Me empuja sin cuidado alguno para que sea yo quien vaya adelante. Con las manos atadas a la espalda, todo esto me ponía en una posición bastante incómoda, y peligrosa pues era escoltada únicamente por Robert hacia el interior de ese lugar.
Del otro lado de la puerta hay unas escaleras de metal que nos llevan hasta la tercera planta. Seguimos avanzando por entre enormes estanterías vacías que llegaban hasta el techo, con el espacio Sifuentes para guardar paquetes grandes. No hay ventanas visibles, el aire parece encerrado y con un desagradable olor a humedad, madera podrida y rastros de polvo que incomodan a mi nariz. Era insoportable. Y no sabía si era por eso o por el embarazo, o una mezcla de ambas, que sentí un importante mareo que provocó detenerme e inclinar mi cuerpo un poco hacía adelante, pronto las náuseas también se hicieron presentes.
—¿Por qué te detienes? —inquiere irritado e intenta empujarme de nuevo, pero al verme y por su cambio en su expresión, sé que no debo tener un buen aspecto. Cierro los ojos para recuperarme. Si pudiera me cubriría la boca —. No se te vaya a ocurrir vomitarme encima. Estás pálida —retrocede un paso mirándome como si fuera a hacerlo ya mismo.
—Apesta aquí —logro decir, retengo una arcada y tratando de respirar solo por la boca intento recuperarme.
—Lamento que no sea un hotel cinco estrellas —dice sarcástico—. Ahora sigue que no soy tan paciente.
Me toma del brazo y me jalonea hasta que giramos en una esquina y aparece un corto pasillo con dos puertas al final. Nos paramos frente a una y gira la manija. Del otro lado hay una oficina olvidada cubierta de polvo, como todo en este lugar. Al compararlo con todo lo demás, pareciera que solo se usaba el primer piso.
Entro sin la necesidad de que me lo pida y aguardo de espaldas en medio de la habitación en tanto escucho la puerta cerrarse. Paso saliva nerviosa mientras siento que se ha quedado dentro conmigo y se acerca. Una de sus manos se posa en mi hombro y me tenso.
—Jamás entenderé como fue que pudiera encapricharse tanto con una mujer —toma un mechón de mi cabello entre sus dedos para observarlo sin interés alguno, permanezco inmóvil mientras lo hace —, de hecho no puedo ni siquiera con que seamos familia, siempre fue débil, era de esperarse. Aunque tengo que admitir que tiene buen gusto —las náuseas vuelven solo decir eso justo sobre la piel de mi cuello y pegado a mi espalda, lo que hacía la situación aún peor.
Pasa su mano por todo mi brazo hasta llegar a mi muñeca y la sujeta. Siento como se separa un poco de mí para poder tomar la cuerda que aprisiona mis manos y comienza a desatarlas.
—Creo que podríamos aprovechar el tiempo en algo menos aburrido que esperarlo.
Tenso en una línea mi boca y comienzo a respirar irregularmente. Las nauseas vuelven y se que no se debe al olor. Cuando está por terminar, tan pronto imagino el momento en el que estaré libre, mi cuerpo se llena de adrenalina y la urgente necesidad de huir se apodera de mi. Corro hacia la puerta y cuando mi mano toca la manija para abrirla, Robert estampa su brazo en la madera, justo por encima de mi cabeza impidiendo que pueda irme.
Chasquea su lengua en negación.
—Eso no fue muy listo.
Paso saliva. Abandono la manija y coloco ambas manos a mis costados. Me sujeta del antebrazo y sin esperárselo, con un rápido golpe hundo mi codo en su estómago y le regalo otro justo en la cara con la parte posterior de mi cabeza. Consigo desorientarlo y no pierdo el tiempo, salgo de ahí escuchando sus maldiciones.
He sacado segundos valiosos para mi huida. Corro con todo lo que puedo y al llegar a la escalera, bajo con el cuidado que requiero, sin perder velocidad. Los pasos apresurados de Robert pronto se escuchan justo tras de mí. Pero solo llegar al segundo piso, me detengo mientras maldigo mentalmente al ver a esos hombres armados al inicio de la siguiente escalera. Respiro agitada y muerdo mi labio en tanto busco con la mirada el posible lugar en el que pueda esconderme para no ser descubierta.
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Malas Decisiones [EN EDICIÓN]
RomanceCamille creía saber cómo mantenerse fuerte ante las adversidades, sin embrago cuando una noche presencia un intento de asesinato y se ve envuelta en las consecuencias de haberse involucrado, su verdadera resistencia es puesta aprueba. Reviviendo her...