CUARENTA Y CINCO

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Bocadillos y pastel de manzana

Tres semanas habían pasado al igual que el cumpleaños número veintisés de los gemelos. El festejo había sido bastante tranquilo a comparación de lo que se esperaba.

Una cena familiar en la Madriguera no pudo faltar, y habían compartido una tarde excelente con las personas más cercanas.

George había estado muy feliz.

Olympe le obsequió un desayuno preparado con todo tipo de cosas dulces y saladas que le gustaban al pelirrojo. Le dió una caja de regalo en la que colocó una corbata nueva para el trabajo, un suéter, un reloj un poco costoso, golosinas y, por último, unos pasajes para un viaje a Grecia programado para dos semanas después.

Él no podía creer lo mucho que ella se había esforzado.

Ella, mientras preparaba el obsequio perfecto para su novio, recordaba que él le contó una vez que estaba ahorrando para viajar. Olympe decidió que le gustaría compartir un viaje con George.

Y George estaba totalmente de acuerdo. Moría de ganas por viajar con Olympe.

Por otro lado, ahora la Madriguera ya no era un caos por el cumpleaños de George y Fred, sino que había un acontecimiento mucho más grande, por así decirlo.

Se trataba de la boda de Ron y Hermione.

En un mes, la pareja, con ayuda de Molly, Arthur y todos los demás, habían logrado organizar la boda.

Se encontraban todos los hermanos, excepto Ron, intentando armar la carpa para la boda.

Si, la misma tienda en las que se casaron Fleur y Bill, y Harry y Ginny.

Ya parecía ser una tradición que los hijos Weasley se casaran en esa carpa a unos metros de su casa. No era algo que pudiera desagradar, a todos los fascinaba la idea.

Sobre todo a Olympe, le parecía precioso.

—¿En dónde dejo estos pastelillos?—preguntó la rubia.

Olympe y Molly se encontraban en la cocina terminando de preparar los últimos bocadillos para la boda que se celebraría en unas horas.

—Déjalos en la mesa cariño—contestó la pelirroja dulcemente—. Espero que Hermione esté lista pronto—soltó un suspiro preocupada.

Molly amaba muchísimo a Hermione. La conocía desde hace años y le había tomado mucho cariño a la castaña.

Hermione era tan dulce y agradable. Solía tener su carácter fuerte cuando se molestaba pero casi siempre, era tierna y adorable.

Y muy, muy inteligente.

Una mujer admirable.

—Yo también, estaba bastante nerviosa—comentó Olympe—. Tenía miedo de que el vestido se rompiera.

Molly frunció el ceño confundida mirando a la novia de su hijo.

—¿Y como se supone que se rompería?—preguntó.

Olympe suspiró.

—Sólo está estresada, cree que todo puede salir mal y ella adora que todo esté totalmente organizado—explicó la rubia soltando una risita—. Pero se ve feliz, todos lo notamos.

A Molly se le formó una enorme sonrisa en el rostro.

—Si—dijo nostálgica—. No puedo creer que se vaya a casar con Ron.

Olympe movió su varita para colocar unos bocadillos sobre la bandeja que formaría parte de la mesa de dulces.

—Ellos se quieren mucho—dijo Olympe concentrada en el hechizo.

Los encantos de George Weasley (Fanfic +18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora