CAPÍTULO 28

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Actualmente...

CAMILLE

Cuatro días han pasado desde que abandoné el departamento para continuar en una etapa que nunca imaginé. Cuatro largos días en los cuales no he salido ni para ir a trabajar. Tuve que pedir los días porque adquirí el miedo de salir a la calle. No podía siquiera evitar mirar a todos lados e imaginar que había alguien observándome. Entendí el motivo de mantenerme distraída con una mentira, ahora no hay una noche que no despierte agitada por una pesadilla.

El aburrimiento no fue opcional y tuve que aventurarme por el inmenso lugar como manera de distraer mi mente y quizá recopilar información. Por supuesto descubrí que no se trataba de un hotel exactamente, al menos no uno como los demás. Este es un edificio de alta seguridad para personas que lo necesitan. Usado para albergar gente importante que piden protección de medios externos, incluso algunos testigos de crímenes. Eso obviamente me cayó como anillo al dedo.

Para ingresar debes tener buenas influencias, y con esto se refieren a ser protegido por alguien importante o por el mismo gobierno. No sé cómo fue que consiguió Logan que me admitieran aquí y claro nadie me lo ha dicho, se reservan los datos de los clientes como es de suponer y preguntárselo a él mismo es imposible. La veces que he intentado contactarlo, siempre dice que está fuera de servicio.

Sin embargo, no conseguí el resultado que buscaba, la exigente seguridad con literalmente un guardia en cada esquina, me inquietó mucho más de lo que debería haberme ayudado en entender la situación. Decidí no volver a querer salir de la habitación aunque tampoco es como que pude alejarme mucho antes de que me indicaran lo mismo. Quería encargarme de creer en que eran exageraciones para así no preocuparme más.

Observo mi reflejo en la ducha, los moretones que había por todas partes en mi cuerpo por fin han desaparecido. Han sucedido tantas cosas este mes que no sé cual asociar a qué momento.

Escucho un sonido, creo que es mi imaginación así que sigo en lo mío. Apenas pasan unos segundos cuando escucho golpes en la puerta del baño y me exalto. Tomo la toalla y rápido la enrollo en mi cuerpo.

—Disculpe señorita, ¿está bien? —era la mucama de siempre, me hablaba del otro lado d ella puerta del baño. Estaba asignada únicamente a mi asistencia y nadie más tenía permitido entrar a la habitación a excepción de ella. O eso me había dicho el gerente el primer día.

—Eh, sí, sí —respondo agitada. Me ha tomado desprevenida y aunque no puede verme, me siento avergonzada.

—Como no ha ordenado el desayuno y no contestó a la puerta, quería saber si todo estaba en orden.

Giro los ojos. Este hotel si que es precavido.

—Sí, solo tomaba un baño pero con la música no escuché.

—Perdone el malentendido. ¿Desea algo para comer? —solo oír eso mi estómago protesta.

—Sí, por favor.

Escucho que cierra y decido salir. Confirmo que estoy sola con la puerta del dormitorio bien cerrada para empezar a vestirme. No quisiera otra sorpresa.

—Aquí está su comida —dice llamando a la puerta.

Abro y entra la mujer con un carrito. Deposita una charola sobre la mesa del pequeño comedor y se dirige a mí antes de salir.

Malas Decisiones [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora