– Te ves hermosa. – sonríe mostrando los dientes.– Igual que tu Eros. – paso a un lado de el y dejo que la puerta se cierre detrás de mi.
Entonces ambos comenzamos a caminar en silencio hasta los ascensores.
–¿Cómo sigue tu labio? – recuerdo lo que paso anoche y me alarma no haber preguntado antes, en mi defensa aún seguía dormida.
– Esta mejor, recuperándose. Yo me preocuparía un poco más por el pequeño moretón que me ha salido mientras rodaba por todas las escaleras. – antes de que pueda responderle el ascensor se abre y de él se bajan dos señoras, esperamos a que desciendan y nos subimos nosotros.
–¿Puedo ver? – es decir, no era paramédico pero al menos Jenna me había obligado a tomar un curso de paramédicos cuando se vio las quince temporadas de una serie en la preparatoria.
Eros se voltea de perfil y peina su cabello azabache hacia atrás para que pueda examinar a detalle el gran golpe hinchado y morado que tiene en la esquina superior derecha de la frente.
–¿Te duele? – pregunto al tocar y el suelta un gemido.
"Pues claro que le duele babosa."
– No fue mi intención, perdona.
Suelta una risita nerviosa y vuelve a concentrar su mirada en mi. –No te preocupes Anelisse, si sobreviví a que mi pie se fracturara durante un partido de futbol, creo que podre sobrevivir a un pequeño golpe.
–¿Entrenabas futbol? – pregunto curiosa y el asiente, las puertas del elevador se abren y ambos descendemos para darle paso a las personas mojadas que quieren subir a sus habitaciones.
– Entrene cinco años de mi vida, pero sabes...me gustaba, pero no me apasionaba no era lo mío o algo que pudiera dedicarme a toda la vida. Así que lo deje y me metí a Artes. – mueve las manos hacia arriba como si dijese "sorpresa".
– Quisiera tener la habilidad de dejar lo que no me apasiona en el olvido para dedicarme a lo que amo. – me encojo de hombros.
Eros no responde y cuando giramos a la derecha unos hermosos ventanales de cristal se extienden ante mi, camino a pasos lentos mientras analizo todo lo que esta delante de mi, palmeras gigantes y verdes que habitualmente dejan caer cocos en las cabezas de los huéspedes que pasan debajo de ellas. Hay también un camino de arbustos pequeños similares a los que se extendían por el lugar de su cena.
– El secreto para dedicarse a lo que más amas Anelisse, es dejar en el pasado lo que te atormenta para no conseguir lo que quieres. – Eros sonríe y se coloca sus gafas de sol.
Asiento mientras sigo caminando por el piso de cemento con dibujos alternativos de figuras irregulares.
– ¿Quieres ir por una hamburguesa, una rebanada de pizza o unas papas fritas antes de bajar a la playa? No has desayunado y al menos debes comer algo. – Eros se detiene al comienzo de unas escaleras, las cuales descienden a un pasillo lleno de palmeras mas pequeñas y después comienza la arena...más al fondo se ve como las olas rompen en la orilla del mar y vuelvo a sentir la energía de felicidad de cuando tenía cinco años.
– Me parece bien, ¿A donde vamos?
– Sígueme. – Eros desciende por las escaleras y yo lo imito, después dobla a mano izquierda por un pasillo lleno de camas de playa blancas con beige, enmarcadas por plantas verdes.
A cada paso que doy detrás de Eros comienzo a percatarme de que en realidad el hotel es más grande de lo que creí, pues caminando pasamos una alberca gigante destinado a los más pequeños. Después llegamos a otra alberca donde practicaban deportes y al final llegamos a otra alberca "no apta para menores" donde en el centro se encontraba una especie de cocina para prepara bebidas alcohólicas, por un momento pensé que por allí se acabaría el hotel, pero no fue así. Seguimos caminando y nos detuvimos en un pasillo largo donde se encontraban cinco puestos de comida rápida llena de gente que hacia fila para pedir algo.
Eros se detuvo y yo lo imite, sin embargo pude ver que más al fondo otra piscina se colocaba.
– Este hotel es gigante.– le susurro a Eros, el asiente y me conduce por los hombros para formarnos detrás de un grupo de chicos que están bastante pasados de copas.
– Lo han ido ampliando, la primera vez que vine aquí estaba solo una piscina y dos restaurantes. – se encoge de hombros.
– Supongo que era el sueño del dueño, me alegro que poco a poco lo esté logrando. – sonrió.
– Anelisse yo...
– Eh.– el mismo chico del disturbio en el ascensor se acerca a nosotros con una sonrisa de oreja a oreja. Viste unos shorts azules que utiliza como traje de baño y no lleva camisa puesta.
– Hola. – le saluda con un reconfortante apretón de manos Eros.
– Gracias por darme un buen consejo ese día, no tenían porque hacerlo y aún así me hicieron recapacitar un par de cosas.
– Fue un detalle lindo. – nos dice ¿La misma rubia de ayer?, díganme loca pero ahora veo sus ojos un poco más oscuros y el mentón menos definido que ayer. Bueno, tal vez fue la posición y las tenues luces las cuales no me permitieron observarla bien.
Las personas que esperan en la fila comienzan a gritarnos porque no hemos avanzado, así que los cuatro nos dedicamos a caminar hasta llegar al puesto de comida rápida.
– No deben agradecernos, esperemos que hayan podido arreglar sus diferencias. – expreso con cordialidad y una pizca de confusión. Mientras que Eros se hace a un lado para que ambos puedan meterse a la fila -lo que genera un par de disturbios más a nuestras espaldas-.
– ¿Cuándo se van? – pregunta detrás de mí la rubia.
– No lo se. – respondo con sinceridad y me dirijo al hombre que atiende. – Una rebanada de pizza y una orden de papas fritas por favor. – el asiente y me volteo nuevamente para entablar una conversación con la chica. – ¿Ustedes?
– Larga historia, poco tiempo. – se encoge de hombros mientras recibe su orden de una hamburguesa, después el señor que atiende se voltea y me da mi plato. – Eh, pero al menos hoy estaremos aquí ¿les apetece ir a la playa con nosotros?
– Sí, de hecho nosotros íbamos para allá. – colocó un poco de ketchup a mis rebanadas de pizza y después le hago una señal a Eros de que nos vamos a adelantar, el asiente y comienzo a caminar con la chica rubia pisando mis talones.
–¿Son novios? – me pregunta con picardía la chica.
Niego mientras pruebo una papa frita.
– Que lastima, harían bonita pareja.
Vuelvo a negar, es absurdo sentirse atraído por alguien que acabas de conocer hace menos de cuarenta y ocho horas. No puedo negar que Eros es atractivo, y muy divertido. Pero aún no puedo decir que estoy "enamorada" porque no lo conozco realmente.
–¿ El chico y tu son pareja? – se que es obvio, pero como no encontramos un lugar donde sentarnos a esperar a nuestros acompañantes debo rellenar este silencio un tanto incómodo.
– No, en realidad se podría decir que somos amigos sin compromisos. ¿Ves? No hay anillo aquí. – señala el dedo anular mientras sonríe con autosuficiencia y se sienta en una cama cerca de la playa. – ¿No vienes?
Salgo de mi perplejidad al saber que no era su novio precisamente y decidí ignorar todo el tema en lo que ambos chicos vuelven. Sintiendo como si una estúpida espina estuviera clavándose en mi pecho. Desechó mis pensamientos y me siento al lado de ella para poder desayunar.
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EL MAR TATUADO EN TU PIEL
Teen FictionAnelisse Strong es una chica enfadada debido a que la azafata le cambio el boleto de avión con destino a Medellín, Colombia y ahora, no hay vuelta atrás. Eros Ivanov se encuentra viajando por el aniversario luctuoso de sus padres. Piensa que estar...