Corazón Dulce

4.2K 383 63
                                    


Yeremaya y Andreas dormían en la misma habitación, Maya había intentado que su hijo se quedara con ella en su habitación, el niño había aceptado a regañadientes pero Andreas había pedido con su mejor cara de niño desvalido que lo dejaran dormir con su amigo.

Esa noche Andreas y Yeremaya estaban en silencio en la cama infantil. A pesar de la diferencia de edad, ellos congeniaban muy bien, como si esa diferencia no existiera.

-Andreas, hoy un señor estuvo hablando con mi mama- los adultos habían hablado como si él no hubiese estado ahí. Le habían dado un postre y se habían olvidado de el-. No sé muy bien de que hablaban, pero ese señor dijo que la hermana de tu mama está casada con el primo de tu papa, ósea que también tienes una tía que no conoces y nosotros que creímos que éramos iguales, sin nada de familia- suspiro- también dijeron que le querían hacer una prueba de algo a tu mama, porque él cree que tu mama es su hija- se sentó en la cama, no podía dormir con todo eso dentro- Andreas ¿cree que yo también tenga un papa que no sepa de mi por ahí?

Cambio el tema de golpe, impidiendo que Andreas pensara en la posibilidad de otro abuelo. Yeremaya ya tenía 12 años, estaba entrando a la adolescencia pero su mejor amigo aun era un niño de 4 años. Sus amigos en la escuela se burlaban de él y eso lo molestaba muchísimo. Andreas era más listo que cualquiera en su clase.

Andreas se sentó en la cama y extendió su manita al buro junto a la cama y encendió su lamparita de noche para ver a su amigo.

-yo tengo uno, tú podrías tener uno también- asintió y le coloco la manita en el brazo a su amigo- ¿quieres un papa también?

-no se... - él y Andreas eran iguales antes pero ahora el pequeño no solo era más listo, también era más bonito y ahora también tenía una familia toda genial. El tenía algo de envidia... envidia y también miedo.

Antes de todo aquello el tenia más dinero que Andreas y su mama siempre tenía que dejarlo en su casa para ir a trabajar. El era un amigo valioso, pero ahora él no se sentía tan valioso.

-si quieres te comparto a mi papa- Andreas propuso.

Yeremaya era mayor y en ocasiones como esa era evidente, pues la idea no le agrado.

-tu papa es tu papa, no puede ser también mi papa- intento explicarle. Andreas lo observo y asintió. Al parecer entendiendo mejor de lo que Yeremeya creía.

-si quieres podríamos buscar a tu papa.

-¿cómo podríamos buscarlo?-dudo.

-mi papa me encontró a mí, creo que si le pido que nos enseñe a buscar a tu papa podría enseñarnos- le propuso y Yeremaya se lo pensó y le pareció buena idea.

-¿crees que mi papa sea tan increíble como el tuyo?- se emociono de imaginar cómo podría ser su papa.

-Mama dice que herede un montón de cosas increíbles de mi papa. Tu eres increíble Yeremaya y tu mama también es genial, tu papa debe ser alguien increíble también- lo animo y aunque al principio funciono Yeremaya enseguida se desanimo.

Andreas era un niño increíble a pesar de lo pequeño que era, era sorprendente en todo lo que hacía, era normal que su papa también fuese increíble... él no estaba seguro de ser tan genial.

-¿de verdad crees eso?- pregunto al niño que a pesar de ser mucho menor que el le daba confianza.

-sí, de verdad lo creo- y era verdad.

Yeremaya asintió y se volvió a acostar.

- está bien.

Andreas apago la lucecita de noche y se acostó también cubriéndose con su mantita.

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora