Capítulo 80: "Volver a casa"

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Después de largas horas llegamos a casa. Nos recibieron entre aplausos y decoraciones pues proclamaban la 'libertad' cuando Hange afirmó que habíamos recuperado Shiganshina. Pero nosotros cinco Hange, Levi, Mikasa, Eren y yo, no teníamos nada que celebrar, no habíamos descubierto nada que nos librara. Al contrario, solo descubrimos más jaulas.

Fuimos llevados de inmediato a Muralla Sina donde se llevaron a Sasha y Carl para que los médicos los revisaran, todo ese tiempo Alice y Floch estuvieron sentados en el suelo junto a mi esperando fuera de la sala donde estaban operando a Carl.

—Perdón. —murmuré, ambos me miraron. —Nuestro ejército era fuerte, pero no los entrenamos lo suficiente... Si yo hubiese impuesto más reglas, si hubiese pedido más tiempo... Las cosas podrían haber sido distintas. Perdón.

Los chicos se miraron y suspiraron.

—Eras la que estaba al mando pero no puedes llevarte toda la responsabilidad, Capitana. Nosotros simplemente cumplíamos con el juramento que hicimos de seguirte... Aunque admito que desearía jamás haber entrado al Ejército Gizino.

—¡Floch!

—Es la verdad Alice, la Capitana merece que sea honesto. —me miró y asentí. —Eso es lo que pienso... Aunque el verdadero problema será que solo nosotros dos con Alice te defendamos de toda Giza, Saya. Carl no se puede mover y nuestro clan... te querrá matar, ¿lo sabes, verdad?

Asentí, claro que lo sabía, es mi propia gente. Querrán mi cabeza cuando sepan que 130 de nuestros soldados murieron en la batalla de Shiganshina.

—Pero... de los 300 soldados del Ejército, dejamos 150 en la Muralla María —habló Alice. —Los otros 150 vivieron en el castillos con nosotros y 16 de ellos no pelearon por ser médicos o por estar heridos... En conclusión aún quedamos 166 soldados contando los que están en la Muralla María... Nosotros seguimos teniendo el deber de proteger a la Capitana.

—Alice, de los 300 soldados murieron 130. ¿Tú crees que los 166 restantes protegerán a la Jefa? —suspiró Floch. —Claro que no. Dirán que es su culpa que casi la mitad del Ejército muriera por culpa de la alianza que aceptó con la Legión de Reconocimiento.

—¡No dejaré que maten a la Capitana, Floch!

—¡Claro que no! ¡Yo también la defenderé pero-...

—No. —interrumpí. —Ustedes no se meterán en esto. Seré yo quien me defienda, les agradezco que se preocupen por mí pero esto debo solucionarlo yo... mi gente, mi responsabilidad.

Los chicos intercambiaron miradas preocupadas pero aceptaron.

—Señorita, ya puede entrar. —me habló el médico que salía del cuarto donde operaron a Carl. —El joven está despierto ya que solo aplicamos anestesia en su pierna. La quiere ver.

—Gracias. Chicos hablaremos después, vayan a descansar. —les dije y entré a la habitación.

El pelirrojo estaba acostado en la cama, se sentó un poco, observé su pierna envuelta en yeso, su cara mostraba dolor pero me dio una sonrisa. Mis ojos se cristalizaron de inmediato, corrí a sentarme a su lado y apoyé mi cabeza en su pecho mientras mis sollozos llenaban la habitación, Carl levantó sus brazos con cuidado y una de sus manos reposó en mi espalda y la otra en mi cabello. No quedaba nada, ahora mi gente estará mi contra, mi ejército muerto, a mi chico lejos porque había dejado morir a mi Comandante. No quedaba nada que mantuviera mi cordura.

—Todo estará bien, hermanita. Todo estará bien.

Lloré en su pecho, lloré al menos diez minutos enteros, su camiseta estaba muy mojada por mis lágrimas mientras mis gemidos de dolor no se detenían. Me aferraba a él como si supiera que lo podía perder en cualquier momento, como si ni siquiera estuviera segura que él estaba ahí. Después de un largo rato me separé un poco, sequé mis mejillas y lo miré.

𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐚́𝐧 𝐲 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐚𝐧𝐚 [𝑳𝒆𝒗𝒊 𝑨𝒄𝒌𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora