Danae
Esperé que algo cambiara, Esperé sentirme diferente, pero solo desaparecieron los espejos, volviéndome a recordar mi paradero. No me sentía extraña, ni siquiera sentía la necesidad de destruir, lo único que tenía en mente era en como encontrar a Engla; estar sola aquí no es cosa de juego. Cualquier demonio podría invadir tu mente y poseerte.
Caminé por largo rato hasta ver a lo lejos una cosa negra volando en círculos, al acercarme pude ver mejor esas criaturas. Eran aves excesivamente delgadas hasta el punto de poder ver sus huesos, su pico era alargado y puntiagudo y sus alas eran de un color grisáceo, casi tirando a negro; volaban en picada, caían con fuerza para luego elevarse con gran velocidad nuevamente. Engla estaba allí, siendo rodeada por esas cosas, no sé que le pasaba, pero sus manos tapaban con fuerza sus oídos y su cabeza estaba clavando contra el suelo; podía ver el escudo que había hecho, sin embargo, este empezaba a desquebrajarse con cada golpe de esos animales demoníacos y la bruja no parecía darse cuenta.
De mis manos empezaron a brotar llamas que hacían sentir mis palmas calientes. Las flamas ardían con fuerza y agresividad, sin embargo, se distorsionaron y consumieron, la punta de mis dedos se tintaron de negro y me asusté. Nunca me había pasado algo así, levanté mis manos y al darme cuenta uno de los pajarracos volaba con fuerza hacía mí. No duro de tres segundos en el aire cuando de manera casi instantánea el fuego inundó con un candente destello esa zona del inframundo, salieron de mis manos por si solas, y admito que se sintió espléndido ver como esas cosas eran desintegradas por las llamas, reduciéndose a cenizas. Miré a mi amiga aún encerrada en esa barrera, su cuerpo temblaba y parecía ajena a lo que sucedía a su alrededor.
Con aires de valentía y arriesgándome a que me lanzara un maleficio, me acerqué. Solo fue cuestión de tocar el escudo para romperlo, me tiré en el suelo junto a ella, cubriéndola con mi cuerpo para que supiera que no estaba sola.
— Los escucho— susurró con sus parpados apretados, sus manos tenían ligeros temblores y cuando abrió los ojos, estos estaban llenos de agonía y sufrimiento. No sé que era lo que estaba viendo, pero estoy segura que es algo malo— Los escucho con el mismo desprecio en sus voces. ¿Qué hice mal? ¿Por qué no se callan de una vez? Ni muertos dejan de molestarme.
Tuve que sostener sus manos para poder apartarla de sus oídos y que solo se concentrará en mi voz.
— Engla, mírame— la llamé, pero su mirada estaba concentrada en la nada, así que tuve que tomar su mentón— Nada de lo que estás viendo es real, ellos ya no podrán molestarte, no dejes que esas voces te atormente.
— No escuchas lo que dicen, es... es.
— Son tonterías— dije firme, mientras la obligaba a mirarme. Escuché voces a lo lejos, pero, aún así, no aparté la mirada de ella.
— ¡¿Danae, estás por aquí?!.
Esas voces parecían ser las de Julieta y Bricia; pensé un momento si sería bueno contestar, les dije que no se separarán del grupo, podría ser otro truco, sin embargo necesitaba otra opinión.
— ¡Aquí!— grité mientras levantaba a Engla, su piel había palidecido y sus ojos seguían idos; se que me escuchaba, pero aún no estaba en la realidad. Efectivamente— y para suerte de ambas— Eran Julieta y Bricia las que llegaron.
— Por fin las encontramos— exclamó con alivio mi prima— Llevamos mucho tiempo buscándolas.
— Hemos visto cosas espantosas y... ¿Qué le pasa a Engla?.
— No lo sé, creo que está atrapada en algún recuerdo, pero me preocupa. También puede que estar aquí le esté afectando— Julieta quiso acercarse, pero retrocedió al instante. Yo fruncí los labios ¿Qué le pasaba?.
— Danae ¿Te sientes bien? ¿Nada te ha pasado?.
— ¿A qué te refieres? No me ha pasado nada. Ahora ayúdame con ella, creo que es este lugar el que le está afectando. Necesitamos regresar.
Ambas asintieron, pero intentaron estar lo más alejadas de mi como fueran posible, incluso podía sentir la mirada atemorizada de Bricia en algunas ocasiones, pero sería mejor no hacer ningún comentario por ahora.
— ¿Crees que puedas aparecernos en la puerta?— bajé la vista a la bruja que estaba apoyada en mí y le susurré la pregunta. Necesitaba saber si era capaz de usar su magia.
Afortunadamente asintió y nos hizo aparecer en la entrada, salimos y cada una regresó a su respectivo cuerpo.
— ¿Cuánto durará así?.
Pasé una de mis manos por mi cabello, deslizando mis dedos ahora de su color normal por las hebras rojizas de mi pelo. Estaba exhausta.
— No lo sé. Pensé que ella por estar ahí en otras ocasiones soportaría más que el resto, pero esta vez la afectó demasiado— me dirigí hacía Engla que yacía agotada en las piernas de Bricia y la inspeccioné por unos minutos antes de levantarme para esperar al resto de los chicos.
Estaban tardando mucho.
No sé cuantas horas han pasado, pero puedo asegurar que ya llevamos un buen rato esperándolos, me disponía a caminar hacía la puerta para entrar de nuevo y buscarlos, pero antes de que entrara los chicos aparecieron junto a Draven y por sus caras algo muy malo había sucedido. El moreno tenía dibujado en sus labios una línea recta, sus ojos hacían reconocimiento por toda la zona y sus cuervos revoloteaban y chillaban ruidosamente en el aire.
— Las antiguas brujas escaparon.
Sentí mi corazón detenerse por un momento y las palabras se repetían en mi cabeza como un mantra repetitivo que me producía un escalofrío que subía por mis pies hasta llegar a mi nuca, erizándome los pelos.
— No sé como lo hicieron, pero lograron escapar— comentó Draven mientras sus cuervos se dispersaban.
Todo el ambiente se había tornado frío, era semejante a estar dentro de un refrigerador, el viento golpeaba con salvajismo, las nubes impedían el paso del sol y truenos anunciaban la lluvia que se aproximaba y que luego cayó con gruesas gotas de agua que empapaban nuestras ropas y encharcaban el suelo. Susurros llegaron, pasos se escuchaban a pocos metros de nosotros y el día que era claro y colorido cuando aparecimos se había convertido en uno gris y opacó, carente de vida. Todos nos quedamos estáticos, esperando cualquier cosa, Draven permanecía confiado. Si sus cuervos hubieran visto algo, habrían venido de inmediato; de hecho, los dejé de escuchar hace poco.
Quizás es que ya se alejaron.
Las pisadas se sentían más cercanas y una voz nos hizo temblar a las chicas y a mí. No sonaba para nada como alguien que ha estado encerrado más de mil años; la oscuridad en su voz era inquietante, y... lo que nos esperaba, no era nada bueno.
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Entre Cadenas
WerewolfDe pequeña anhelaba... y deseaba poder escapar de este infierno y ser libre, soñaba con mi final feliz. Creía que después de tanto sufrimiento podría por fin descansar y encontrar la paz en los brazos de esa persona que me complementaria, solo que a...