La lluvia es muy fuerte y estoy en lugar muy estrecho, parecido a un pasillo sin fin. todo está sumido en la oscuridad. Miro hacia atrás con temor aunque no logro ver nada. La sensación de ser perseguida no me deja y echo a correr, de huir aunque no entiendo de qué exactamente.
A medida que avanzo, las paredes de ladrillo desnudo se vuelven más altas, sucias y húmedas, al igual que el suelo bajo mis pies. Un callejón escalofriante me rodeaba aunque no recordaba cómo había llegado hasta ahí.
No muy lejos, vislumbro un bulto tendido sobre el suelo. Me acerco con cuidado, ignorando el miedo que tenía recientemente para descubrir de que se trataba pues sentía como me llamaba. Mi respiración se vuelve agitada, esta situación me resultaba inquietante y... familiar. Como si supiera lo que tengo que hacer, coloco mi mano encima y le doy la vuelta...
Un trueno me despierta y me siento de golpe sobre el colchón. Algo cae con mucha rapidez y se instala en la esquina de la habitación, con otro trueno todo se ilumina y puedo ver que se trata de Miringo. Me llevo las manos a la cara y las froto contra mi piel para aferrarme a esa sensación de realidad. Abandono la cama para acercarme al gato de Sara. Suele cruzarse por el borde del edificio exterior para visitarme.
—Tranquilo, soy yo —le hablo con cariño y se relaja, parece que el pobre estaba dormido a mi lado y lo he asustado —. Lamento eso. No sabía que estabas aquí —busco con la mirada la ventana de mi habitación que está entre abierta. Con todo lo que me ha pasado creo que olvidé cerrarla.
Lo pego a mi pecho mientras rasco detrás de su oreja tratando de calmarlo, aunque más bien era un deseo hacia mí. Esa pesadilla había estado horrible.
Regreso a la cama con mi acompañante y trato de volver a dormir. Unos minutos después abro los ojos, era imposible y ya no soporto estar acostada. Me levanto y enciendo la luz. Fastidiada tomo asiento en la banca acolchonada que está al pie de la ventana. Retiro las cortinas y observo por la calle, las farolas están encendidas pero estas apenas si alumbran la calle. La lluvia es intensa aunque eso no detiene que ya haya movimiento matutino, algunos van de camino a sus empleos.
Al viajar más mi vista por el pavimento, una sombra llama mi atención. La silueta de alguien al otro lado de la acera recargado en un auto, justo frente al edificio. Distingo el pequeño destello de algo en su mano y compruebo que es un cigarrillo cuando lo acerca a su boca. Parece que mira directamente hacia mi piso y al notarlo un cosquilleo desagradable me recorre la columna.
No puedo ver su rostro pero es fácil saber de quien se trata. ¿Qué es lo que quiere?
Siento su mirada profunda a través de la oscuridad al otro lado de la calle, pero no le temo. Sus acciones irracionales sólo se han quedado en eso. Nunca intentó tocarme o hacerme daño físicamente, y todo el tiempo parece estar perturbado. Quizá es él quien tiene miedo, ¿pero a mí? ¿Realmente cree que hice o puedo hacer algo para perjudicarlo y por eso me vigila?
Tira su cigarrillo para después pisarlo y alejarse.
Quiero no tomarle tanta importancia pero él es un problema. Mi problema y mi falta de sueño al parecer. Regreso a la cama, en cuanto me acomodo Miringo se acurruca a mi lado.
Cierro mis ojos y parecen segundos hasta que la luz molesta mi vista. Miringo se estira perezosamente y lo imito.
Desde que llegué a vivir aquí, me he acostumbrado a encontrarlo durmiendo a mi lado. Le he tomado tanto cariño que incluso algunas noches me quedo despierta esperando hasta que suba a mi cama. Agradezco su presencia, de lo contrario esta noche hubiera sido difícil estando sola.
—¿Dormiste bien? —pregunto mientras rasco su cabeza, se arquea ante mi toque pidiendo que termine hasta su columna.
Entraré a mi turno por la noche y quiero aprovechar la mayoría del casi día libre. Miro el reloj y ya pasa de las 8 de la mañana. Me levanto enérgicamente para dirigirme al baño a darme una ducha rápida. Me visto con unos jeans azul claro desgastados, una blusa salmón y unos tenis blancos. Recojo mi cabello con una liga en lo alto de mi cabeza. Me miro al espejo y pienso seriamente en cortarme un poco el cabello ya que siento que está algo largo, aunque seguramente Sara me mate. Me echo un poco de perfume, coloco un abrigo, bufanda, bolso de correa al hombro y salgo del apartamento.
Apenas doy cinco pasos cuando ya estoy frente a la puerta de Sara, toco. En menos de nada, abre la puerta y sale para después cerrarla y comenzar a caminar por el pasillo guardando cosas en su bolso. Le sigo el paso y sonrío, va tarde. Bajamos por las escaleras en silencio, ella apresurada y yo aguantándome la risa.
—Cam, ¿me llevas a desayunar? No tuve tiempo de preparar algo y tengo hambre —me dice de espaldas estirando su cuello. Asumo que buscando mi auto.
—Sabía que dirías algo así —digo caminando tras ella.
—¿Eh? —se para en seco y se gira. Confundida.
—Ayer saliste de fiesta, no me invitaste por cierto, gracias por la puñalada en la espalda y cuando sales te desvelas y al día siguiente estás... así —digo apuntándola con mi índice —. Por suerte ya lo tenía previsto, sube —levanto el mando y oprimo un botón para que las luces de mi beetle parpadeen indicando que se ha quitado el seguro. Me mira con los ojos entrecerrados —. ¿Algo que decir? —no soporto la risa y ella se me une hasta que terminamos dobladas sobre nuestros estómagos.
Estaciono en un local y ambas pedimos una orden de hot cakes con fresas encima y un licuado de chocolate. Mismos gustos, es parte de ser amigas y con ventaja en la ropa al tener las mismas medidas. Ya no sé quien tiene más ropa de quien.
Dejo a mi amiga en su trabajo y prometo pasar más tarde para comer juntas. Regreso al apartamento y limpio un poco, no estoy mucho en casa así que no hay mucho por limpiar y termino en menos de 30 minutos.
Enciendo la televisión y justo está una serie que tenía tiempo sin ver. Sus temporadas habían terminado y la habían quitado, pero tal parece que la están volviendo a pasar. Fue una de tantas inspiraciones para estudiar medicina. Miro dos capítulos de la primera temporada y analizo el reloj. Aún falta una hora para que salga Sara a su descanso. Me vuelvo a recostar y gruño cuando suena el telefonillo. Tras unos cuantos timbres más por fin el ruido cesa.
No tengo ánimo para visitas. Mi tarde ya está ocupada, en mi sillón. Una vez más el sonido inunda mi pequeña casa y decido levantarme. Por la insistencia podría ser algo importante. Arrastro los pies hasta llegar a la puerta, donde al lado se encuentra ese maldito aparato.
Este departamento tiene ventajas y desventajas. Nadie puede entrar por la puerta principal a menos que llame desde fuera por el telefonillo dirigido directamente hasta nuestro apartamento, donde si deseas admitirle el paso a esa persona para visitarte, aprietas un botón y se abre la puerta. Pero también es un fastidio, a veces tener que contestar solo para que digan que se equivocaron de número o no contestan por ser una broma.
—¿Diga? —me coloco el teléfono en la oreja.
—Hola Camille, soy Lena —olvidaba que también llamaba la dueña del apartamento. El día de san Valentín estoy segura que Ian se comunicó con ella para dejar la rosas y así fuera sorpresa.
Aclaro mi garganta y trato de sonar amable.—Hola, ¿qué pasa?
—Te buscan en la puerta —resoplo —. Intentó llamarte por el telefonillo pero no contestaste. Insiste mucho —arrugo mi frente confundida, la única persona que viene a mi mente es Ian, pero tan rápido como pasa esa idea cruza otra diciéndome que primero llama antes de venir, y que es muy raro que lo haga, a parte que hoy no he tenido llamadas. Aprieto mi mandíbula y comienzan a sudar mis manos.
—¿Te dio su nombre? —tengo una idea de quién puede ser, pero quiero estar segura.
—Oh, sí —paso saliva —. Logan. Sí, ese dijo que era su nombre. ¿Lo dejo pasar o llamo a la policía? —pregunta al notar que no respondo.
—No es necesario, Lena, gracias —absorbo un poco más de aire —. Por favor, ¿podrías solo decirle que se vaya. Que no quiero verlo?
—De acuerdo... —cuelga, no muy convencida.
Rápidamente tomo carrera a la ventana que da a la calle y me oculto en las cortinas para mirar. Claramente Logan está ahí, inclinado hablando por el telefonillo apretando el botón. Retira el dedo, seguramente escuchando lo que dice Lena por su posición. Repite esto un par de veces más para después retomar su camino al auto con notoria irritación. Suspiro y suelto la tela, la tenía bastante aferrada.
¿Qué es lo que quieres?
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Hoy no hay nota. Bueno... 😅
Como sea. Espero hayan disfrutado de la historia. Gracias por el apoyo 💕
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Malas Decisiones [EN EDICIÓN]
RomanceCamille creía saber cómo mantenerse fuerte ante las adversidades, sin embrago cuando una noche presencia un intento de asesinato y se ve envuelta en las consecuencias de haberse involucrado, su verdadera resistencia es puesta aprueba. Reviviendo her...