Los encantos de George Weasley (Fanfic +18)

CUARENTA Y OCHO

La verdad sale a la luz

—Carajo no...no puedo hacerlo—dijo Olympe horrorizada poniéndose de pie de los asientos en la sala de espera del hospital San Mungo.

Grace y Prissy sostuvieron sus brazos obligándola a sentarse de nuevo.

Olympe parecía a punto de entrar en pánico.

—Si puedes hacerlo—la ánimo Fleur desde el asiento junto a Ginny—. Sólo respira.

Olympe negó con la cabeza.

—No puedo estar embarazada—dijo angustiada con la respiración agitada—. No es momento…George está por…-

—No pienses en George ahora—le interrumpió Ginny mirándola con ojos tranquilizadores—. Mantén la calma, no es bueno que estés así.

Olympe sintió sus ojos humedecerse por tercera vez en lo que llevaba de la última hora.

Mierda...

¡No podía estarle pasando esto ahora!

Era demasiado. Ella tenía planes a futuro, George tenía una responsabilidad con el bebé de Vanessa y también el hecho de que recién estaban logrando superar todos los problemas que había tenido para estar con George.

Sentía pánico.

¿Que haría si estaba embarazada? ¿Hablar con George? No...

¿Cómo le diría que está embarazada? ¡Él se pondrá aún más histérico!

—Señorita Olympe Delacour, pase por favor.

El grupo de chicas miraron a la rubia con cierta angustia y preocupación. La sanadora se encontraba frente a ellas esperando a que la paciente se pusiera de pie.

—¿Podemos pasar a acompañarla?—preguntó Hermione amablemente.

La sanadora las miró un poco apenada.

—Lo siento, sólo dejamos pasar a la paciente y al posible padre del bebé—contestó la mujer.

Olympe les dió una mirada de angustia a las demás para luego ponerse de pie aferrandose a su bolso.

—Por favor, el padre no está aquí—insistió en una súplica Grace.

La sanadora, una mujer un poco mayor y con leves canas sobre su cabello, analizó la expresión de terror y amargura que tenía la preciosa chica rubia de pie. Ella suspiró resignada y asintió con la cabeza.

—De acuerdo, pueden venir—les dió una sonrisa.

Ginny, Hermione, Fleur, Prissy y Grace se pusieron de pie para comparar a Olympe hacia la sala donde sería atendida para saber la respuesta a su horrible duda.

Prissy tomó la mano de su hermana mayor dándole ánimos.

—Todo estará bien Oly—le dijo dulcemente.

Olympe tragó saliva y asintió con la cabeza a la par de que todas entraban a la sala.

La sanadora se volteó a ver a todas.

—Señorita Delacour, puede recostarse en la camilla por favor—le pidió la mujer—. Y levántese un poco la camisa.

Olympe no dijo nada más y se dirigió, con pesadez y su cuerpo temblando por los nervios, hasta la camilla. De inmediato se acostó y se levantó la camisa dejando al aire libre su abdomen.

No podía ni siquiera mirar al grupo de chicas angustiadas al otro lado de la habitación. Directamente inclinó la cabeza el otro lado perdiendo completamente su mirada en la pared.