Capítulo veintiuno "La historia de su vida."

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– Es que, es enserio jamás me había puesto a pensarlo. Es decir...– Eros venía riendo y aún tenia su brazo derecho rodeando mi cuerpo. Mientras que yo me unía a su coro de risas e intentaba tomarme en serio el tema del cual hablábamos, pero honestamente no hacía nada más que fracasar.

– Es algo muy complicado. – le apoye por fin.

Después de ver aquellas luciérnagas flotar e iluminar al mar abierto, sentí como una presión en el pecho de Eros se esfumo. Como si de pronto pudiera estar en paz consigo mismo, tal vez el hecho de expresar lo que sentía por primera vez en voz alta le ayudo a liberarse de ese sentimiento que le carcomía por dentro siempre que pensaba en ello.

Ahora estábamos frente a nuestras habitaciones, medio abrazados y felices de hablar de cualquier anécdota graciosa que en nuestra juventud paso, obviamente las de él eran más divertidas e increíbles así que la mayoría del tiempo yo permanecía en silencio. Negando con la cabeza y muriendo de la risa.

– Debo agradecerte por esta noche, fue algo mágico. – rompo su agarre y me posiciono frente a él.

Sus ojos hacen contacto con los míos a través de sus lentes y no puedo evitar sonreír ante ese hormigueo que me producen la combinación extraña pero bella que poseen sus iris.

– Gracias a ti por darle el toque mágico. – asentí exageradamente. – Tal vez el Universo se encargo de que nos conociéramos en el momento indicado, pero ambos decidimos estar aquí esta noche. Gracias por la velada más increíble de mi vida, Anelisse Strong.

Sonreí mostrando los dientes y l abrace, sentir su colonia inundando en mis fosas nasales me hacia sentir cosquillas, me hacia sentir en casa. Rodeada por sus brazos, sintiendo su corazón palpitar en mi oído izquierdo mientras mis manos están pegadas a su espalda sintiendo el calor que emana de él, en ese momento me siento en casa.

– Gracias. – rompo el abrazo y me meto con rapidez a mi habitación, mientras sonrió por todas las cosas que pasamos esta noche. Por las canciones que nos describieron, por las emociones que sentí al subirme a su lado y cuando me conto un poco más de su historia, por todo lo que fue esta noche con Eros Ivanov.



Despierto a la mañana siguiente con un dolor de espalda intolerante y me doy cuenta de que he dormido en una posición bastante extraña, la cual ha logrado doblar mi espalda y ahora el dolor no piensa abandonarme. Me levanto de un salto y me miro al espejo, ayer debí quedarme dormida justo cuando me despedí de Eros así que no me había quitado el vestido o el maquillaje, seguía igual que ayer... solo que más demacrada.

Busco un atuendo decente para el día de hoy y sin pensarlo dos veces me meto a la ducha, tal vez así se me pase el dolor de la columna.

Una vez vestida, alguien llama a mi puerta. Atino a saber quien es antes de terminar de abrirla.

– Buenos días. – me dice sonriente.

– Buenos días. – imito el gesto.

– Me preguntaba si querías, ir a la playa en un rato más. Podríamos ir a desayunar y después nos vamos directo a la playa, todo el día.

Asiento porque me parece un increíble plan y añado. – Nos veremos en quince minutos.

Eros se despide y se da media vuelta, después cierro la puerta y regreso a escoger un traje de baño. Uno blanco de una sola pieza se me hace una muy buena opción así que me lo pongo debajo del vestido que había elegido para ir a desayunar y agarro de nueva cuenta mis utensilios para bajar a la playa y relajarme.

Cuando salgo de mi habitación Eros ya me esta esperando frente a un ventanal que se encuentro dando a la entrada del hotel. Trae puestos unos shorts de mezclilla y una playera azul cielo sin mangas, unas sandalias y unos lentes negros le cubren sus ojos.

– Hay vistas que valen la pena ver más de una vez. – me susurra una vez que se percata de mi presencia.

– Considero que esta es una de ellas.

Él asiente y después me pregunta. –¿Estas lista?

– Creo que llevo todo lo necesario para relajarme. – sonrió.

Y entonces emprendemos marcha rumbo a uno de los restaurantes donde sirven el desayuno.

–¿Te has preguntado que ha llevado a todas las personas ha estar reunidas aquí el día de hoy? ¿O como son sus vidas?

– Es imposible saberlo, a menos que te acerques y le preguntes a cada uno su historia.

Ambos comenzamos a reír y el niega con suavidad. – Entonces podríamos inventarles un perfil, algo que los halla llevado a estar aquí, yo empiezo.

Se detiene un momento ha analizar nuestro alrededor y después me señala con la cabeza en dirección a un señor mayor que camina con una bolsa de playa hasta el tope de herramientas para hacer castillos de arena y tiene una cara de frustración y cansancio.

– Es padre de dos gemelos pequeños y de dos adolescentes. Su mujer se los ha dejado encargados mientras busca algo de "comer", es un abogado que se dedica a defender a las personas inocentes y a pesar de tener cara de odiar a su familia, en realidad son la cosa más preciada que le ha regalado la vida.

– Oh, eres bueno. – le doy la razón y al final llegamos a la fila para ingresar al restaurante.

– Tu turno.

Busco una adecuada victima y sonrió cuando la encuentro, una niña de once años aproximadamente acaba de salir del restaurante con su familia y lleva en las manos un helado de chocolate que se encuentra derritiéndose. – Ella. – la señalo por lo bajo.

– Es la hija menor de un matrimonio joven, pero es muy madura para su edad. Esta cursando todas las clases avanzadas porque es muy inteligente y no puede esperar a mensajear a sus amigas para contarle que tal va sus vacaciones, es querida por todos y esta puesta para ser... medica, le gusta ayudar a los demás. Será muy admirada por todos cuando crezca.

– Así que ahora predices el futuro también, eh.

Vuelvo a reír. – Soy buena prediciendo lo que pasara.

– Esta bien, no voy a cuestionar tus dotes súper naturales. Sigamos entonces. – sigue admirando a su al rededor y yo trato de ayudarlo.

–¿Qué me dices de él? – señalo con la cabeza aun chico delgado y alto, con unos lentes oscuros cubriéndole la cara y llevaba puesto una playera blanca sin ,mangas y unos shorts rojos.

– De acuerdo, él es un amargado...

Sus palabras quedan se ven interrumpidas cuando el chico se quita los lentes, el parecido con Eros es increíble.

– Es un amargado y no quiero que nos traspase su amargura, lo siento Anelisse pero no desayunaremos aquí hoy. – el pelinegro me toma de la muleca y con suavidad me conduce hacia el otro lado de donde habíamos visto al chico.

EL MAR TATUADO EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora