|𝐷𝑜𝑠|

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Café derramado

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Un leve golpe en su escritorio obligó a Olympe a levantar la mirada de los formularios que había estado llenando en las últimas horas.

¿Pastelillos?

—Supuse que tendrías hambre ya que no tienes tiempo para cocinar.

La rubia elevó un poco más la cabeza para encontrarse con el dueño de aquella voz. Olympe sonrió al ver a Percy.

—No tienes idea de cuanto te agradezco esto—dijo Olympe tomando la bolsa y abriéndola un poco para aspirar el aroma.

Percy sonrió al ver la expresión de felicidad de la rubia.

Chispas de chocolate...

—¿Y que tal? ¿Cómo va la mudanza?—preguntó el pelirrojo con una sonrisa.

Ya había pasado una semana desde que Olympe entró a trabajar en el Ministerio. Lo cierto era, que la rubia se había ganado su lugar en muy poco tiempo, demostrando estar más que calificada para el puesto al expresar grandes ideas innovadoras y tener proyectos muy importantes en mente.

—Bien, ya casi termino—respondió abriendo más la bolsa y sacando un pastelillo—. Me queda ir a comprar un par de cosas en el Callejón Diagon. Hoy iré.

Percy frunció el ceño confundida.

—¿Hoy? Creí que trabajabas doble turno hoy—expresó sin entender.

Olympe bufó cansada y asintió con la cabeza.

—Si, pero tengo un descanso de una hora antes de comenzar el segundo turno—explicó—. Aprovecharé para ir a comprar las cosas que faltan.

Percy asintió con la cabeza comprendiendo la vida de la chica. No entendía como es que ella sola se las arreglaba para hacer todo.

Sin duda alguna, él la veía como una mujer muy independiente y hermosa.

Recordó en ese instante que Olympe aún no había tenido tiempo de recorrer del todo la ciudad y quizás podría ayudarla.

El pelirrojo vió ahí su oportunidad de ser caballero con ella.

—¿Quieres que te acompañe?—soltó—. Sé que aún no te acostumbras del todo a Londres.

Olympe lo miró un poco confundida.

—Creí que trabajabas en ese horario—dijo pensativa. Percy elevó sus hombros quitándole importancia.

—Podría hacer una excepción por hoy.

Olympe miró dulcemente a Percy y una gran sonrisa se formó en sus labios haciendo que el corazón del pelirrojo diera un brinco.

—Eso es muy amable de tu parte, Percy—el corazón del pelirrojo latió con fuerza—. Pero no hace falta, estaré bien.

La sonrisa de Percy se esfumó.

¿Cómo lograría acercarse a Olympe?

Desde el primer día que la joven rubia francesa le sonrió, él sabía que ella le gustaba. Le parecía una mujer, sin duda alguna, increíble.

Aún así, su cabeza le recordaba que él no tendría ninguna posibilidad. Él no era tan galán como sus hermanos.

Con una expresión un poco decepcionada, Percy aceptó murmurando un suave "de acuerdo".

Los encantos de George Weasley (Fanfic +18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora