Capítulo 5: "La Legión de Reconocimiento"

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Al ver llegar a los desconocidos la Capitana bajó al suelo de un salto, Amelié y Carl se posicionaron detrás de ella. El Canciller Fertman a su derecha. El resto de los soldados se pusieron de pie y miraban atentos a los desconocidos, apoyando sus manos en las espadas sin desenfundarlas aún.

—Mierda, jefa, ¿quiénes son ellos? —le preguntó Amelié, asustada. La pelirroja temía más a aquellos humanos que a los titanes.

Yuno no tenía idea quienes eran esos desconocidos, si bien el símbolo en sus espaldas era distinto al que traían los otros, ellos también venían del Reino de las tres murallas.

-Son enemigos- pensó.

El resto de jinetes llegó a donde estaban sus dos compañeros, y un hombre rubio, alto y bien peinado bajó de su caballo posicionándose al lado del hombre azabache que había asesinado a los dos titanes. Mientras que la chica con capa verde retrocedió hasta donde estaba el resto de sus compañeros sobre los caballos.

Los con capas miraban asombrados al pueblo de Giza, como si hubieran descubierto otra especie. Su reacción era entendible, pues todos los del Reino creían que el Círculo de Giza era una leyenda.

Y lo que los asustaba más aún, era aquella chica de poco más de metro y medio cubierta de sangre humana y de titan que los miraba con desconfianza. Recordándoles la leyenda de que los Revolucionarios eran increíbles guerreros.

Por su parte los ciudadanos de Giza estaban divididos, algunos seguían dentro del túnel, otros lloraban buscando a sus familiares y recogiendo sus restos. Mientras que la última parte, el Ejército y algunos habitantes de más edad, miraban a los desconocidos con miedo o rabia.

El hombre rubio se acercó dando pasos firmes hacia donde estaban el Canciller, la Capitana y los Tenientes Dupont.

—Mucho gusto, mi nombr-  —se estaba presentando mientras levantaba su mano para estrecharla con Fertman.

Pero fue detenido por la espada de Yuno, quien se posicionó delante de su Canciller y levantó el arma dejándola a centímetros del rostro del desconocido. Provocando que todos los chicos a caballos dieran un salto, temiendo por la vida del rubio.

—No te acerques. Tú eres compañero de los que nos acaban de atacar —gruñó la joven, con odio.

Al mismo tiempo, sintió el ruido de otra espada, giró levemente el rostro y vio como el tipo que había asesinado a un titan la apuntaba con su filo. 

Tras este acto, Carl, al ver como Yuno era apuntada desenvainó su espada levantándola en dirección al tipo de cabello liso oscuro, quien lo miró con desdén.

—Hey, hey, ¿qué tal si nos calmamos todos? —se acercó sonriente una chica alta de gafas y cabello marrón atado en una coleta, ella también traía puesta la capa verde. A pesar de sus buenas intenciones no pudo acercarse mucho más, ya que Amelié salió de detrás de Yuno y la apuntó con su espada.

Y así estaba la situación, todos tensos y en silencio, siendo apuntados por espadas. A lo lejos solo podían oír sollozos de la gente. Los chicos sobre los caballos contenían la respiración.

El Canciller Droi Fertman estaba tenso mirando a aquellos desconocidos frente a él, de pronto una ráfaga de viento hizo que la capa de un chico calvo se elevara. El Canciller distinguió de inmediato el símbolo en las capas de los intrusos, sus ojos brillaron con ilusión pues los reconoció de inmediato "las alas de la libertad". 

Él siempre soñó con conocer a miembros de la actual Legión de Reconocimiento, a quien consideraba -indirectamente- aliados, pues sus ancestros también formaron parte de aquella Legión.
El hombre de ojos esmeralda y cabellos claros estaba emocionado, a pesar del caos que lo rodeaba, pues delante de él estaban la alas de la libertad.

—Soldados bajen sus armas, ellos tienen un signo distinto a los que nos acaban de atacar. —habló Fertman dirigiéndose a Yuno, Carl y Amelié. Pero estos no lo hicieron, pues aunque al Canciller le molestara demasiado, los Tenientes Dupont en situaciones extremas solo obedecían a Yuno quien pensaba con la cabeza fría, y ésta no bajó su espada.

—Capitana, ellos no son quienes nos atacaron. —insistió el hombre de ojos verdes, posicionando su mano en el hombro de la chica, esta le dio una leve mirada.

—Todos son enemigos. —respondió la pelinegra con frialdad. —Además, el también me está apuntando. —señaló al tipo de ojos grises. El rubio se volteó hacia el azabache.

—Levi, baja el arma. —ordenó el hombre bien peinado y el aludido obedeció sin más, guardando su espada. 

Yuno no se fiaba de aquel acto. Pero sintió como su superior apretaba levemente su hombro, no obedecer al Canciller sería considerado delito.

—Tenientes guarden sus espadas. —pidió la Capitana, los hermanos acataron su orden, y dieron un paso atrás. No obstante la chica seguía con el arma en alto. —Nombre y rango.

Exigió Yuno hacia el desconocido frente a ella quien la miraba con emoción.

—Erwin Smith, Comandante de la Legión de Reconocimiento. 

La joven abrió los ojos sorprendida, la misma reacción tuvieron los Dupont, y los habitante de la Ciudadela que presentaban atención a la conversación.

"¿Ellos son iguales que nuestros fundadores? ¿Entonces son aliados?" Eran las preguntas que recorrían a los habitantes de Giza.

La Capitana bajó la espada y dio un paso atrás posicionándose al lado de Fertman, a quien le dirigió la palabra con tono tenso.

—Señor, se que está emocionado, pero mire a su alrededor, nuestra gente está confundida. Tome el mando. —el aludido observó a su pueblo, todos lo miraban en busca de respuestas.

Dio un paso al frente quedando a un metro de Erwin. Ambos rubios estaban impresionados.

—Señor Smith, mi nombre es Droi Fertman y soy el Canciller del Círculo de Giza. —se presentó. —¿Cuál es la razón de que ustedes estén aquí? ¿Tienen algún tipo de relación con el ataque que recibimos?

Los miembros de la Legión casi se caen del caballo al escuchar la afirmación de la leyenda de Giza. No podían creer que delante de ellos estaban los descendientes del ejército revolucionario que se rebeló contra el Reino y optaron por vivir sus propias vidas lejos de ellos.

Aunque no entendían porque los acusaban de haberlos atacado.

—Mucho gusto Canciller, es un honor conocerlo. —saludó Erwin también emocionado, levantando su mano para estrecharla con Fertman.

La Capitana rodó los ojos, no podía creer que su superior se vendiera tan fácil.
Giro el rostro al sentir una mirada en ella, era aquel tipo, "Levi" lo habían llamado, la miraba serio pero con curiosidad. Ella solo respondió con una mirada fría.

—Como miembros de la Legión de Reconocimiento andábamos cazando titanes y vimos como ellos comenzaron a correr hacia acá y los seguimos por mera curiosidad, no tenemos relación con este ataque. —respondió Erwin serio.

La Capitana caminó hacia uno de los cadáveres que había atravesado y con ayuda de su espada arrancó el símbolo que había en la parte trasera de la chaqueta. Se acercó hacia Erwin y levantó el trozo de tela que poseía el dibujo de un caballo verde.

—Erwin Smith, ¿reconoces este símbolo? —preguntó con rabia la Capitana.

El hombre miró el emblema y frunció el ceño.

—Si lo reconozco, es de la policía militar. —respondió el Comandante.

Fertman lo miró atónito y Yuno explotó.

𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐚́𝐧 𝐲 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐚𝐧𝐚 [𝑳𝒆𝒗𝒊 𝑨𝒄𝒌𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora