Los encantos de George Weasley (Fanfic +18)

VEINTISÉIS

Vestidos de novia

Olympe cerró los ojos y ahogó un gemido cuando la mano de Adrian rozó su ropa interior. Su falda estaba levantada y él acarició sobre la tela de sus bragas suavemente intentando humedecer el sexo de la rubia.

Él estaba a punto de mover la tela de la ropa interior de ella cuando Olympe reaccionó.

—Espera…por favor detente—suplicó la rubia tomando su mano.

Adrian bufó.

—¿Que pasa?—preguntó acariciando las piernas de Olympe. Ella estaba tensa.

Olympe tragó saliva y juntó sus piernas comenzando a acomodarse la falda. Adrian observaba la actitud desesperada y avergonzada que tomó la rubia.

—No quiero—murmuró ella abotonandose la camisa.

Adrian elevó una ceja y se alejó de la rubia un poco molesto.

¿Era una broma? Hasta hace unos segundos ella estaba dispuesta.

O eso parecía.

Él iba a hacerle olvidar al idiota de Weasley.

—¿Y que hago yo? ¿Me vas a dejar así?—preguntó Adrian un poco brusco señalando a su erección.

La expresión angustiada y apenada de Olympe cambió al instante.

—¿Y se supone que debo hacer algo al respecto?—elevó una ceja.

Adrian suspiró frustrado.

—Me calientas y ahora me dices que no quieres—se quejó—. ¿A qué viniste?

Olympe se puso de pie y tomó su bolso rápidamente.

—¿Estás de broma o que mierda?—cuestionó molesta—. Yo no he venido aquí por sexo, he venido por el pastel y si realmente crees otra cosa estás equivocado.

Adrian comenzó a reír cínico.

—Oh vamos Olympe...—se cruzó de brazos—. Hace unos minutos me correspondiste el beso.

—Hace unos minutos estaba en shock—soltó seca—. Perdóname por decirte esto, pero yo no te debo nada Adrian.

Adrian se percató rápidamente del hecho de que había causado que Olympe se enfadara. Rápidamente relajó su expresión e intentó acercarse.

—Lo siento, tienes razón—empezó a decir.

—Por supuesto que la tengo—contraatacó Olympe.

Adrian contuvo sus ganas de soltar un gruñido irritado. Él quería follarsela pero ella mantenía una postura recta, negativa y sobre todo, un poco molesta.

Ahora debería buscar a otra chica que quisiera quitarle las ganas porque Olympe Delacour se negaba a follar con él.

—Olympe…no quise presionarte—se disculpó mirándola—. De verdad tengo muchas ganas...—se acomodó su pantalón.

Ella asintió con la cabeza y comenzó a caminar hasta la salida de la cafetería.

—Lo siento, no pasará—dijo rápidamente y se marchó.

Cuando Olympe salió casi corriendo de la cafetería no pudo evitar volver a soltar unas lágrimas.

Ella casi folla con Adrian.

¿En que estaba pensando?

En nada. Básicamente en nada.

No podía pensar en nada porque si comenzaba a pensar se ponía mal, se ponía triste y comenzaría a llorar.