Capitulo 43

6.3K 470 17
                                        

Danae

Mi vista se tornó borrosa hace tres días y desde entonces he tenido que permanecer en casa de mi abuela metida en una habitación resguardada con un hechizo de protección porque mis poderes perdían frecuentemente el control y podía causar daños, mis manos de la nada votan llamas de manera involuntaria y mis ojos adquirían un tono verde brillante. Ya ha pasado un mes desde que descubrí mi embarazo y los síntomas solo han incrementado, el bebé crece sorprendentemente rápido y cuando percibe a el lobo pareciera que estuviera en un campo de fútbol; mi abuela me contó que el embarazo de una loba dura tres meses y que era muy probable que por los genes de su padre fuera un licántropo al igual que él.

León por otra parte me ha visitado más seguido, lo cual a sido un problema para mí, pero un alivio para mi familia, por eso cada vez que viene el lobo se van a seguir con la investigación y me dejan en casa sola con él, también he notado que está muy apegado a mí y busca cualquier excusa para hacer acto de presencia. Se que no solo viene por su hijo, pero es demasiado orgulloso para admitirlo y confieso que en ocasiones quisiera caerle a golpes para ver si deja esa actitud de una vez por todas.

— ¡Danae!— suspiré aún en la cama, pensando en que tendría que levantarme y caminar hasta la sala.

— ¡¿Dime, Yaya?!— pregunté con la esperanza de que no fuera nada.

— Te busca León.

Volví a suspirar, me senté en la cama y hice un recorrido con mis ojos desde donde estaba hasta la puerta de la habitación, levantándome resignada. Cuando llegué a la sala me encontré con que el lobo estaba cómodamente sentado en una de las sillas del comedor mientras mi abuela preparaba su tan conocido café, apenas puse un pie allí el lobo miró a mi dirección, tratando de disimular la sonrisa que se le formó en sus labios.

— No pensé verte hoy— dije sentándome al frente de él y colocando mis manos en mi vientre al sentir las patadas de mi hijo— Al parecer una pequeña personita ya sintió a su padre.

León se levantó rápidamente, acercándose a mí— ¿Está pateando?— pregunto emocionado, agachándose hasta quedar a la altura de mi vientre. Yo asentí— Hola pequeño, soy tu padre. Tu madre me ha contado que eres muy inquieto, eso no es malo, pero déjala descansar de vez en cuando, guarda esa energía para cuando salgas de allá adentro. Quisiera poder estar cerca de ti todos los días, pero al parecer mami sigue molesta conmigo.

— ¿Yo sigo molesta? ¿En serio?— mis quejas no tardaron en llegar, rompiendo el tierno momento por culpa de sus palabras.

— Sabes a lo que me refiero, Danae.

— Pues tal vez si no hubiéramos terminado como lo hicimos yo estuviera en tu manada, pero me rehusó a estar en donde me creen un traidora— León bufó separándose de mí, alcé la mirada siguiendo sus pasos y en una de esas me percaté de que mi abuela nos había dejado solos— Ni siquiera se por qué te permito estar aquí, puedo informarte como va su desarrollo sin necesidad de vernos.

— Te recuerdo que me atacaste con una flecha— gruñó, apretando su mandíbula y apoyando una de sus manos en la mesa— ¡Querías matarme!.

— ¿Yo quería matarte? ¿Eres idiota? la flecha entró en tu cuerpo, pero estoy segura de que no le di a ningún órgano, solo quería detenerte. Si te hubieras acercado más, seguramente Nikolai te hubiera matado. No podía permitir eso, nos habrías dejado solos— dije con un malestar en el pecho que apareció al imaginarme esa escena.

El lobo por una vez en su vida pareció reaccionar porque no me contradijo en nada, solo se acercó a mí, colocando una de sus grandes manos en mi mejilla.

— No tenías que hacerlo, él no hubiera conseguido asesinarme— nuestros ojos conectaron y yo me desmoroné al encontrar los suyos. Todas las emociones que sentía fueron liberadas con gruesas lágrimas que se deslizaban por mis mejillas sin parar.

— Si lo hubiera hecho, no sabes como son ellos. Decidí intervenir porque no soportaría la idea de perderte, no sabría como lidiar con eso.

Este embarazo está haciendo estragos en mí.

— Ya, respira. Te creo, tranquilízate.

Enterré aún más mi cara en su pecho, empapando su camisa con mis lágrimas.

— ¡Esto es culpa tuya!— grité aún en su pecho, clavando mis uñas en sus brazos con fuerza.

— ¿Mía?.

— Si, tuya. Este embarazo está siendo difícil de llevar, mis emociones están vueltas un caos, no quiero pararme de la cama, tengo hambre todo el tiempo y cada vez que te veo siento... siento— paré ahí antes que de mi boca saliera algo vergonzoso. León tomó delicadamente mi mentón para que lo mirara.

— ¿Qué sientes, Danae?— la preocupación en su voz me obligó a respirar para tranquilizarme. No quería que él se preocupara por cosas mías, sin embargo no me atrevía a decirle— Dime, por favor. Quiero saber cada mínima cosa que te pasa.

Mi mirada se concentró en sus labios y luego en sus ojos y sin reprimir más mis instintos brinqué a sus labios, envolviéndonos en un beso que empezó lento, pero que con el paso de los segundos comenzó a ser agresivo y constante. El lobo me cargó, así que me vi obligada a enredar mis piernas en su cintura, sintiendo la dureza que me esperaba debajo de sus pantalones.

— ¿Tan rápido?— pregunté con burla, ganándome una nalgada que me hizo jadear.

— Esto es tu culpa, cazadora— mi nariz estaba clavada en su cuello, el olor de León era como un afrodisíaco para mí, nublaba mi mente y en lo único que podía pensar era en su cuerpo presionando al mío y la necesidad de sentirlo muy dentro de mí.

— ¡Lobito!— jadeé cuando en un movimiento restregó mi centro con la hebilla de su cinturón— Lobito, por favor ¿No pensaras hacerlo en el comedor de mi abuela?.

Un gruñido fue lo único que recibí.

— Lobito, salgamos de aquí. Mi abuela puede llegar y no quiero que nos vea haciendo algo tan vergonzoso— Una pequeña mordida en mi cuello me hizo temblar.

— Juro que si ya no estuviera mi cachorro en tu vientre, hoy sería el día en que te dejaría embarazada. Prepárate, Danae Blois, porque pienso cobrarme todo el tiempo en que me tuviste en abstinencia.

— Pero, mi abuela...— Su mano tomó agresivamente uno de mis senos, estrujándolo con fuerza.

— Tu abuela ya sintió el olor de una pareja apareándose, no vendrá por ahora, querida pelirroja. Hoy te recordaré a quien perteneces.

Su voz ronca solo mandaba descargas eléctricas a mi vagina haciendo que mi humedad aumentara. Sabía que él podía sentir el olor de mi excitación y sabía lo mucho que se estaba controlando para no tomarme con agresividad allí mismo.

 Sabía que él podía sentir el olor de mi excitación y sabía lo mucho que se estaba controlando para no tomarme con agresividad allí mismo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Entre CadenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora