El negocio mas agridulce

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Jasón observo a Nina frente a él, intentaba parecer segura pero podía ver su nerviosismo, eso lo aliviaba, evidentemente venderse era nuevo para ella.

—hablemos Nina ¿crees que tengo problemas para tener a una mujer a mi lado?— Nina apretó los puños ¿iba a menospreciarla?

—No lo creo— intento que sonara indiferente.

—así que, lo que hace que esto sea una compra interesante para mí, es lo conveniente. Si voy a pagar por una mujer, será  que siempre este disponible, una que pueda llamar a la hora que quiera y venga ¿Entiendes lo que te digo?— Nina entendió de hecho bastante bien, especialmente después de que Jasón preguntara por su trabajo y mencionara la ropa vieja que usaba. Y pensar que había escogido especialmente su ropa menos gastada para esa ocasión.

— y yo no puedo cumplirlo si tengo un empleo ¿es eso lo que intentas decirme?— Jasón sonrió.

—Eres perceptiva, en efecto tu empleo me estorba— Nina comenzó a jugar con sus manos bajo el escritorio.

—No puedo permitirme estar sin empleo Jasón, sabes que no me sobra el dinero...— Jasón desestimo el asunto con un ademan.

—Soy consciente de ello y por eso escucha mi oferta— Nina asintió lentamente— te daré los cien mil dólares y te pagare además cinco mil dólares al mes por tu exclusividad— Nina frunció el ceño y Jasón supo que como siempre ella tomaba lo peor de sus palabras.

—¡No soy una libertina!— Jasón estuvo tentado a decirle que a el no le constaba o que sus acciones reflejaban lo contrario pero no iba a dejar que sus palabras la hicieran echarse atrás, estaba a punto de tener a aquella mujer de nuevo y no iba a desperdiciar la oportunidad.

—Y por ello pagare el privilegio— Nina no pudo decir nada más a ese argumento— si te pagara eso, el total de este contrato ascendería a 160 mil dólares— una cantidad ridículamente pequeña para el pero no para Nina, si intenta ofrecerle más dinero probablemente la asustaría— ¿estás de acuerdo con esa cantidad? – Nina paso duro.

—Eso creo...— aun no podía creer que estuviesen hablando de aquellas cosas, estaba tan avergonzada que incluso no se sentía ella misma.

—Bien, supongo que ya notaste por cuánto tiempo se extiende este contrato, mi oferta es por tiempo y no por cuantas veces estés conmigo— Nina frunció el ceño, lo habían dicho? Entonces recordó, cinco mil dólares al mes, diez en dos, cincuenta en diez...sesenta mil en un año....

—U...un año...— claro estaba preparada para tener una deuda a largo plazo pero no había ido ahí con la idea de venderse...

—así es Nina, mía por un año— Nina bajo la mirada asimilando lo que escuchaba, un año, de Jasón un año...dios de verdad ¿aquello era un buen trato?¿Podría su moral soportarlo? Y ¿Que si Jasón averiguaba el porqué de su necesidad de dinero? No...no le quedaba de otra, la otra opción era decírselo, al menos de esa forma tenía la esperanza de que no lo averiguara, de cualquier modo había ido ahí decidida a decírselo, el trato actual era mucho mejor. Nadie más le prestaría tanto dinero, ya lo había intentado.

—Entiendo— Jasón asintió.

—Entonces, para resumir, esta es mi propuesta; serás mi amante por un año, cien mil por adelantado y sesenta diferidos en doce pagos— Nina asintió mientras jugaba con sus dedos en su regazo, su corazón estaba latiendo muy rápido y había comenzado a temblar, un año, vendida un año a ese hombre, al sujeto que había roto su corazón en mil pedazos.

Los siguientes minutos escucho el resto de su acuerdo, las formas de pago, sus datos personales, las clausulas, lo que tendría que firmar y ella respondió en automático pues para cuando lo noto tenía ya un cheque en sus manos, la cantidad decía 50 mil, no podía creerlo.

—Te daré la otra mitad cuando todos los papeles estén en orden, puedes venir en una semana— Nina levanto la mirada, viendo al hombre frente a ella no supo que decir. Aquel trato era rastrero y vil pero... después de tocar tantas puertas, de rogar, de suplicar... Jasón simplemente le había dado el dinero, incluso a riesgo de que ella tomara aquellos 50 mil y no volviera, solo se los había dado.

—Eres un demonio— le susurro con una sonrisa amarga. Jasón no se inmuto por el comentario. Poco sabia del alivio que la chica sentía bajo toda su vergüenza.

—y tú eres mía ahora— Nina apretó los labios negándose a llorar y bajo la cabeza, de alguna forma no de dolor ni tristeza. Aun a pesar de estar tan avergonzada que pensaba que moriría en cualquier momento, también estaba tan aliviada, ahí estaba el dinero que necesitaba, por el que había llorado tantas noches y se lo había dado el hombre que no había hecho nada mas que causarle dolor, casi podía perdonarle el pasado.

—Lo sé — acepto con voz afectada, a Jasón se le estrujo un poco el estómago al pensar en lo mal que ella podía sentirse en esos momentos, jamás espero ver la sombra del alivio y la alegría en sus ojos cuando levanto el rostro. Eso lo hizo preocupar aun mas ¿en que estaba metida Nina? –¿Puedo retirarme?— la chica hablaba con voz tranquila pero se aferraba al cheque que le habia dado, como si él fuese a quitárselo en cualquier momento.

—Vuelve en una semana— respondió y Nina asintió poniéndose de pie, Jasón vio su espalda alejarse y por su mente pasearon mil ideas sobre las razones de Nina, no se veía enferma y de tratarse de ella probablemente preferiría morir antes de pedirle ayuda, así que debía tratarse de alguien más...— Espero que entiendas que la exclusividad no se refiere solo a no venderte a nadie más— agrego, Nina se detuvo con la mano en el pomo de la puerta y se giró a él con una mueca extrañada— se refiere también a lo sentimental— le aclaro— así que si tienes un amante puedes ir sacándolo de tu vida— ¿sería posible que ella llegara a esos extremos por otro hombre? No lo creía posible, al menos no de la vieja Nina.

Para su sorpresa Nina simplemente soltó una risita cínica aunque algo apagada.

—¿Un amante? – pregunto y la palabra salió con desprecio de aquellos labios que recordaba suaves y deliciosos— Descuida Jasón -su voz tomo algo más de fuerza, como si solo mencionar la posibilidad le ofendiera- después de ti no me quedaron ganas de tener algo que ver con un hombre jamás— gruño y sin más abrió la puerta y salió.

En su escritorio Jasón se quedó en silencio y quieto por unos segundos, sin saber cómo reaccionar, finalmente, casi un minuto después de que Nina saliera una carcajada broto desde su pecho y le hizo recargarse en su cómoda silla, dios...ahí estaba, la Nina que él conocía no estaba perdida de todo, solo algo apagada.

Jasón suspiro y se quedó recostado contra su silla pensativo, que era lo que tenía a Nina tan desesperada? Le comía la cabeza por saber más ¿cómo estaba? ¿Dónde vivía? ¿Cuál era su situación? ¿Para que necesitaba el dinero? Se hecho el pelo atrás en un gesto de frustración y después cruzo los brazos. Tenía que decidir qué era lo que haría, que era lo que quería, Nina aun movía el suelo bajo sus pies, aun ponía su mundo de cabeza solo con su presencia, no había otra explicación para lo que acababa de suceder en esa oficina. Jasón sonrió para sus adentros, la última vez que habían estado en esa oficina también habían cometido locuras, recordaba perfectamente lo hermosa que lucía desnuda con apenas la luz del exterior filtrándose por los ventanales... simplemente perfecta. Dejarla ir después de que malentendiera sus palabras también había sido una locura... se lo había reprochado mucho tiempo. Los dos habían sido demasiado jóvenes para que funcionar, pero ambos eran adultos ahora.

La vista de la costa era maravillosa desde el ventanal de su edificio y Jasón se levantó de su sitio para contemplarlo, había cometido el error de dejarla ir hacia cinco años, no cometería el mismo error dos veces. 

Ahora, ella había ido a él, tenían un acuerdo, ella estaría a su lado por un año.

Jasón coloco un brazo contra el cristal y se apoyó en el creando sombra sobre su rostro.

—Ya eres mía Nina— murmuro y noto que decirlo le estrujaba el estómago y aceleraba la adrenalina en su cuerpo, puede que la muchacha creyera que era solo cosa de un año, pero no era así, no pensaba dejarla ir aun después de eso, tenía un año para asegurarse que no se escapara jamás de sus brazos, un año para hacer de aquel contrato algo permanente.


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