CAPÍTULO 19

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Lo primero que veo es a un Logan de pie en el pasillo, y como siempre, la ropa le quedaba como un guante. No entendía como podía ser tan guapo. Si antes había caído en sus encantos, su etapa de adulto ahora me debilitaba mucho más.

Logan media un poco más un metro ochenta, su cuerpo definido y sus suaves facciones masculinas enmarcaban unos lindos ojos azules que dejarían sin respiración a cualquiera, era simplemente encantador. De cabello castaño peinado hacia un lado y su barba de días seguro habían atraído suficientes miradas al venir hasta acá. Más bien, todos los días debían de ser así.

Y solo pensar en la cantidad de chicas que lo miran me hace sentir extraña. Pero esos celos son aplastados de inmediato por una ventaja que yo gocé en su momento. Una vista que todas ellas no pudieran ni imaginar en sus fantasías más alocadas... y en mas de una ocasión.

Bajo la mirada al suelo antes de que note como como babeo.

—Pasa —siento el calor en mi cara una vez que he regresado a mi cuerpo. Debería dejar de fantasear cada vez que lo miro, no es algo saludable.

Cierro la puerta y mientras Logan se adentra en la sala, intento centrarme. Es bastante difícil distraerme con otro pensamiento cuando él está presente. Sin importar la situación, siempre consigue que comience a babear.

Una vez en el espacio, el ojiazul me espera frente al sofá. Me hace una seña para que me siente con él y cuando lo hago, se acomoda muy cerca de mi.

—Me dejaste bastante preocupada con tu llamada —hablo suave —. Cuéntame que sucede —ruego para animarlo a hablar, pues no parecen indicios de que lleve prisa. La espera y su seriedad terminarán con mis nervios.

—Los encontraron hace días en las afueras al lado del camino —dice sin mirarme. Arruga su frente y exhala —. Apenas pudieron identificarlos, me llamaron —me mira y busca algo en mi rostro. Es como si valorara mis expresiones antes de hablar —. Estaban muertos —suelta sin más.

Mis ojos se abren lo máximo que me permiten y la firmeza de sus palabras afirman la veracidad.

—¡Dios, eso es horrible! —es lo único que logro decir ante el impacto.

—La policía dijo que el caso quedó cerrado.

—¿Cómo? —pregunto confundida —. ¿No van a investigar?

—Tenían un largo historial criminal, seguramente hicieron enojar a muchos hasta que se toparon con algo que no pudieron manejar. Y temo que la policía sabe más de lo que dice, por eso no harán nada al respecto —frunce el ceño, molesto.

—No entiendo. Es su deber, ¿por qué no lo harían?

Me mira y su expresión me tensa, deduzco que lo peor está por saberse. Me pone incómoda y no me gusta.

—Por el poder que tiene esa persona —dice fríamente y comprendo.

Tal pareciera que para algunos, el mundo no es tan grande para exceptuarnos de las situaciones. Los cuales las mentes criminales nunca escasean y siempre se habla de esto con miedo. Mercenarios sin escrúpulos que lo único que buscan es crecer fortunas sin importar la clase de "negocios" que deban hacer, incluso en la cara de la ley. Las redes de mafia es lo último de lo que quisieras enterarte y si te atraviesas en su camino, no descansan hasta silenciarte. Jamás creí que algún día me tendría que ver entre esto de nuevo, pero por desgracia es así.

—Por favor, dime que no tiene algo que ver con lo que te hicieron —ruego porque lo niegue pero no contesta y eso me lo confirma —. No puede ser... —tomo mi cabeza. La desesperación aparece y no puedo controlar mi respiración.

Malas Decisiones [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora