SESENTA Y CUATRO

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Inolvidable

George miró con impaciencia y prisa el reloj que llevaba puesto en su muñeca derecha. Suspiró pesadamente al ver la hora. 

19:27 p.m.

–Tranquilo hermano, ella ya no escapará–dijo Fred mirando a su gemelo.

–No es eso–contestó George–. Es que debo hacer algo antes de la boda...

Fred elevó una ceja mirando a su gemelo con curiosidad. George estaba bastante inquieto. 

–¿Que cosa tan importante tienes que hacer unas dos horas antes de tu boda?–preguntó el mayor.

George se puso de pie de la silla del escritorio y comenzó a caminar por la habitación de un lado al otro dando pequeños vistazos al reloj. 

19:29 p.m.

–Si sigues caminando así romperas el suelo y mamá se enfadará–advirtió Fred. 

George bufó. 

Se encontraban en la Madriguera mientras que sus demás hermanos se encargaban de armar la tienda para la boda. Se casarían justo donde los demás lo hicieron. 

Era toda una tradición. 

Olympe había decidido todo en relación a la decoración. Sus colores para la boda serían el blanco y el dorado ya que la rubia repetía una y otra vez que le recordaban a Grecia. 

George coincidía en eso y le encantaba la idea.

Había visto a su prometida elegir los centros de mesa, la vajilla, los globos. Todo. 

Ella deseaba que todo estuviera a la perfección. Así era Olympe. 

Y George, que no pudo resistirse a cumplir sus deseos, le dió todo lo que ella pidió. 

El interior estaría decorado con mesas redondas cubiertas por manteles blancos y vajillas doradas. Los centros de mesa eran de vidrio con flores blancas y doradas con leves brillos también dorados en sus jarrones. 
En la entrada de la tienda, una alfombra roja recibía a los invitados a la par de un arco decorado con flores y globos de los colores elegidos. 

Sólo había una decisión que Olympe le cedió a George para hacerlo feliz.  

Fuegos artificiales. 

Ella sabía que a él le hacía ilusión lanzar fuegos artificiales y decidió concederle el deseo. Había hablado con Fred para que fuera una sorpresa para George. 

En fin, la boda era soñada pero mientras tanto, el pelirrojo continuaba mirando su reloj con desesperación. 

–Sabes me pongo a pensar en que estos bocadillos son bastantes deliciosos, los comí en la boda de Ron y Hermione y son muy adictivos...‐hablaba Fred comiendo gustoso de la bandeja de bocadillos en el cuarto.

George rió y decidió darle un vistazo más al reloj.

19:30 p.m.

Sonrió ampliamente y se acomodó el cuello de la camisa que llevaba puesta. Aún ni siquiera se había vestido para la boda. 

Los encantos de George Weasley (Fanfic +18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora