Capitulo 29

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Danae

Desde que León me llevó a la cascada las cosas entre nosotros han mejorado mucho. El lobito se ha propuesto en serio, cada vez me sorprende más con sus detalles, incluso creo que su pasatiempo favorito es hacerme sonrojar con sus insinuaciones; aunque no podría quejarme, por dentro disfruto la situación. En cuanto a Irina, las cosas han seguido iguales; actúa incluso más irritante que antes y ahora se acerca más a mis chicos, haciéndome enfurecer.

León a sido el único afectado por los actos de la vocecita de ardilla. Él termina pagando mis disgustos.

— Danae, hablemos por favor.

— No tenemos nada de que hablar, sigue coqueteando con la muñeca plástica esa, lobo mujeriego— dije relajada con la vista fija en mi celular. Siento que hace siglos no lo agarraba, la verdad las redes sociales nunca han sido lo mío.

— ¿Danae, estás celosa?— no podía verlo, pero de seguro tenía una agrandada sonrisa, no respondí— Oh, vamos mi luna, no hay necesidad de estar celosa. Tu has sido la única que estos labios han besado.

— ¿Ja, y que otra mentira tiene guardada, alfa?.

— Te digo la verdad, Danae.

— ¿Sabes qué? Creo que iré al pueblo, tengo un amigo que está de visita y quisiera verlo— le informé, pero aparentemente no le gustó nada la idea.

— Danae, abre esa maldita puerta ¿Con quién estás hablando? ¿Quién es ese amigo?— su voz ya no tenía ni una pizca de gracia, todo lo contrario, se escuchaba más gruesa y profunda— Si piensas que te irás a white cross, estás muy equivocada. Si vas, irás conmigo.

— Sigue creyendo, lobo feroz. No tengo ocho años para que me anden acompañando, soy una adulta y puedo ir y hablar con quién quiera.

Lo estoy sacando de sus casillas, lo sé.

¡Abre la puerta, Danae!— rugió enfurecido, haciéndole presión a la puerta que acababan de arreglar— ¡Ábreme la maldita puerta o la tumbare de nuevo!.

— ¿Eso es una amenaza?— dije retadora — ¿El gran alfa me está amenazando?— un golpe se escuchó del otro lado— Sabes que acaban de reparar esta puerta ¿Cierto?— no hubo respuesta— Y si la vuelves a tumbar, me enojaré mucho.

— Danae, no juegues conmigo. El lobo faldero de Kellan podrá caer en tu manipulación, pero yo no. Abre la puerta.

— Pero que fastidioso eres lobito— abrí ruidosamente la ventana a propósito— hablaremos cuando regrese.

— Si sales, juro que te amarrare a esa cama por días— comenzó a golpear con más insistencia la puerta. Ya veo que no durará mucho si sigue así.

— ¿Nada más me amarraras?.

Caminé hacía la puerta, tomé la perilla entre mis manos y la abrí, encontrándome con León tomando aparentemente un impuso para derribar la puerta. Lo miré detenidamente, creo que no me cansaré de ver su cuerpo tonificado y firmé; no llevaba camisa, así que sus músculos estaban a plena vista. Sin poder evitarlo, mordí mi labio inferior, arrecostandome a la puerta de manera coqueta.

— ¿Qué hace usted exhibiendo de esa manera su cuerpo?— sonreí con arrogancia— Veo que al lobo feroz le gusta que lo desafíen. Tal vez debería irme, de ese modo pondré en practica las actitudes de cazador que tiene usted, alfa— me acorraló contra la puerta, colocando sus brazos a cada lado de mi cabeza.

— No me retes, caperucita— susurró con voz ronca.

— No sé si agradecerle o guindar de los pelos a la voz de ardilla por esto— una de mis manos tomó atrevidamente su mentón— ¿Qué sientes justo ahora? ¿Rabia o excitación?.

Entre CadenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora