—¡SOMOS NOVIOS!
Comparto su emoción y ambas gritamos eufóricas tomadas de las manos mientras brincamos.
—¡Al fin! Aunque ya se estaban tardado si me lo preguntas —doy un suspiro y finjo llorar.
Me mira con los ojos entrecerrados y me da un ligero golpe en la nuca. Reímos.
—Es una buena noticia, Sara —la abrazo —. Pero, ¿por qué no me lo dijo Jeremy? Antes tenía que pedirme permiso. Después de lo que me hicieron pasar, exijo mis derechos —cruzo mis brazos y volteo mi cara haciéndome la ofendida.
—Cam... —suena su celular y me mira como si dijera "igual no te salvas". Atiende y me doy cuenta que se trata de su novio. Después de hablar un rato, ríe emocionada y cuelga despidiéndose de una manera tan apresurada y nerviosa que me hace reír. Jeremy sí que la trae loca.
Debo admitir que envidio su relación, o cualquier otra donde ambas partes se quieran, busquen, den detalles y provoquen esa emoción cuando llega el momento de verse.
Mi obvia vida amorosa —aunque dudo que pueda llamarla así— es un asco. Y mi justificación era porque lo estaba haciendo mal, lo sabía. Me daba cuenta que yo buscaba olvidar un antiguo amor con uno nuevo.
¿Cómo estar con otra persona sanaría mi corazón herido? No estaba segura de si realmente funcionaría o si hacerlo me haría olvidarlo pero en mi posición, quería intentarlo. Y juro que he tratado, a duras penas, pero me ha sido imposible sentir algo además de aprecio por los que llegaron después.
Al principio son relajadas nuestras citas pero conforme pasan las semanas, me siento presionada y termino abandonando la esperanza.
No sé si algo está mal conmigo pero inevitablemente siempre busco la manera de comparar. Es como una presencia invisible que me asecha y sigue a todos lados tratando de hacerme entender que solo me es imposible olvidar a alguien a quien realmente creo que amé de verdad, quien fue mi primer amor.
Y desgraciadamente no puedo hacer nada al respecto.
Seco mis manos a los costados de mis pantalones al escuchar que tocan la puerta. Me tocó hacer el desayuno en su casa, pero esta mujer nunca lava sus platos. Quizá por eso siempre prefiero salir a comer.
—¿Tan pronto terminaste? —digo mientras giro la perilla. Cuando lo veo, mi sonrisa se borra al instante y hago un intento por cerrar pero detiene la madera con una mano.
—¿Podemos hablar? —la mitad de su rostro esta visible.
—No. ¿Y quien te dejó pasar?
—Tu amiga dejó la puerta abierta y entre sin que me viera —empujo de nuevo la puerta pero esta no se mueve.
—¡Pareces un acosador! Ya lárgate o llamaré a la policía.
—Escucha, por favor —insiste conectando de nuevo nuestras miradas y juro que retuve el aire por unos segundos al tener ese azul tan cerca.
Suspiro rendida. Si no lo hacemos temo que no me deje de molestar. Abro la puerta pero me mantengo en mi posición para que entienda que no lo dejaré pasar. Esa sería una tontería más grande que lo que ya estaba haciendo.
—Que sea rápido. Pero antes dime cómo supiste de la casa de mi amiga —me cruzo de brazos y lo miro con impaciencia.
—Hice algunas preguntas.
Puedo hacerme una idea de a quien.
—No necesito que ahora la involucres también.
—Si lo sé, yo solo... sé que después de como te acusé no debería estar aquí. Pero quería disculparme. Intenté contactarte y también entiendí tu esquive pero tenía que al menos intentar que me escucharas.
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Malas Decisiones [EN EDICIÓN]
RomanceCamille creía saber cómo mantenerse fuerte ante las adversidades, sin embrago cuando una noche presencia un intento de asesinato y se ve envuelta en las consecuencias de haberse involucrado, su verdadera resistencia es puesta aprueba. Reviviendo her...