Capitulo 35

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Danae

He revisado mi reflejo en el espejo más de una vez, cerciorándome de que no hayan imperfectos. Mi cabello rojizo cayendo entre capaz de rizos hasta mis caderas, mi maquillaje es ligero y una cadena de oro con un pequeño dije en forma de corazón que en la parte de atrás tiene nuestras iniciales escritas— Fue un regalo hermoso por parte del lobo— Un vestido verde cubre mi cuerpo, marcando mi cintura y dejando a la vista parte de mi espalda. Agradecí el momento en el que el celo se disipó y mi juicio nublado volvió; pero con él también corrió el tiempo, acercando más la fecha de la celebración de la luna.

Hoy era el día, y no puedo negar lo nerviosa que estoy. Los días que estuvimos confinados en la casa, nos sirvió para acercarnos más. León fue muy atento y delicado conmigo, claro que, tenía sus momentos de salvajismo; en ocasiones me mantenía presa debajo de su cuerpo, brindándome caricias y jugando con mi cordura solo para que aceptara la marca. Eso nunca le funcionó, era muy consciente de mis actos, aunque no lo pareciera.

— ¿Por que tardas tanto?— dos fuertes manos tomaron posesivamente mi cintura, pegándome a un cuerpo duro y cálido— Luces bellísima.

Sonreí en el espejo— Solo estás exagerando— subí mi mano hasta tocar su mejilla.

— No, no lo hago. Solo digo lo que ven mis ojos.

— Estoy nerviosa— confesé mientras jugaba con el collar— No quiero presentarme ante tu manada, León, no me siento lista.

— Lo estás. He esperado esto toda mi vida, tu eres su reina. Ellos te amaran.

Me giró para conectar nuestras miradas,  pegó nuestros cuerpo aún más si acaso era posible, y con su mano libre levando mi mentón.

— ¿Qué tal si no?.

— Tendrán que hacerlo. Eres mi mujer, la hembra alfa, la futura madre de mi sucesor y la luz de nuestra manada... y la mía. No tienen que importarte los demás, solo nosotros.

Nuestras frentes unidas y sus ojos oscuros conectados con el verdes de los míos me dio la valentía para decirlo en voz alta. Estábamos él y yo solos, era ahora o nunca.

— Te quiero, Lobito. Los quiero a ambos— susurré lo más bajo que pude. Sabía que me habían escuchado, estaba segura de ello. León se alejó unos centímetros de mí, nuestras respiraciones se mezclaban y nuestras narices se rozaban.

— Danae, eres la luz en mis noches oscuras, eres la mujer que he deseado hace siglos y que ahora tengo entre mis manos, eres el regalo que los Dioses me enviaron, y aunque no sientas esto con la misma intensidad que yo, ten la certeza de que no te cambiaría por nadie. Prefiero perder todas mis cosas materiales, mis lujos, mis posesiones, incluso daría mi vida si fuera necesario para protegerte.

— No morirás por mí, eso no lo digas ni en broma.

— Daría mil veces mi vida para salvar la tuya, si fuera el caso. Mi alma no viviría ni descansaría en paz sabiendo que pude haber hecho algo y no lo hice.

— Solo es el vinculo.

Él negó con la cabeza antes de besarme, no había pasión, era tan lento que me permití disfrutarlo, sentir su tacto sobre el mío, grabar la forma de sus labios, su sabor, su olor, la manera en que me demostraba cuanto me quería a través del beso.

— Esto— colocó mi mano en su pecho, junto en el lado de su corazón— Es mucho más que un vinculo. Eso solo fue el inicio, la necesidad de estar cerca de ti, como la tuya de estar junto a mí, la manera en la que me ves, la preocupación que sientes al no ver mi cuerpo junto al tuyo o las noches en las que te abrazo tan fuerte que me pellizcas para que te deje respirar porque según tú, te estoy asfixiando. Eso va mucho más allá de un vínculo.

Entre CadenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora