TREINTA

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Confesión

—No sea irrespetuoso señor Avery, mi proyecto está siendo aprobado porque está sustentado con fundamentos coherentes...—soltó Olympe molesta—. Lo que usted insinúa es una falta de respeto.

Zigor carcajeó.

—Por favor señorita Delacour, admita que se tomó la molestia de pasar una noche con el jefe del departamento—dijo Zigor con burla—. Que poco profesional intentar escalar hasta arriba usando su cuerpo...

Todos los presentes se ahogaron un grito. Esa era una acusación muy grave.

Olympe quería caminar hasta el otro lado del tribunal y golpear a Zigor en el rostro.

De nuevo.

—¿Tiene pruebas de lo que me está acusando?—cuestionó Olympe mirando al tipo.

Avery gruñó.

—Aún no, pero las tendré pronto—sonrió arrogante.

La rubia no se contuvo más.

—¡Entonces cállese la boca y no hable incoherencias! ¡Si piensa que ensuciando mi nombre con falacias va a detener mi proyecto está muy equivocado!—exclamó furiosa.

—¡Es usted una loca!—gritó Zigor—. ¡La típica loca que difunde locuras!

Olympe estaba harta.

Llevaba cuarenta y cinco minutos discutiendo con Zigor Avery porque él convocó a una audiencia para desacreditar su proyecto.

¡No siquiera tenía argumentos!

¿Cómo diablos es que un tipo así trabajaba en el Ministerio?

El joven que estaba escuchando todo desde un asiento al fondo se puso de pie y se enfrentó a Avery.

—¡Cállese señor Avery!

Olympe abrió sus ojos y boca sorprendida.

¿Que diablos?

Tenía que ser una jodida broma.

—¿Disculpe? ¿Y usted quien es?—preguntó Zigor ofendido.

El joven rió sin chiste.

—Antoine Bernard, jefe del departamento de Seguridad Mágica de Francia—contestó seco—. Le pediré por favor que se retire de la sala de conferencias si no tiene algo más importante que decir. La señorita Delacour es una persona íntegra y toda una dama, respétela.

Olympe iba a desmayarse…

Zigor Avery miró a la rubia con horror y molestia. Rápidamente tomó su carpeta y salió hecho una furia de la sala.

Olympe se aclaró la garganta totalmente estresada.

—Lamentamos mucho este inconveniente—se dirigió a la multitud—. Si no hay alguna otra pregunta…me despido de todos y que tengan una buena tarde. Muchas gracias.

Nadie más habló y los caballeros que se habían presentado en la reunión convocada por Avery se marcharon.

No había ni una sola mujer presente, sólo hombres.

Hombres que intentaban hacer caer el honor de Olympe a toda costa. Ella estaba tan furiosa por eso.

La sala de conferencias se fue desocupando quedando casi vacía. La rubia acomodó su carpeta con papeles y bajó del estrado.

—Olympe…

Maldijo en su mente.

Se volteó dandole una sonrisa incómoda al rubio frente a ella.

Los encantos de George Weasley (Fanfic +18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora