CAPÍTULO 3

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El oficial me cuestionó todo lo referente a lo sucedido. Y como era de suponer, se sorprendió al escuchar que presencié todo.

Me pidió una descripción de los sujetos, la camioneta y necesariamente cualquier detalle que recordara ya que, siendo un suceso reciente, era mejor anotar todo para poner en curso la búsqueda de los agresores cuanto antes.

Por supuesto me recriminó por mi estúpido acto heroico pero no me contuve y le dije que no tenía señal y en caso de buscar ayuda como el sugirió, para entonces cuando llegara ya habría muerto por eso actué y me dispuse a aceptar las consecuencias con tal de que dejara de regañarme como una niña pequeña. Sabía lo que había hecho y no estaba arrepentida.

Al estar frente al policía, hablando de lo sucedido, me pregunté cómo había llegado hasta ese punto de mi vida, si apenas unas horas antes disfrutaba de una tranquila cena.

Mi abuela tenía un dicho: Cuando te toca, ni aunque te quites. Y yo era una creyente de sus palabras, aunque de pequeña no las entendía, al madurar comprendí su significado. Para mí era que cuando el destino te tenía algo deparado, debía pasar. No lo aceptaba del todo, pero no podía quejarme está vez. Yo había estado ahí para ayudar a un hombre.

Me quedé hasta que me avisaron que había tenido una cirugía exitosa. La suerte estaba de su lado, había sobrevivido.

Por la gravedad de sus heridas, le darían al menos un mes de recuperación, y para cuando tomen su declaración, espero que ya exista una respuesta a la búsqueda con los datos que yo proporcioné. Aunque eso puede ya no ser asunto mío, el agente aseguró que se pondría en contacto si algo surgiese. Estaba involucrada, yo era parte de la investigación.

Ya cansada y libre de sus preguntas. Firmo mi alta y camino hacia la puerta para sacar mi teléfono, necesito llamarle a Sara. Tengo que avisarle que voy para su casa. Con las condiciones recientes afectando mi estado mental, no creo soportar el trayecto a mi casa.

Esperando no interrumpir algo importante, llamo a su número. Al principio creo que hará muchas preguntas cuando descuelga, pero afortunadamente está tan dormida que accede de inmediato darme asilo.

Al llegar a su apartamento, ya me espera afuera con su bata puesta. Por suerte ya no llueve. Se acerca al auto cuando aparco y toca la ventanilla para que abra.

−¿Sabes la hora qué es? –me recrimina. Cuando salgo del auto y puede mirarme mejor, abre tanto sus ojos que parecen salirse de su cara.

Aunque Maggie me prestó algo de ropa, no había podido lavarme y claramente era un desastre tras pasar un evento así bajo la lluvia. Mi ropa tuve que tirarla ya que con lodo y sangre no me serviría más ya que aunque pudiera quitarle las manchas, recordaría todo solo con verla.

—Antes de que despiertes a todo el vecindario, entremos —asiente. No creo que pueda pronunciar palabra. Y como no, mi apariencia es de haber salido de una pelea.

Llegamos a su piso y no dudo en tomar un baño. Sara me presta unas prendas limpias

Al salir, mi mejor amiga tiene dos tazas de chocolate caliente en las manos. Le sonrío agradecida y tomamos asiento en el sofá-cama, que ya se encuentra a modo de cama con sábanas y almohadas. Siempre hace esto cuando me quedo debido a que charlamos horas antes de dormir.

No tarda en acribillarme con preguntas así que en vez de responder una por una, le cuento todo desde el principio.

—No puedo creerlo, tú viviendo una historia de terror y yo aquí soñando con Jeremy —intento no reír. A pesar de la situación en la que estuve, la comparación me causa gracia. Así es Sara, siempre intentando sacarte una sonrisa.

Malas Decisiones [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora