Capítulo 54: "Ni un instante"

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(Narra Levi)

—Hoy perdimos a Amelié y a Yuno. —murmuró Fertman.

Miré unos segundos la taza entre mis dedos. Me puse de pie, saqué otra taza del mueble y la llené con agua caliente y té. El Canciller me miraba fijamente, sin decir nada. Cuando terminé de prepararla fui hacia la puerta pero antes de poder abrirla su voz me detuvo.

—Lo lamento mucho, Capitán. Me hubiera gustado que ustedes se hubiesen conocido más, habrían sido un gran equipo con Yuno. —Fertman suspiró ¿por qué habla de ella en pasado? —Pero después de saber los sentimientos de Amelié dudo mucho que ella quiera enamorars... 

Me giré con brusquedad. Dejó la frase en el aire y lo miré con el ceño fruncido.

—Argh, olvídelo. No sé ni que estoy diciendo, mejor me voy a la cama.

Caminó hasta su habitación y cerró la puerta. Apreté la mandíbula. Yo tenía el mismo presentimiento pero... No. Ella sigue siendo la misma. Sigue siendo la misma, sigue siendo... 

Abrí la puerta, una ráfaga de aire frío hizo que se me helara el cuerpo, todo estaba oscuro así que me costó encontrarla. Pero cerca del establo vi a una pequeña figura arrullada, con las piernas cerca del pecho y la cabeza apoyada en las rodillas. Dejé la puerta abierta para poder ver el camino y avancé hasta ella.

—Vete.

Miré largamente el suelo y tras un suspiro me senté.

—¿No encontraste un lugar mas sucio en el que sentarte? —pregunté. Soltó un largo suspiro.

—Vete.

—Tus pantalones son negros, a ti te da igual. Pero los míos son blancos y se ensucian fácilmen-

—¡Mierda, Levi! Lo último que me importa es el color de tus pantalones. —gruñó alzando por fin el rostro. Sus ojos estaban hinchados, rojos y aún húmedos, seguía llorando. Sus labios temblaban y la palidez en su piel mostraba el frío que tenía.

—A ti no te importa pero a mi sí, la próxima ves piensa mejor donde irte a llorar. —solté irritado, ella entreabrió los labios atónita. —Si quieres que te venga a buscar, ten un mínimo de consideración.

—Dices una palabra más, Levi. Y te saco la lengua.

—Argh, ya empezaste con tus insinuaciones obscenas. —respondí con desdén y su expresión de molestia aumentó. 

—¡No te estoy insinuando nada, imbécil! —gruñó.

—¿Ah, no? Que lástima. —Yuno soltó un suspiro tan duro que creí me daría un manotazo en cualquier momento. Esto es lo único que puedo hacer.

—Vete.

—Te traje té.

—¿Eh? —miró incrédula la taza. La estiré hacia ella pero cuando iba tomarla pareció recordar algo y bajó el rostro. —No quiero, déjame sola.

—¿¡Gasté mi maldito té en ti, y me dices que no quieres!? 

—Carajo. ¿Sólo viniste a discutir, Ackerman? 

—No. —contesté apretando más mi agarre en la taza caliente. —Pero discutiendo es la única forma en la que me hablarás hoy.

Alzó las cejas sorprendida, ella también lo sabía. 

—Levi no quie- no puedo hablar contigo ahora. —murmuró apretando sus manos alrededor del pasto. —No con lo que pasó hoy.

—No fue tu culpa, Yuno. Ni su muerte, ni su amor.

𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐚́𝐧 𝐲 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐚𝐧𝐚 [𝑳𝒆𝒗𝒊 𝑨𝒄𝒌𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora