Capítulo 70: "Las rocas comenzaron a caer"

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(Narra Saya)

La noche que pasamos fue tan placentera que nos quedamos dormidos en cosa de instantes. No sin antes haberle dicho que me quedaría a su lado. Me tomó por sorpresa aquella frase que me soltó, pero que puedo decir... Dentro de este extraño mundo hay pocas cosas tan hermosas como poder refugiarte en alguien más.

Así nos quedamos abrazados, sintiendo el calor del otro y un cosquilleo que me recorría de pies a cabeza.

A la mañana siguiente.

Unos dedos tibios me zamarrearon suavemente el hombro. Abrí los ojos lentamente acostumbrándome a la tenue luz anaranjada de la habitación. Frente a mis ojos estaba Levi, recostado a mi lado mirándome.

—Saya.

—Mmh, shh. —levanté con pereza mi brazo y lo pasé sobre sus hombros para abrazarlo y que me dejara dormir. Sentí como su suspiro golpeó suavemente mi mejilla.

—Mocosa me voy a mi habitación, ya son las cinco. —abrí levemente los ojos para mirarlo. Era verdad, habíamos quedado en que él se fuera temprano para no levantar sospechas. —Te estoy avisando para que no hagas un escándalo y te enfades igual como lo hiciste en Sina.

Fruncí el ceño ante su tono retador, tomé una almohada y se la estampé con pereza en el rostro.

—Cállate Ackerman. No puedo discutir tan temprano.

El resopló divertido y se levantó de la cama, se puso su pijama y me miró unos segundos para luego ir hacia la puerta.

—¿Y mi beso? —pregunté y él se detuvo, girándose con una cara llena de burla.

—¿Disculpa?

—Mi beso de buenos días, te estás yendo sin dármelo. ¿Qué? ¿Crees que puedes follarme en la noche y en la mañana hacer como si nada?

Soltó una risa y volvió a la cama.

—Buenos días, mocosa. —murmuró cerca de mis labios y depositó un suave beso. Se separó y le sonreí.

—Así está mejor.

Meneó la cabeza y salió de mi habitación, sonreí como una idiota pensando en él hasta que volví a dormirme.

¡Tong, Tong!

Mmmmh que sueñooooo.

Gruñí y me senté en la cama escuchando de nuevo la maldita campana de Hange. Me puse de pie y a regañadientes me duché y me vestí. Luego de veinte minutos bajé al comedor donde la mayoría estaba listo para desayunar mientras que Sasha, Connie, Alice y Anton se encargaban de servir los platos.

—Buenos, días. —saludé.

¡Buenos días, Capitana! —contestaron mis soldados mientras que los chicos de la Legión alzaron el rostro y me sonrieron en respuesta.

—Holis, Saya. ¿Cómo dormiste? —preguntó Hange levantando la vista de los apuntes que le mostraba Erwin. Intenté controlar el sonrojo.

—Bien. Todo bien. —contesté sentándome junto a Carl que se acercó a mi oído.

—Jefecita, hoy en la madrugada me levanté al baño. —fruncí el ceño.

—¿Y a mí que carajos me importa tu digestión, Carl?

—Vi al Capitán saliendo de tu cuarto. —murmuró a centímetro de mi oreja y todos los colores se me subieron al rostro. —Par de indecentes.

𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐚́𝐧 𝐲 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐚𝐧𝐚 [𝑳𝒆𝒗𝒊 𝑨𝒄𝒌𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora