Nina no pudo hablar con su jefa en casi toda la semana, logro terminar el traje del médico, hacer la primera prueba, e medico había ido a buscar su traje ese dia. A Nina le urgía hablar con su jefa y renunciar, no podía tomar otro trabajo, había hecho con gusto el traje para el Dr. Kayros, sentía que le debía tanto que había sido un verdadero placer hacer algo para el, pero no podía permitirse faltar a su palabra con Jasón.
-¿Por qué tan pensativa muñeca?- Nina dio un respingo cuando alguien le dio una nalgada y se paró a su lado, invadiendo su espacio personal.
-señor- apenas respondió apretando los dientes. El sujeto a su lado era Kevin Altamirano, un hombre de treinta años que se había casado con una mujer de por su dinero y esa mujer era su jefa. Todos sabían que al sujeto le gustaba pasearse entre las empleadas de su esposa aprovechándose de su posición. Nina había tenido que aguantar sus osados manoseos más de una vez, no es como si pudiese hacer nada, la última chica que le había hablado a la jefa de lo sucedido había terminado despedida y hasta hacia poco Nina había necesitado con desesperación ese empleo- por favor no haga eso- le pidió dando un paso lateral, poniendo distancia entre ellos.
-tranquila Nina, estamos en confianza ¿no es así?- el sujeto volvió a acercarse y Nina se alejó una vez más. Kevin tenía una fijación con ella, la mayoría de las chicas solo le seguía la corriente a pesar de que el sujeto, aun siendo apuesto, les pareciera desagradable. El cretino se conformaba con toquetearlas y dejarlas en paz, sus verdaderas presas eran las modelos que de vez en vez contrataban, pero Nina era un caso diferente, aun a pesar de reprimir su carácter rebelde era demasiado obvio su desagrado. El sujeto se lo había tomado como una ofensa y gustaba de molestarla.
-No, no lo estamos- le aseguro con una falsa sonrisa, poniendo más espacio de por medio para reforzar su punto. El sujeto ladeo una sonrisa burlona y molesta.
-¿la gata está sacando las uñas?- pregunto el sujeto tomándola bruscamente de la cadera para acercarla, quizá fueron los años aguantando al sujeto, quizá todas las cosas que había tenido que aguantar, pero Nina ni siquiera lo pensó., su mano se movió sola y se estampo contra la cara del sujeto tan fuerte como sonoro. El estruendo de la bofetada hizo que todo se detuviera, las maquinas, los cuchicheos, simplemente todas las demás costureras se habían quedado perplejas observando lo que acababa de suceder. A Nina le ardía la mano del golpe, pero no creía haberse sentido tan bien en mucho tiempo.
-maldita estúpida...- Nina vio al sujeto levantar la mano, supo que iba a golpearla y nadie la defendería pero contrario a lo que habría hecho apenas unos meses atrás no retrocedió, simplemente fijo los ojos en los furiosos del hombre frente a ella, parecían centellar de ira.
-¿sucede algo?- la voz desde la puerta principal del taller no solo sorprendió a Nina, Kevin mismo abrió los ojos todo cuanto le daban los parpados, de repente parecía asustado e inmediatamente se obligó a tranquilizarse, le dedico una mirada de ira a Nina justo antes de girarse hacia la puerta.
-mi amor- saludo a su esposa, usando todo su esfuerzo en disimular su estado de ánimo- no es nada cielo- bufo caminando hacia la mujer- solo lidiaba con la altanería de una de tus costureras- aseguro mientras rodeaba suavemente la cintura de su esposa y le acariciaba la mejilla- creí que no llegarías hasta después, ¿quieres que vayamos juntos a comer?- Kevin era experto manteniendo contenta a Mara, su natural forma de cambiar de tema y centrarse en uno del agrado de su esposa casi era digno de elogio.
-Después Kev- le aseguro la mujer y tan natural como es sacarse la ropa antes de bañarse, dio un paso al frente deshaciéndose del abrazo de su marido mirando todo el taller con expresión serena- ¿sucede algo? ¿Por qué nadie está trabajando? – Apenas decir esto, todas las mujeres volvieron al trabajo centrando su atención en sus actividades, solo Nina que no tenía ningún pendiente se quedó de pie en su sitio- Nina- la joven rubia casi da un respingo al escuchar su nombre.
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El Contrato
General FictionNina está desesperada. Nina no sabe a quién recurrir. Nina lo daría todo por ayuda y Jasón lo sabe.