Capitulo 25

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Danae

— ¡Danae, abre la puerta!— León gritaba desde el otro lado, furioso. Yo se lo advertí, le dije que me soltará y no lo hizo. Se lo tiene merecido.

— No lo haré— dije con tranquilidad.

— Ábreme la puerta ahora, Danae. No estoy jugando contigo— siguió golpeando la puerta con su cuerpo— ¡Te doy cinco minutos!.

El lobo gruñía molesto y daba golpes fuertes, haciendo que las bisagras se doblaran con cada impacto; yo trataba de mantener la puerta de madera en su lagar, sin embargo, no aguantaría mucho más.

— ¡Deja de golpearla, la vas a romper!— grite ya harta de soportarlo— ¿Qué no tiene algo que hacer, señor alfa? ¿Quizás vigilar qué tus perros no se maten entre ellos? O ¿Buscar a la muñeca tuya?.

— ¡Si quieres que no derrumbe la puerta, ábrela!— gruñó, ignorando mis preguntas anteriores.

— ¿Para que quieres que la abra? ¡Lárgate de aquí!.

— ¡Es mi casa y puedo entrar a donde yo deseé!.

— ¡¿Te pregunté?! ¡Se que es tu casa, no soy estúpida!— me separé de la puerta. Si quiere tumbarla y partirla en pedazos, adelante— Haz lo que quieras.

Me senté al pie de la ventana para mirar el cielo, no me importó escuchar el estruendoso sonido que hizo la puerta al caer, mucho menos las pisadas del lobo que me había puesto- en tan solo segundos- de mal humor. Se acercó hasta llegar y sentarse a mi lado, estaba agitado y sudoroso.

— Ni sé te ocurra tocarme— advertí antes de que hiciera alguno de sus movimientos, él solo me mostró sus dientes en una sonrisa— León, hablo en serio, estás sudado. Es asqueroso.

Haciendo caso omiso a mis palabras e intentos de alejarme, me cubrió con sus brazos— ¿Tienes problemas con un poco de sudor, mi luna?— preguntó abrazándome aún más fuerte y inclinándose para olerme— Ahora hueles a mí— dijo complacido.

— ¿Tienes algún fetiche con oler a la gente?— traté de olvidar la sensación húmeda de su sudor sobre mi piel.

— De hecho no, solo me pasa contigo.

Luego de unos minutos, deje de luchar contra mis impulsos y me permití  disfrutar de esta sensación tan cálida. Él lobo nos había movido a ambos a la cama, y ahora mirábamos el cielo estrellado que nos permitía apreciar la ventana, estaba recostada sobre León y él tenía sus manos puestas en mi vientre bajo; podía escuchar sus latidos y su respiración.

Ahora que estoy cerca de él, me pregunto ¿Se sentirá tan bien cómo ahora, si fuéramos una pareja funcional?.

— ¿León, qué pasará luego?— pregunté sin poder evitarlo más, dudas y muchas preguntas sobre el futuro se aglomeran en mi cabeza sin que yo pueda evitarlo— ¿Cada uno volverá a sus vidas?.

Él apoyó su quijada en mi hombro— ¿Por qué la pregunta?.

— Sabes qué es malo contestar con otra pregunta ¿Verdad?— dije entre risas.

Su mano tomó la mía cómo si en realidad fuéramos una pareja, miré nuestras manos unidas y quise soltarme por un momento, pero no lo hice. Lo permitiré por ahora.

Él lobo suspiro, inclinándose un poco más en la cama— La verdad, no lo he pensado, pero te seré franco; odio la idea de estar lejos de tí, creo que, el poco tiempo que hemos estado juntos...— Sentí cómo su pecho se infló— he empezado a sentir cosas, Danae.

— Es solo el vinculo, y lo sabes— era realista, tenía que serlo— Eso que dices sentir es solo porque somos destinados, si no fuera así, en un principio ni me hubieras volteado a ver.

Entre CadenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora