CAPÍTULO 12

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Despierto por el golpeteo de la lluvia en la ventana. Observo mi alrededor y me doy cuenta que el espacio se parece mucho a mi habitación pero no con los mismos muebles y cosas. La puerta se abre y Sara aparece con una bandeja de comida, huele delicioso.

—¿Cómo te encuentras? —Coloca la bandeja sobre la mesita de noche y agarra una taza humeante de té para ofrecérmela.

—Mejor —tomo un sorbo y saboreo. Se sienta junto a mí con su taza en manos.

—Lo lamento, no me di cuenta.

—No fue tu culpa, Sara —tomo su mano y la aprieto con firmeza.

—¿Por qué no me contaste que estaba molestándote? —recuerdo con exactitud lo que le dije o lo que intenté decirle entre sollozos.

—Porque... —doy otro sorbo —porque ya no quería enfadarte con esas historias —. Arruga su frente y antes de que replique, continúo —. Creí que todo había acabado —la miro a los ojos.

—No puedo creer todo lo que te ha hecho.

—¿Está bien si dejamos el tema hoy? No tengo ánimos de hablar de él.

—Claro —se inclina sobre la mesita y toma mi celular, me lo extiende —. Llamó Ian. Quería saber cómo estabas. Le dije que aún dormías porque te resfriaste y tuvimos una pequeña pelea sobre si venir a ver cómo estabas.

—¿Y quién ganó?

—¿Tú quién crees? —dice con aire de suficiencia y sonrisa victoriosa, me provoca una risita divertida, pude imaginarme la escena —. Le dije que no se preocupara que yo me haría cargo y que no era grave. Ahora desayuna, tengo que ir a trabajar.

—Está lloviendo —digo girando para ver las gotas impactar contra la ventana.

−—¡Ya lo sé! —hace un puchero y río —. Pero el invernadero tiene una gotera y habrá mucho barro. Es muy bueno para las plantas y también debo ir a buscar —hace una pausa dramática y se acerca para susurrar un simple "gusanos". Después asiente lentamente mientras se aleja con una seriedad que me hace reír —. ¿Sabías cómo se hace la composta? ¿No? ¡Yo sí! ¡Es un gran abono para el jardín! —continúa gritando aún saliendo de la habitación.

Es oficial, mi amiga está loca.

Me ofrezco a llevarla, pero me recuerda que estoy "resfriada" y debo tomar reposo. Río ante la mentira, pero aun así no logro convencerla. Le doy las llaves de mi auto para que no vaya a pie bajo la lluvia y sea ella quien se resfríe de verdad.

Me hará bien estar en casa. Me despido en la puerta y al entrar solo tengo ganas de volver a dormir. Pero no quiero deprimirme más así que desayuno y limpio un poco antes de regresar a mi piso. La ventana de mi cuarto está cerrada por lo que mi preocupación de encontrar mi cama flotando en una inundación, desaparece.

Miringo me recibe acariciándose en mi pierna, ya comenzaba a preguntarme dónde estaría resguardándose de la lluvia, al parecer nunca salió de mi habitación el pobre. Es tan sigiloso que ni notamos cuando está o cuando se va. Rasco detrás de su oreja y checo que su plato de comida esté lleno, y para mi sorpresa así es. Sara debió llenarlo. Gato suertudo, tiene dos tazones de comida, dos camas calientitas y dos dueñas que lo quieren muchísimo.

Recuerdo cuando se lo regalé a Sara hace dos años al mudarse aquí pues no quería que se sintiera sola. La gata de mi vecina había tenido una camada y buscaba hogares para ellos así que de inmediato supe cómo ayudar. Estaba tan minúsculo que cabía en la palma de mi mano. Mi mamá aún no se había ido a México así que lo necesitaba más que yo.

Tomo una siesta y para cuando despierto, Miringo no está a mi lado. Lo busco con la mirada y lo encuentro sobre las almohadas. La lluvia sigue y miro mi celular creyendo que dormí minutos, pero me asombro al ver que fueron tres horas. Me estiro perezosamente, Miringo igual. Nos levantamos y vamos hasta la cocina. Tengo hambre y me agradezco haber hecho las compras y así no tener que salir con este frío. Lo que me recuerda que vendría muy bien con un delicioso caldo de pollo.

Una vez está listo, decido mandarle un mensaje a mi amiga.

De Camille:
Preparé uno de tus favoritos.

De Sara:
Mhhh... hasta acá lo huelo. Guárdame un poco.

¿Ya te hiciste mayor o dormiste mucho? Eres una vaga. :P

De Camille:
Tonta. :,)

Cuando creo que hemos acabado, me llega otro mensaje de ella.

De Sara:
¡Oye! Las caritas son solo mías, usa tus modernos emojis. D:<

Y así seguimos por más minutos hasta que llega la hora de su salida. Mi amiga me felicitó y tomó una foto para mandársela a mi madre a lo que ella le contestó que había heredado el sazón de la abuela. La comida mexicana era mi favorita y era gracias a mis raíces.

Mi abuela fue una experta en la cocina en su hermoso pueblo y yo aprendí demasiado mirándola haciendo un sin fin de platillos exquisitos. Siempre nos demostraba su amor con sus comidas, y creo que por esa razón conquistó el estómago de mi abuelo. Una de las mejores historias de amor que escuché de su propia boca cuando era niña. Esa típica historia en sus aniversarios en la que yo siempre estaba en primera fila para escucharla.

Un estadounidense que iba de viaje por México, que por casualidades de la vida un día llegó a comer al restaurante de mi familia materna. Se enamoró tanto del lugar y de la comida que se quedó una semana más de lo previsto, desayunando, comiendo y cenando solo para probar los distintos platillos... y ver a su amada, ella aún era muy joven y aún no heredaba el restaurante así que en ese momento solo ayudaba en la cocina. Que por cierto mi abuela confesó, que ella personalmente le preparaba lo que él pedía, pues le había llamado la atención tan apuesto joven con solo cruzar la puerta.

Cuando regresó a Estados Unidos, se mandaron cartas y al año en que mi abuelo regresó, se casaron pues no querían desperdiciar más tiempo. Y así fue, viajaron, conocieron muchos lugares hasta que nació mi madre.

Por amor, mi abuelo abandonó su país y junto con mi abuela, se ocuparon del restaurante por muchos años. Y ya alargando la historia se mencionaban anécdotas del sitio, donde una de esas era cuando mis padres se conocieron.

"Vamos mamá, cuéntamela" le pedía yo de pequeña a lo que mi madre se ponía colorada frente a todos, pero no podía resistirse y comenzaba...

Me dijo que una noche ocurrió un pequeño incendio en el lugar al que acudieron bomberos y policías. Mi madre cuenta que pudieron perderlo todo pues el banco no quería ayudar, pero que a pesar de las circunstancias fue muy afortunada pues cuando llegó en pijama para ver el caos, un oficial de policía, también asistió. Y que si no hubiera sido por el apoyo que tuvieron de su parte, jamás se habría sabido que todo fue provocado por la misma gente tramposa del banco pues querían quedarse con la propiedad.

Escuchaba suspirar a mi madre cuando mencionaba la parte donde vio entrar a mi padre con su uniforme, agregando que juró sentir el incendio volver a encenderse.

"Mamáaaa..." —me quejaba con asco cuando cumplí edad para entender. Mis padres se habían amado demasiado, fui testigo de eso por 17 años.

Hasta que un día mi padre falleció cumpliendo con su deber.

Fue devastador para mí pero no imaginaba el dolor en ella pues lo que veía en sus ojos al tenerse frente a frente, era infinito amor.

"Fue amor a primera vista, Camille"

Tanto mi abuela como mi madre, me decían esa frase al terminar de contar sus historias. Yo creía que el amor existía y desde pequeña soñé con algún día sentir algo tan hermoso como lo que ellas me contaban. Anhelaba en que llegara el día que tuviera que decirle a la generación siguiente, con la misma mirada de amor, esa misma oración acompañada de mi propia historia.

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