– ¿Quién es? – cuestiono con inocencia mientras legamos al puesto de hamburguesas y aguardamos pacientes a que nos atiendan.– No estoy muy seguro. – calla de golpe. – Pero si es quien creo que es, no quiero hablar de él.
Asiento comprensivamente y luego es mi turno de ordenar, pido una hamburguesa grande básica y después le añado un poco de papas fritas. Eros es atendido y sigue mis pasos hasta un lugar donde descansar a comer.
– ¿Te meterías al mar conmigo? – me pregunta de pronto y tengo que concentrarme en mi bocado para no morir ahogada por una hamburguesa.
– Creo que sí, estaría bien.
– Muy bien. – voy por algo para tomar, ¿Quieres?
– Estoy bien.
Veo a Eros alejarse por donde habíamos venido y después me recuesto sobre el camastro y pongo mi playlist en aleatorio para relajarme. Al final, había podido encontrar ambas canciones que habían marcado el día de ayer para mi, con solo una frase mi plataforma favorita podría hacer magia.
– ¿Lista? – cuestiona Eros llegando a mi lado.
Me quito los audífonos y vuelvo a levantarme mientras asiento y lo veo quitarse el short y la camisa con agilidad, es entonces cuando me recuerdo a mi misma que el traje de baño blanco dejaba ver más de lo que yo quería mostrar, así que me quedo inmóvil, pensando en una buena excusa para no meterme al mar.
– ¿Te ha pasado algo? – cuestiona con preocupación mientras llega a mi lado.
– Yo....eh...yo...
– Tú... – puntualiza.
Me muerdo el labio inferior derecho y no se si actuar como que nada ha pasado o contarle una de mis grandes inseguridades, aunque no se que tan mal podría resultar eso..
–Nada. – sonrió y me quito el vestido con rapidez, Eros sonríe mostrando sus dientes y soy consiente de que la barba le ha crecido un poco.
Después comenzamos a caminar rumbo a la playa.
–Podemos ir adentrándonos poco a poco, iré a tu lado y si en algún punto sientes que la marea es un tanto más fuerte o solo quieres salirte me aprietas el brazo ¿Esta bien?
Eros asiente después de escuchar mis indicaciones y comenzamos a meternos poco a poco, al principio el contacto con el agua salada es calurosa, sin embargo a medida que mas nos adentramos esta se vuelve fría y refrescante. La arena en mis pies descalzos me hace relajarme un poco a medida que vamos avanzando en contra del oleaje.
– Yo creo que aquí es un buen limite por ahora. – le grito a Eros una vez que el agua me llega a la cintura.
– Se siente bien volver a estar aquí, sentirme en contacto con el agua salda hace que mis músculos se relajen y extrañaba esa sensación.
Pronto, al pelinegro se le hace una buena idea lanzarme agua con su mano izquierda y me toma desprevenida, la primera vez. La segunda ya he anticipado sus movimientos así que yo también respondo echando agua con mi mano derecha y salpicándole la mitad de la cara.
Pero no te alejes, cobarde. –me decía mientras yo retrocedía de él.
– No soy cobarde. – me quedo estática y una vez que se acerca más a mi decido que es momento de sacar mi arma escondida y con ambas manos o salpico de agua en todo su abdomen, cara y cabello. El gruñe por lo bajo mientras se quita los lentes negros y los sacude un poco puesto que se han llenado de pequeñas gotas saldas y eso le bloquea la vista.
– Eres astuta.
El pelinegro se coloca los lentes de nueva cuenta y corre esta vez hacia mi, intento seguir mi rumbo pero el agua es muy densa y no me lo permite. Así que para Eros fue muy fácil llegar a mi alcance. me rodea la cintura con las manos e intenta sacarme del agua mientras mis risas son lo único que mis oídos pueden escuchar. Sin embargo nuestro momento de felicidad se ve interrumpido cuando una ola gigante nos arrastra fuera del mar.
Vuelvo a tragar mucha agua salada y solo me arrastro fuera del mar muriendo de risa. Miro enfrente y Eros esta imitando mi acción poniéndose de pie mientras sacude su cabello azabache húmedo y se coloca los lentes negros. Me levanto y camino hacia él, en ese momento unas chicas pasan detrás de nosotros y comienzo a escuchar sus risas ensordecedoras. Volteo un poco por la mala costumbre que tengo y siento su mirada chocar contra mi espalda desnuda y el traja de baño blanco, entonces recuerdo porque tenía tanto miedo de quitarme el vestido.
– ¿Te ocurre algo? – me cuestiona con preocupación mientras quita de su rostro los pequeños granos de arena que se han quedado impregnados a causa de la ola que nos arrastro de regreso a tierra firme.
Niego. Sin embargo se que se ha percatado de las risas ensordecedoras de las chicas y bajo la mirada. – Tal vez es momento de que vaya a descansar.
Antes de que me de la vuelta para regresar a donde hemos dejado las cosas él me toma por la muñeca y me sonríe. – Soy un amigo en el que puedes confiar.
Suspiro, él había abierto su corazón ayer por la noche acerca de algo más serio que mi situación. Y yo podría abrirle el mío porque me siento en confianza, en paz y a gusto cuando estoy con el.
– Verás, cuándo una persona se cría con padres estrictamente conservadores... comienza a tener la necesidad de experimentar de todo sin su autorización, se vuelve experta en cierto tipos de situaciones y de pronto comienza a perder el miedo de meterse en problemas. Yo, yo siempre fui una "chica buena". – hago un además simulando comillas para que él me entienda. – Entonces conseguí un novio, aquel que piensa tener el mundo a sus pies, sabes como somos los adolescentes a esa edad. Y una vez, hubo una fiesta. Tome más de lo que puedo recordar, así que me perdí. Y al otro día una foto mía estaba circulando por todo internet, las marcas que me habían quedado después de bajar y subir de peso por ciertos periodos estaba siendo viral y las personas solo se burlaban de mi y de la apariencia "subnormal" que estaba proyectando.
Hice una pausa para suspirar profundamente mientras me rascaba la oreja, ademán que hacia cuando me encontraba bastante nerviosa. – Tiempo después me entere que fue él quien publico la foto, solo porque quería terminar nuestra relación. – miro al pelinegro, el cual permanece en silencio y con los ojos puestos en mi, poniéndome atención y escuchando atentamente o que tenía para decir.
– Tal vez esos chicos solo pasaban riendo, pero desarrolle un trauma por todas las veces que camine por los pasillos del instituto y mis compañeros cuchicheaban a mi lado.
Eros agrego. –¿En donde están esas personas que te han dicho ciertos comentarios? – cuestiona con suavidad.
– Honestamente, a mas de la mitad le he perdido la pista.
– Entonces ya no importa donde están, así como tampoco deberían importarte sus comentarios. La única persona que estará contigo hasta el último día serás tu, y no debes fiarte de tu propia sombra, porque hasta cuando el sol desaparece ella se desvanece. No deberías escuchar los comentarios de las demás personas para hacer algo de tu vida y si se molestan y quieren irse, no cambies para retenerlas. Sigue siendo tú y quien tenga el placer de seguir conectando y emparejando ideas contigo lo hará y se quedara, a veces esta bien alejarse de ciertas personas.
– ¿No te apetece ser psicólogo? – su expresión facial se relaja y asiente.
– Alguna vez lo pensé.
– Esta bien. – sonrió de medio lado. – Tal vez es el consejo que más necesite hace un par de años y que nuca seguí. – agache la mirada.
– Nunca es tarde.
– A demás, no se de que hablas. Si yo solo puedo ver el mar en tu piel, las olas del mar tatuadas en tu piel. – Eros toma mi mano derecha y la gira sobre mi propio eje para que de una vuelta completa.
– El chico que antes hemos visto y esquivado, es mi hermano. – dice de repente.
Ah, entonces de ahí viene el parecido.
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EL MAR TATUADO EN TU PIEL
Teen FictionAnelisse Strong es una chica enfadada debido a que la azafata le cambio el boleto de avión con destino a Medellín, Colombia y ahora, no hay vuelta atrás. Eros Ivanov se encuentra viajando por el aniversario luctuoso de sus padres. Piensa que estar...