una canción me llama la atención por un pedazo de la letra. Eros esta apunto de saltarla cuando lo detengo.

– Escuchemos esa, suena interesante. – sonrío.

El asiente y deja la canción, se acomoda en su asiento y relaja sus músculos al volante, yo comienzo a jugar con la tela delgada de mi vestido y entonces soy consiente de la letra. Y soy consiente de como se ajusta a nuestra situación, "¿Como terminamos hablando en primer lugar?"

–¿Cómo terminamos aquí? – cuestiono por encima de la canción.

– Soy fiel creyente de que el Universo actúa por su propia cuenta y que todas las acciones que realizamos te van llevando a formar tu destino o simplemente te conducen por el porque ya esta escrito, lo único que nos queda es disfrutarlo.

– El destino nos hizo conocernos. – asentí.

– Tal vez si hubieras seguido con tu carácter insoportable el día del avión, no estaríamos huyendo de la policía por cometer un crimen menor. – estalla en carcajadas.

Estamos cerca de llegar al hotel, sin embargo no quiero que este día termine.

– Me gusta viajar del lado de la ventana, en verdad. Y ese día no me apetecía entablar conversación con nadie porque se suponía iría a una junta de negocios y lidiar con ciertos clientes solo hace que mis nervios se pongan de punta. – niego divertida y entonces llegamos al gran y elegante hotel.

Las luces que iluminan el estacionamiento y el pasillo hacia la entrada son tenues y para nada excesivas.

Eros estaciona el automóvil exactamente donde estaba hace un par de horas y luego ambos bajamos, caminamos en silencio hasta la entrada del hotel. La hora de la cena ya había terminado, sin embargo el resto de los servicios se mantiene abierto las veinticuatro horas del día. Así que a pesar de ser pasada media noche los huéspedes aun seguían deambulando en la recepción y bajando hacia la playa, pues el clima a estas horas es bastante refrescante y la arena esta en la temperatura adecuada.

Así que sin pensármelo mucho le susurro a Eros antes de dar la vuelta hacia los asesores. – ¿Quieres caminar conmigo por la playa?

Él vuelve a ajustarse los lentes y después asiente.

Ambos comenzamos a caminar a las escaleras y bajamos con rapidez, después nos dirigimos hacia el gran ventanal que da hacia el club de playa, aún en silencio y a ritmo constante.

Apenas llegamos a la arena, decido quitarme mis "sandalias que van con todo" y las agarro en mi mano derecha para sentir mis pies frescos. La brisa despeina un poco mi cabello y minúsculas partículas del agua salada se estrellan en mi rostro, pero no son molestas.

Los encargados de la limpieza comienzan a recoger los platos y vasos que han dejado tirados por todas partes y arreglan con paciencia los lugares de descanso para el día de mañana. Llegamos al lugar delimitado que indica que se termina la propiedad del hotel y pasamos, ahora estábamos a unos metros del mar abierto, iluminado por la luna llena.

EL MAR TATUADO EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora