CAPÍTULO 57

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LOGAN

Saco el auto del camino pavimentado para adentrarme por otro terroso. Hacía años que no venía a este lugar, la dirección solo existía borrosamente en mi memoria pero, por suerte, aún lograba recordarla. La única forma de llegar es conociendo el camino por haber venido antes y yo había estado aquí demasiadas de esas veces.

Sigo por un par de kilómetros en un terreno de construcciones a medio iniciar, había maquinaria y materiales de construcción, el suelo había sido aplanado donde antes hubo árboles y matorrales, aún así, sabía por donde debía ir.

Pronto diviso el área cercada de aquél antiguo almacén en el que estúpidamente comencé a trabajar para Arturo. Aquí mismo se hacía la producción y el empaque de los narcoticos. A esto se había referido Carlos al decirme que el encuentro sería donde todo comenzó, o al menos donde lo había hecho mi carrera criminal. Para él debe tener cierto sentido el querer terminarme donde inicié.

Y viéndolo bien, donde todo lo que hoy tienen también pues fue por mí que este lugar fue dejado atrás. Porque hice tan bien mi trabajo que se terminó el espacio para seguir creciendo aquí. La zona ya no contaba con las condiciones para seguir laborando. Todo comenzó como una prueba para mí, para demostrar que tan comprometido estaba en propulsar el negocio que supuestamente algún día sería mi herencia familiar. Y gracias a mi ayuda logramos expandir la venta ya no solo por las calles. No solo había usado mi cerebro para esto, también invertí mis puños y sangre para ganar terreno con la competencia. Quedé a cargo tras ganarme la confianza de todos, incluido Arturo. Teníamos la ventaja.

Hasta que descubrí que esto no era lo mío. No me satisfacía en lo mínimo y era la presión de mi día a día.

Se perdió mucho cuando salí, aunque lograron mantenerlo. Por eso me tomé como única prioridad el destruir todo el mal que algún día ayudé a multiplicar. Era mi responsabilidad. Aunque después de hoy, no estaba tan seguro de si podría lograrlo.

Abandono el auto, a partir de aquí debo hacer el resto caminando. Varios pasos después, y como es de esperar, antes de acercarme al área alambrada, dos tipos aparecen para mi encuentro. Alzo ambas manos aunque no dejan de apuntarme con sus rifles.

—Cuanto tiempo, Logan —dice uno al reconocerme.

—Oscar, Paul —los miro respectivamente, yo sí los recordaba perfectamente. Además que estuve investigándolos desde entonces, parece que conservaron sus empleos. No los culpo, un trabajo así es de por vida y ellos siempre se mostraron fieles al suyo. Y para Arturo la confianza en sus jugadores es importante, por no decir vital. Debes ganártela y mantenerla porque solo obtienes una respuesta cuando la pierdes.

Ambos me observan con odio, aunque no me preocupa en lo más mínimo. Estoy acostumbrado y honestamente lo esperaba. Alguna vez trabajamos juntos, pero tras mi renuncia, no soy una de las personas a la que quisieran ver con vida. Me alivia el que no me dispararon en cuanto me vieron, aunque pueda ver en sus rostros que desearían hacerlo, al menos sé que Carlos está cumpliendo una parte del trato.

—Estoy desarmado —anuncio. También estoy cumpliendo con la mía.

—Yo verificaré eso. Contra la reja —ordena Paul y así lo hago. Se acerca mientras Oscar aún me apunta y comienza a revisar palpando mi ropa desde atrás, registra también los bolsillos de mi chaqueta. Habiendo encontrado solo mi teléfono que de inmediato guarda en su pantalón, se aleja una vez ha comprobado lo que he dicho y Oscar saca un radio.

Malas Decisiones [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora