Capitulo 23

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Danae

— Kellan, quiero que me sueltes— volví a decirle— Esto no está bien.

Gruñó en mi oído. Sus uñas subieron por mi vientre, rasguñando y erizando mi piel a su paso— Estás equivocada.

— su voz era áspera, inhumana, era gruesa y autoritaria. Kellan le ganaba a León por mucho— Esto está bien. La Diosa nos emparejó, tarde o temprano pasará.

Un calor recorrió mis mejillas al detectar lo que se ocultaba tan descaradamente en sus palabras.

— Bricia— la llamé en busca de ayuda— ayúdame por favor. Haz que se mueva.

Bricia pronunció unas palabras en un idioma poco conocido, en solo instantes ya me encontraba a metros del lobo, libre con la posibilidad de llenar mis pulmones con aire, mi cuerpo se relajó al  no sentir el calor corporal del lobo sobre mí y por fin pude pensar con claridad. Este me miró con ojos oscurecidos, trató de acercarse con pasos firmes e impetuosos, pero las brujas a nuestro alrededor crearon un pequeño escudo, separándonos del resto. El lobo gruñó con fuerza, golpeando erráticamente sus puños contra la barrera y dando grandes zarpazos; me preocupé, podría llegar a lastimarse si los que mantenían el escudo hacían algo para apartarlo.

— Dámela bruja, ella es mía— gruñó mostrando sus filosos colmillos, el hombre ya se había perdido en el cambio, solo quedaba una criatura aterradora que se asemejaba a un hombre. Más grande, más fuerte, más peludo, sus músculos alargados, sus garras y dientes en todo su esplendor. El lobo tenía el control, su lado racional se había perdido. Quise acercarme, pero una de las ancianas tomó mi brazo.

— No lo hagas, niña— la mujer miraba a Kellan con pena— En el estado en el que está, podría ser peligroso. Justo ahora su mente está turbia, inestable.

— Él me quiere a mí— Le expliqué, dejando de ver a la anciana para verlo a él.

— Por eso mismo muchacha, dentro de esta barrera estás fuera de peligro.

— Debo intentarlo— dije decidida, la anciana me miró por un momento para después dar la orden de disolver la barrera.

Respire profundo y rogué a la Diosa que me protegiera, Kellan ya no hablaba, solo soltaba gruñidos aterradores que me helaban la piel. Aún no se había dado cuenta de que ya no nos dividía ningún escudo.

— Kellan— lo llamé en un susurro sabiendoque podría incluso escucharme a kilómetros— Kellan, necesito que vuelvas a tu forma humana, por favor.

Sus ojos conectaron con los míos antes de que corriera a mi dirección, con una mano en mi cuello, me empotró a un árbol, apretando nuestros cuerpos, dejándolos aún más cerca. Su nariz me olisqueaba con intensidad, su aliento chocaba cálido en mi mejilla y sus duras manos me apresaban; me tense al sentir su lengua lamer mi garganta y detenerse en mi punto de pulso. 

— Lobito, por favor— apenas encontré voz suficiente— Deja que el humano vuelva— él solo gimoteó, sus ojos heridos por mi petición me miraron suplicantes, agrietando mi corazón, en un acto de calmarlo, subí mi mano hasta su peluda mejilla— No me mires así, tienes que hacer que vuelva León. No puedes permanecer así por mucho tiempo, te será difícil el cambio después.

Hizo caso a mis palabras y retrocedió, pude escuchar sus huesos romperse poco a poco, su mandíbula se redujo y su cuerpo se encogió dejando ver a León. Sus rasgos estaban tensos y una fina capa de pelo decoraba sus brazos,piernas y abdominales que lucían más marcados y fuerte.

— ¿Tenías qué causar todo este alboroto?— preguntó inspeccionándome— Nos vamos ya.

Despegué mis ojos de su cuerpo ahora desnudo.

Entre CadenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora