Entre Cadenas

Capitulo 11

Danae

No sé por qué, pero esa tal Irina me cae mal. Tiene una vibra extraña.

— León, en serio necesito hablar contigo— intento una vez más. Si no me presta atención, tendré que irme sin decirle.

— ¡¿Qué quieres, Danae?!— dijo con fastidio— No ves que estoy con Irina.

— Si, lo puedo notar, sabes, no estoy ciega— solo porque está esa voz de ardilla aquí, no permitiré que me trate así— Y en verdad necesito hablarte, será un momento solamente, después podrás irte con...— me detuve antes de decir algo inapropiado— Ella.

— Está bien, Leo, estaré esperándote en tu oficina— ¡Agh! Su voz me fastidia.

¿Leo? ¿Con que ahora es Leo?.

Después de que la Barbie se fuera, dije lo que mis labios aguantaban.

— Con que Leo, que lindo-— dije sarcástica— Solo falta que te ponga una correa o un moño.

— Danae, deja tus celos— sonrió.

— No soy celos.

— Ujum— se limito a decir con poca credibilidad, me tomó de la cintura y me acercó a él— Somos solo tuyos. ¿Qué querías decirme?— su cálido aliento chocó en mi rostro— Soy todo oídos.

— Pues— Danae, recuerda que tienes que ser sutil— Pues creo que tengo que irme unos días a mi casa.

Su cuerpo se tensó.

— Estás en tu casa— su mirada se oscureció y su barbilla se apretó.

— Hablo de mí verdadera casa, León, ya habíamos hablado sobre esto. No te dejaré, nada más me iré por unos días y...

— ¡Y mientras estaré aquí, solo!— gritó, alejándose de mí— Adelante, lárgate si quieres. De nada me sirve una asquerosa y débil humana. No sé por qué la Diosa luna me dio una compañera tan así. Soy el gran alfa de los alfas, el líder de toda una raza y tengo como pareja a...— me miró con repulsión— Una humana, una humana que no puede defenderse si está en peligro, una de las razas más frágiles que han pisado esta tierra.

— León, yo...

— Lárgate— quise acercarme, pero no me lo permitió— tienes una hora para irte, si no lo haces yo mismo acabaré contigo. Soy el lobo más fuerte de las manadas, podré resistir la muerte de mi compañera.

— León, por favor— intenté que me escuchara— No tienes que ponerte así, yo volveré te lo prometo— no me quería irme del todo, de algún modo ya me había acostumbrado a su cercanía— Tengo que solucionar unos problemas en White cross, pero...

— ¿No me escuchaste?— sus caninos estaban empezando a asomarse junto con sus garras— He dicho ¡Que te largues!— soltó un gruñido bestial, podría juras que con la audición que tienen estos perros, toda la manada lo escuchó. Me tragué mis palabras y me moví lentamente.

Si el quiere que me vaya, me iré. Es su casa a fin de cuentas ¿Lo extrañaré? Un poco, empezaba a tomarle cariño, pero si él no me quiere más aquí, lo acepto; le di mi palabra, le dije que daría lo mejor de mí, que lo intentaría. Un Moore siempre cumple sus promesas o al menos hasta donde podemos, y al parecer, hasta aquí llegué yo.