CAPITULO 63

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LOGAN

Mi madre venía todos los días y no había palabras para describir lo agradecido que estaba por tenerla a mi lado nuevamente, el saber que estamos recuperando el tiempo perdido, lo estaba siendo todo para mi pues hacían más llevaderos los malos momentos que pasaba en esta cama de hospital. Sin embargo no era suficiente, pues mi mente no estaba del todo presente. Mentira no era que pensaba mucho en Camille, y eso no cambió en los días que vinieron después. La extrañaba.

Me quedo mirando al techo durante varios minutos después que la puerta se cierra tras mi madre. Ha llegado después del desayuno y se ha quedado hasta tarde, igual que cada día. Me alegra verla, pero una vez más he fingido que todo está bien para no angustiarla, es decir, estoy mejorando físicamente y en parte me agrada ya que pronto abandonaré esta aburrida habitación, pero por otro lado indicaba que debía enfrentarme a lo que sea que me esperaba allá afuera. Una deprimente realidad. Por eso cuando no hay nadie más cerca, tengo la total libertad de sumergirme patéticamente en mi miseria.

Por fin la pesadilla parecía haber terminado o al menos la parte más difícil, sin embargo existía un asunto que no podía sacarme de la cabeza.

Camille.

Jamás me resignaré al hecho de haberla perdido, ni mañana, ni en cien años. Realmente podía decir que es lo más inquietante y doloroso que he experimentado en toda mi existencia y lo merecía.

Dicen que todo lo que queda es seguir adelante y sé que debo hacerlo aunque aún sigo averiguando cómo lo haré. Necesitaré creer nuevos objetivos y de corazón deseo que todo mejore para Camille, la vida le ha traído mucha tristeza y golpes duros que le ha costado superar pero ahí sigue, fuerte y de pie, estoy completamente orgulloso de la mujer que es. Siempre quedaré agradecido por sus enseñanzas y el tiempo que me regaló.

En serio metí la pata con la única persona que no le importaban mis defectos. Hasta claro, que tuve que obligarla a verlos para poder alejarse. No la culpo, soy un problema andante, yo le di las razones para irse y la verdad, me sorprende que hubiera soportado tanto. Jamás podré cambiar, siempre termino arruinándolo con ella. Demonios, en verdad debió amarme tanto como para haber visto algo bueno en mi y querido intentarlo aún viendo los problemas que yo arrastraba. Ese fue su acto de amor y fallé. Tardé en darme cuenta que Camille cargaba con la mayor parte de nuestra relación y mentalmente quedó agotada.

Todos tienen razón, estoy mal. Tengo tan atormentada la cabeza que me saboteo a mi mismo, no merezco ni siquiera la compasión de nadie. Yo he causado esto, solo yo. Me he esforzado tanto en castigarme por todo lo malo que pasó en mi vida que no disfruté lo bueno que tenía porque tontamente estoy aferrado a que no merezco la felicidad. Como si ese sentimiento y yo fuéramos opuestos.

Sé que deberé olvidarla me cueste lo que me cueste. No soy más que un estorbo que no la deja progresar.

Entonces...

¿Por qué si soy capaz de entender todo esto, me es tan difícil dejarla ir?

Un día más llega y el sol pasa por entre las cortinas, apenas si tengo ganas de abrir los ojos. Falta mucho para que pueda lograr caminar por mi cuenta y eso me irrita tanto como me deprime. Nunca me ha gustado estar estático en un solo lugar, y esto estaba poniendo mi paciencia a prueba. Por mis heridas internas y mi pierna, que necesitaba rehabilitación, me aseguran que en un mes y con unas cuantas sesiones estaré como nuevo, o casi, pero a este punto me daba igual. Lo único que quería era salir de aquí.

Malas Decisiones [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora