Los encantos de George Weasley (Fanfic +18)

QUINCE

Postre navideño

Olympe le hizo una señal a George para que se detuviera. Él sonrió entre sus piernas y siguió.

Ella se moría por gritar.

—S-si, Molly...—intentó hablar manteniendo la calma. George pasó su lengua por si clítoris. Mierda...—gimió en un susurro tirando del cabello del pelirrojo—. Estoy bien...s-saldré en un momento.

El agarre de George manteniendo su pierna levantada y apoyada sobre su hombro causó que Olympe perdiera el equilibrio ante tanto placer. Cerró los ojos mordiendose su labio inferior conteniendo sus gemidos.

—Está bien cariño, baja cuando termines. Hermione desea verte—habló la mujer desde el otro lado.

La pareja escuchó los pasos de la pelirroja alejarse del pasillo. George aumentó el ritmo de sus dedos entrando en ella mientras jugaba con el clítoris hinchado y erecto.

Olympe apenas podía respirar. Una ola de placer se extendió por cada parte de su cuerpo y sintió como sus piernas temblaban al mismo tiempo que su abdomen se contraía. Inclinó la cabeza hacia atrás arqueando la espalda.

George sacó de su bolsillo trasero de su pantalón su varita y lanzó, en un hechizo silencioso, un muffliato.

Olympe se dió cuenta al instante y se dejó liberar.

—¡Oh dios, George!—soltó un grito desesperado. Estaba ciega del placer.

Él saboreó gustoso todo el jugo de ella mientras que la rubia intentaba recuperar la respiración por ese increíble orgasmo.

No sabía cuanto lo necesitaba hasta ahora.

George se puso de pie con una sonrisa traviesa y la besó en los labios apretando su cintura.

Él estaba duro.

Olympe sintió la erección completamente dura de George. Se estremeció al recordar su enorme longitud entrando en ella de manera brusca y atrevida.

Su cabeza le traía las imágenes de George envolviendo sus manos en su cuello ejerciendo presión mientras la penetraba.

Su estómago sentía mariposas.

—No tienes idea de cuanto te deseo Oly—susurró él en sus labios—. Nadie se compara a ti.

Su corazón latió con fuerza y sintió ganas de golpearlo por ser tan dulce y tan idiota a la vez.

En un movimiento rápido, Olympe atrapó el labio inferior de George. Ella sentía la necesidad de sentirlo de nuevo.

Olympe nunca había estado tan deseosa de sexo.

Le enloquecía pensar en George penetrándola mientras le acariciaba cada parte de su cuerpo y dejando dulces besos que ardían en su piel como llamas fuego.

Era eso. Se prendía fuego por dentro ante su tacto.

—Georgie no tienes idea de cuanto quiero que me folles ahora mismo—susurró ella envolviendo sus manos en los hombros del pelirrojo.

George soltó un suspiro y sonrió.

—Quisiera cumplir tus deseos pero mamá vendrá si no bajamos ahora—dijo con pesar.

La rubia asintió con la cabeza sin poder ocultar la sonrisa risueña que tenía en su rostro.

Abrió la puerta mirando el pasillo desierto de la casa. Salió rápidamente con George detrás de ella abrazando su cintura.