Corazón de cristal

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5 Años atrás...

Nina salió del elevador con un vaso de café en su mano. Había ido al otro extremo de la ciudad porque a su muy apuesto e insufrible jefe se le había ocurrido que deseaba uno de la única tienda de café que solo tenía una sucursal ¡en la otra punta de la ciudad! Iba a decirle a la secretaria del jefe mimado que tenía el café del señorito, pero esta, al verla, solo le indico que pasara a dejar el café. 

La jovencita sabía que siempre que entraba a esa oficina seria inevitablemente el juguete para la diversión del gran jefe, así que suspiro con resignación y entro en la oficina después de tocar y escuchar la aprobación desde adentro. 

Dentro de la habitación, un Jasón de 24 años estaba revisando unos papeles, ligeramente recargado en el escritorio. Nina podía quejarse todo lo que quisiera, pero la verdad es que ese hombre la tenía embelesada. Ella incluso había llegado a soñar con el más de una vez. 

-Llegas justo a tiempo Nina- Jasón levanto la mirada de los papeles para verla, dibujando una sonrisa en sus labios, sonrisa que se borró al ver lo que llevaba en la mano- ¿qué es eso?- pregunto con un rostro de confusión, señalando el vaso de café. 

-es el café que me pidió Jefe- respondió casi entre dientes, casi sabía que era lo que venía. 

-¡oh! ¡Eso!- pareció recordar de repente y sin embargo desestimo el asunto con un ademan- ya no tengo ganas de café, tardaste demasiado. Tíralo por ahí- indico. Nina solo apretó los labios ¡Lo sabía! El gran tirano lo estaba haciendo de nuevo, el solo quería jugar con ella y verla correr de aquí para allá ¡como una tonta! 

Nina tiro con remordimiento el café en el recipiente de la basura en la oficina, ese niño bonito era un derrochador. Jasón desde su sitio la vio y una expresión divertida apareció en su rostro, Nina era tan fácil de leer.

-Anda Nina, ven, acércate. Tardaste tanto que ya me trajeron el almuerzo, pero es demasiado. Venga siéntate y come conmigo- le indico tomando una de las sillas frente a su escritorio y retirándola para ofrecerle el asiento. 

Nina le vio con el ceño fruncido ¿cómo era posible que le hubiesen traído demasiado? Su chef personal se encargaba de enviar la comida justa para el ¿Sería que ese señorito quisiera ponerse a dieta?

-Jefe, si lo trajeron debería comérsela- frunció el ceño. Estaba segura que los cocineros de este señorito mimado seguramente trabajaban como esclavos para complacerlo, pero el ¡simplemente no lo tomaba en cuenta! Justo como la hacía correr de un lado a otro por diversión. Ella sentía tanta pena por los cocineros. 

Nina estaba lejos de saber que Jasón no podría haber sido más sensato y frio incluso en su infancia. Además era justo y generoso, sus cocineros eran bien tratados y pagados ¿cuál de ellos podría quejarse? Sin embargo…solo Nina creía que era un hombre consentido.

-también comeré, venga, es una orden. Siéntate aquí- insistió y Nina le vio mal, pero igualmente obedeció y camino a él sentándose donde le indicaba. Jasón sonrió al verla y le acaricio la cima de la cabeza.

-buena chica- felicito. Un simple gesto y el enojo superficial de Nina se fue al caño solo con eso. Una sensación cálida y agradable la inundo haciéndola sonreír levemente. 

-¿qué te han traído?- pregunto curiosa, a veces se le olvidaba que no debía tutearlo y como Jasón la alentaba a hacerlo, era inevitable que muchas veces se le escapara hacerlo. 

-manjar de los dioses- sonrió ampliamente y acerco el carrito de comida levantando la campana metálica que la cubría- tadaaa!- le mostro lo que era y Nina soltó una risita divertida. 

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora