Capitulo 8

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Danae

Dentro de la casa se podía sentir una vibra hogareña, en las paredes había varias fotografías y una chimenea en todo el centro de la acogedora sala. Me resultó algo extraño que en todo el recorrido que León me dio no nos topáramos con nadie más, imaginé algo muy diferente en mi cabeza.

Y como no puedo quedarme con nada...

— ¿Vives aquí tú solo? —pregunté sin siquiera darme cuenta, las palabras salieron por si solas.

— No— respondió— No vivo solo, viviré contigo, humana— yo lo miré de arriba abajo, ese apodo ya me estaba hartando. Pensé que lo había dejado atrás hace unas horas.

— Primero: deja de llamarme humana— hice comillas con mis manos al pronunciar ese calificativo clasista— Tu también estás en tu forma humana ahora mismo, así que la diferencia no es mucha, perro. Segundo: no esperas en serio que me trague el cuento de que vives tu solo aquí, es que, por favor, tener una casa tan grande para ti solo, debe ser... Solitario— lo último salió en un susurro casi inaudible, pero sé que él lo escuchó.

El lobo se limitó a sonreír.

— No estoy siempre solo, tengo a mi manada. Mi beta y delta me visitan seguido, y aunque no lo desee completamente, estás tú, ves, no estoy tan solito.

Torcí los ojos.

— ¿Tengo una duda?

— ¿Cuál sería esa duda, señorita? —me tomó de la cintura invadiendo notablemente mi espacio personal. Ok, ya está abusando.

— ¿Qué pasa si decido irme antes del tiempo acordado? —sus manos ejercieron más precio en mi cintura, logrando que mi trasero chocará con la mesa que hasta ahora me doy cuenta que estaba allí. De sus labios nació una sonrisa pícara que dejaba a la vista sus blancos dientes. Dios, que lindos, Si sigue así se los derribare uno por uno, una verdadera lástima.

— Tranquila— su cálido aliento me hizo cosquillas— Para cuando llegue ese momento, estarás muy ocupada gimiendo debajo de mí.

Haré como que no me generó nada ese comentario.

— Sabes, tengo sueño. ¿Puedes mostrarme mi habitación? Si es que tengo una.

— Sígueme.

Subimos al segundo piso y era exactamente igual de ordenado que el primero, en una de las paredes se podía ver un gran cuadro de una mujer contemplando la luna, tenía una postura melancólica, casi como si le pidiera algo al cielo y junto a ella, se encontraba un lobo con la mirada fija en el estanque que había allí bajo sus patas, casi podía ver el reflejo de la luna en sus ojos. Era verdaderamente magnífica, sin duda una obra de arte.

— ¿Te gusta? —Oh mi Diosa, su voz se escucha profunda. Yo asentí embobada, más que gustarme, me encantaba.

— Nunca había visto nada parecido. Es hermoso.

— Yo lo hice— quedé asombrada.

— ¿Tú lo hiciste? —tal vez sea cierto, pero me resulta imposible de creer que un hombre tan tosco como él pueda pintar algo así. —Cada vez me sorprendes más.

— ¿Eso es algo bueno? —preguntó acomodando un mechón rebelde de mi cabello. No estoy segura, pero culpo al vínculo por sentir lo que siento en estos momentos, es algo tan extraño, por instantes quiero golpearlo y en otros solo quiero besarlo, algo que seguramente no es sano para mi salud metal ligeramente dañada.

Estoy perdiendo el juicio.

— Emmm— carraspeé— León, si no te importa quisiera descansar, fue una mañana movida, así que...— en realidad no estaba cansada, pero necesito espacio para ordenar y aclarar mis pensamientos justo ahora, porque al parecer dentro de mi cabeza se formó un zoológico andante.

Entre CadenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora