Capitulo 36

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León

— ¡Leo, que celebración tan magnífica!.

— Irina— dije sonriente— Pensé que no vendrías. No te he visto en semanas.

— Oh, no quería arruinar las cosas con Danae. No quiero más discusiones entre nosotras...— alzó la mirada, pensativa— Quiero llevarme bien con la que cuidará  de ti. ¿Cómo está su relación ahora?.

— ¿Mi relación?— ella asintió interesada— Hemos mejorado mucho, logramos aprender a comprendernos.

— Me alegra escuchar eso. Debe ser difícil tener a una humana como pareja; si fuera tú, no le quitaría los ojos de encima— clavé mis ojos en los de ella con mi ceño fruncido— ¿A qué te refieres?.

Alargó su sonrisa— Tranquilo, solo digo que, siendo una humana, deberías estar más al pendiente de ella. Aunque lastime mi ego, Danae es una mujer hermosa; no dudo que tenga a varios humanos detrás suyo.

No lo había pensado.

Decidí no darle importancia a eso.

— Pues deberías— finalizó, mirando a mi alrededor— ¿Dónde está ella, por cierto?.

— Se sentía mal, me dijo que se iría a descansar.

— ¿Estás seguro de que fue a casa?.

Kellan gruñía adentro de mí. Nunca se nos había pasado esa clase de preguntas por la cabeza. ¿Será posible?.

— ¿Qué insinúas?— pregunté con brusquedad.

— No insinuó nada, pero por lo que sé, Danae aún no está marcada. No sentirías la infidelidad si ese fuera el caso. ¿Estás seguro de que se fue a casa?.

— No, y no creo que ese sea el caso con ella— dije completamente convencido. Tenemos nuestros problemas, pero no creo que sea capaz de hacerme algo como eso.

— ¡Ese es tu problema!— suspiró pasando su mano por su cabeza, negando repetidas veces— Mira Leo, los humanos no son seres en los que puedas confiar. Tan solo míralos, ni siquiera están seguros de que hacer con sus vidas; son patéticos y débiles. ¿Confías 100% en Danae? Solo necesito una palabra.

— Si.

No tenía ni que pensarlo. Ambos habíamos prometido darnos una oportunidad y confiar en nosotros. Estás semanas hemos trabajado en nuestra relación, he conocido a la pelirroja y es una persona maravillosa. No tenía dudas en mi decisión.

— Bien— asintió ante mi respuesta, girando hacía una de las mesas— Terminé mi interrogatorio, iré a socializar con los demás.

— No bebas demasiado.

— No lo haré, guapo.

— Alfa Blois, que gusto verlo— saludo el alfa de una de las manadas del sur. Yo asentí al saludo, estrechando mi mano con la suya— Debo decir que a muchos nos tomó por sorpresa el que haya encontrado a su compañera y, déjeme decirle que todos estamos felices por usted.

— Gracias.

— ¿Y dónde está? Las demás hembras preguntan por ella. Ya sabe como son las mujeres.

— Está indispuesta, tuvo que ir a casa— justifique su ausencia—Quise acompañarla, pero no me lo permitió.

El hombre rió— Mujeres, siempre nos dan dolor de cabeza. Son demasiado complicadas, pero no podemos vivir sin ellas.

Iba a validar su comentario cuando unos gritos nos alertaron. Lo primero que hicimos fue mirar a donde provenían, solo para encontrarnos con un grupo de cazadores. Mi cuerpo se tensó y mis dientes se apretaron ¿Qué hacían ellos aquí?. Uno de los hombres vestidos en su totalidad de negro camino hacía el frente con su arma en mano.

Entre CadenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora