En toda mi vida solo había tenido tres momentos cruciales donde tuve que pedir ayuda al más allá para no ser el gato del que todos hablan. Sí, aquel que termina muerto por la curiosidad. Y comenzaba a creer que este era el cuarto momento.Pero me sentía bien, a cada paso que dábamos rumbo a la puerta de servicio mi adrenalina iba en aumento.
–¿Estás lista? – me susurra por lo bajo mi acompañante y yo asiento.
Nos miramos directamente a los ojos por una milésima de segundo y después yo empuje la puerta recargando mi brazo izquierdo, esta cedió rápidamente y nos permitió el fácil acceso.
La puerta daba a un pasillo negro y solo se podía escuchar unas leves ondas de música.
–¿Caminamos por aquí? – cuestiono en un susurro y Eros se pasa delante de mi, busca mi mano en la oscuridad y después entrelaza la suya con la mía.
Comienza a caminar a ciegas, apoyado de su mano derecha en la pared y con la izquierda sujetaba la mía y me iba jalando poco a poco, lo estrictamente necesario para no ser brusco.
A cada paso que damos la música comienza a escucharse cada vez un poco más fuerte, señal de que nos vamos acercando cada vez un poco más.
Después de unos minutos caminando entre la negrura, al fin salimos por otra puerta y puedo juzgar que arriba de nosotros esta un letrero que dice "Prohibido el paso, solo personal autorizado". En el centro del establecimiento están multitudes de personas bailando y cantando ya sin estar en su sano juicio. Del lado izquierdo a a pista de baile estaba la barra de bebidas, los barman se movían rápidamente atendiendo a los clientes desesperados y ebrios hasta el tope. Tomando del estante decorado con luces neón azules, las bebidas alcohólicas en su variedad.
–Ven, el karaoke esta por acá. – Eros capta mi atención moviendo un poco nuestras manos entrelazadas y cuando ve que ya la tiene, comienza a caminar al lado contrario de la barra de bebidas.
– Es un buen lugar.– exclamo por encima de la ensordecedora música y el asiente repetidas veces.
Al final, llegamos a un cuarto alejado de la pista de baile y entramos. Buscamos una mesa no tan cerca del escenario y nos sentamos frente a frente.
Un chico de nuestra edad, aproximadamente, rubio de ojos oscuros, tez blanca con unos vaqueros oscuros, una playera formal de manga larga y unos zapatos negros, se encontraba cantando la canción más famosa del grupo Oasis.
–¿Desean ordenar algo especial esta noche? – se acerca el mesero.
– Dos especialidades de la casa, por favor. – sonríe Eros cortésmente.
Y antes de que el mesero se de media vuelta, me decido a hablar. – Disculpe, ¿Cuál es el procedimiento para que mi amigo pueda inscribirse para cantar?
– Anelisse. – me reprime en un tono molesto. El cual, no me importo.
– No es necesario tomar un turno, cuando vea que la canción esta a punto de acabar solo se acerca al escenario y pide el micrófono, después les da el nombre de su canción y puede cantar hasta que alguien más lo baje. – el mesero era bastante amable.
– Gracias.– le sonrió al pelirrojo y el se va por nuestro pedido. Miro ahora a Eros, el cual permanece con su semblante serio y el mentón apoyado sobre la mano derecha. – No me mires así, habías dicho que cantarías algo para mi esta noche.
– Esta bien, seré sincero. Lo dije porque pensé que todos estarían más ebrios que en su juicio y podría no importarme su opinión. Pero míralos, están en su sano juicio, jamás podría cantar delante de esta gente. – Eros abandona su semblante serio y se limita a romper el contacto visual.
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EL MAR TATUADO EN TU PIEL
Teen FictionAnelisse Strong es una chica enfadada debido a que la azafata le cambio el boleto de avión con destino a Medellín, Colombia y ahora, no hay vuelta atrás. Eros Ivanov se encuentra viajando por el aniversario luctuoso de sus padres. Piensa que estar...