Capitulo 40

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Danae

El pueblo en donde vivía mi padre estaba algo lejos del mío. En ocasiones lo prefería así, nunca me importó visitarlo y nunca me importó perder contacto con él, no perdería mi tiempo tratando de ganar el cariño de alguien que no estaba interesado en mí, ni siquiera mis propios hermanos me soportaban. Recuerdo que no tomaron muy bien mi nacimiento, soy la última hermana, la menor, la que siempre tenía que ser castigada por sus desastres y la que siempre a sido la oveja negra de la familia, el saco de boxeo de todos. Mi abuelo me repugna, jamás aceptó que su hijo se casara con una loba, aunque en realidad, mi padre lo hizo para llevarle la contraria, y mi madre lo sabía.

— Danae, deja de gruñir. Mis pobres oídos sufren— el reclamo de Abel no se hizo esperar. Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba gruñendo— Hasta kira se a alejado de ti.

Fruncí mis labios, es sorprendente la ignorancia que posee mi amigo— No es por eso que se alejó, ella puede escuchar mis pensamientos y sentir lo que yo siento. Se aleja para no dejarse llevar por mis emoción, es por eso que últimamente a estado apartada de mí.

— ¿Desde cuándo puede hacer eso?— ahora fue el turno de Francis— ¿Es alguna clase de vinculo?.

Yo asentí.

— Cuando nos conocimos nuestras almas sintieron una conexión especial. Kira es algo así como mi familiar, no la invoqué como lo hacen las demás brujas, pero supongo que sin darme cuenta la llamé hasta que encontró el camino hacía mí.

— ¿Me estás diciendo que no solo es una mascota?.

Mi peluda amiga gruñó ofendida, alzando la cabeza con elegancia y pasando al lado de Francis. Nunca le ha gustado el término mascota, según sus palabras es algo ofensivo para ella.

— No le digas así— acaricié su cabeza cuando se acercó. La conversación con los chicos habían disipado mis emociones negativas por lo que era seguro acercarse— No es una mascota, es mucho más que eso.

— Si tu lo dices— Abel dio por terminado el asunto, deteniéndose en el camino de tierra— Ya llegamos a tu antigua casa, Roja. Será mejor que camines al frente de ahora en adelante.

Suspiré dando mis primero pasos a la entrada del pueblo, kira intercambió una mirada rápida conmigo para luego caminar a la par de la otra. Las personas se apartaban temerosas del camino, dándonos vía libre, supongo que no han olvidado el incidente— Y ¿Quién lo haría? No es algo que puedas olvidar con facilidad— la voz de mi casi apagada conciencia decidió hablar después de mucho tiempo, bufé mientras aún caminaba y cuando llegué a la rustica mansión en la que nací y me crié en una etapa de mi vida tuve que obligarme a respirar para calmar las oscuras emociones que comenzaban a asomarse sin disimulo.

Toca la puerta y termina con esto de una vez.

Obedecí al pedido desesperado de Kira, tocando la puerta y esperando a que alguien de la servidumbre abriera. Efectivamente lo hicieron, una chica que nunca había visto en mi vida abrió, lo primero que captó mi atención fue el gran moretón que se veía en su ojo derecho— ¿En que puedo ayudarte?— preguntó con timidez la chica, tuve que morderme la lengua para evitar preguntar que le había pasado.

— Soy Danae Harrison— decir ese apellido fue desagradable— Vine a ver a mi padre.

La chica se movió incomoda en su lugar, dudosa en si dejarme pasar o no— No tengo permitido dejar entrar a nadie, lo siento.

— Déjala entrar, mujer— Iván se posicionó atrás de la chica, tomándola por los hombros. Se notaba a leguas como temblaba bajo el toque del anciano— Ella es mi nieta. Pasa por favor, tu padre está en su oficina— me indicó sin siquiera preguntarle— Supongo que vienes a hablar con él, es más que evidente. Pero lamento decirte que hombres ajenos a la familia deben permanecer afuera de estas puertas, al igual que ese saco de pulgas. Sabes que odio a los animales, son todos una bolsa llena de incontables enfermedades.

Entre CadenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora