CAPÍTULO 49

280 18 5
                                    

Inclino mi cabeza hacia atrás en el respaldo del asiento. Llevamos más de una hora en movimiento. Hemos tenido que tomar otro camino al ya conocido para poder evitar toparnos con sorpresas desagradables. Recientemente hablamos con Marco y Rebecca, al principio se alteraron, pero tuvieron los datos necesarios para quedarse tranquilos, no volverían a la cabaña y buscarían donde pasar la noche. Por desgracia no podríamos reunirnos por el momento. Logan posa su mano sobre mi pierna y la presiona para darme apoyo. Le sonrío débilmente.

Hacemos una parada para que Logan pueda lavarse el rostro con una botella de agua que había bajo el asiento, estamos por entrar a la ciudad y podría llamar la atención de esa manera, bajo con él para ayudarle.

—Ahí tienes un poco de tierra —le apunto a un costado del cuello, pero antes de que el pueda limpiarse, tomo la botella y humedezco mi mano para pasarla por el área sucia —. Listo. Quizá debimos tomar algo de ropa, la tuya está hecha un asco —se mira y por la mueca de disgusto que hace, concuerda conmigo —. ¿No tendrás algo en el maletero? Quizá se te haya olvidado bajar alguna de tus maletas, siempre estás preparado para cuando tienes que salir.

—No lo creo. Ya veremos qué hacer, por ahora debemos continuar —hace una seña para que subamos, incluso demasiado insistente a mi parecer. Comienzo a rodear el auto, pero no para llegar a mi asiento.

—Ábrela, así estarás más seguro —lo observo, esperando en la parte trasera a que lo haga. Ahora puedo ver que está algo inquieto, volviendo aún más sospechosa su actitud.

¿Por qué no quiere verificar si hay ropa para que pueda cambiarse?

Entonces recuerdo algo.

—Te digo que no va a...

—Quítate la chaqueta —ordeno.

—¿Qué? —me mira extrañado.

—Ya me oíste —me acerco a él hasta que quedamos a un paso de distancia. Lo miro, retadora. Finalmente, y después de varios segundos, exhala rendido antes de tomar el cierre de la prenda y comenzar a bajarlo.

Debí imaginar desde que se la vi que era raro, ¡no la llevaba cuando me metió al sótano! Por todo lo que estábamos pasando debí ignorarla.

—¡Te dispararon! —miro espantada la mancha de sangre en la tela sobre su hombro, y el hoyo de una bala.

—Cam... —no le hago caso, estoy intentando ver con atención la herida — Cam, mírame a los ojos —me toma del mentón y lo levanta para que lo mire, pero no puedo sostener por mucho tiempo la vista antes de regresar a la herida —. Por favor, mírame —vuelve a intentarlo, esta vez con éxito —. Estoy bien —pronuncia.

Frunzo el entrecejo.

—¡¿Por qué no me lo dijiste?! ¡Podría ser grave, qué diablos te pasa! —lo miro todo lo molesta que podría.

—Precisamente porque reaccionarias de este modo —dice con serenidad, indicándome que no hay razón para desesperarse —. Es soportable, guarda la calma.

—Debemos ir un hospital —digo en definitiva.

—No, no podemos. ¿Cómo lo explicamos? —muerdo mi labio, tiene razón. Comprendo el riesgo de ingresar a alguien con herida de bala y los problemas que provocaría. Podrían detenerlo, y peor aún, enterarse los supuestos oficiales que trabajan para Arturo. Llegarían más fácil a Logan.

—Bien, ¿a dónde vamos entonces? Necesitas que te revisen —no pienso dejar el tema.

—Haremos una parada con John. Él sabrá que hacer.

Conforme, me doy la vuelta, pero aun molesta. Ya en el auto, a medida que vamos entrando en la ciudad, me noto muy tensa. Hace 30 minutos que hemos continuado con el viaje y mis pensamientos no dejan de estar desordenados, por causas obvias.

Malas Decisiones [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora