El castillo junto al mar.

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Jasón sabía que su tío terminaría cediendo.

-gracias. La junta es a las cuatro- y colgó. 

Lo que el moreno no sabía era que aquellas pocas palabras provocarían un enorme alboroto en su familia. El simplemente tomo la USB que Nina le había dejado y se dedicó a revisarlo con calma. Lo leyó todo de corrido y después comenzó a leer nuevamente haciendo ajustes en el archivo y añadiendo algunas notas e incluso algunas referencias y contactos. 

El trabajo del moreno no se limitó a revisar la propuesta y hacer pequeños cambios, también hizo un repaso mental rápido de los recursos que tenía en existencia, de aquellos que podrían serle útiles a Nina y comenzó a trazar sus propios arreglos para tener todo listo cuando llegase el momento. 

Nina por su parte salió del edificio de las oficinas de Jasón y tomo un taxi para encontrarse con Maya y los niños, los encontró comiendo en un restaurante de comida rápida. La idea era ir de compras, Nina había recibido una confirmación de su primer pago el día anterior en su nuevo celular. Desde que tenía un nuevo guarda ropa tan hermoso había deseado poder comprar ropa nueva para su bebe, pero no era algo que pudiese comprar con la tarjeta que Jasón le había dado, así que había tenido que esperar hasta que apareciera su primer pago. 

Pasaron casi dos horas caminando por las tiendas hasta que Yeremaya comenzó a quejarse por no necesitar tanta ropa. Para completar el día Maya les llevo a una Juguetería y les dejo escoger un juguete al azar de menos de 20 dólares. Solo cuando estuvieron solas Nina se atrevió a hablarle a su amiga de lo que había sucedido con Jasón. 

-¿por qué creo que me ocultas algo?- maya pregunto después de escuchar el relato corto de Nina, en el que desde luego había omitido las caricias y los besos compartidos. 

-no pienses de mas- corto simplemente- escucha… ¿crees que podrías acompañarme a comprar lencería?- pregunto algo más bajito. Maya supo entonces que definitivamente ¡algo había pasado! Pero como sabía también que Nina era demasiado tímida para mencionarlo no insistió más. 

-claro, ya era hora, toda esa hermosa ropa necesita bonita lencería debajo. Déjame pagar los juguetes de los niños y podemos dejarlos un rato en la guardería del supermercado.

Para vergüenza de Yeremaya, ambas mujeres los dejaron en la guardería ¡el ya tenía doce años! Pero se consoló a si mismo recordándose que tenía que cuidar a Andreas, que era más pequeño y dependía de él, por lo que quedarse en ese lugar no le pareció tan malo. 

Maya y Nina entraron a una tienda de lencería del mismo centro comercial, claro los comercios aquí no tenían las llamativas y costosas marcas del sitio a donde Jasón la había llevado a comprar su teléfono, pero la lencería de esa tienda en específico aún era muy costosa y hermosa, una subdivisión de una marca muy prestigiosa. 

-¿qué te parece esto?- Maya le mostro un bonito conjunto de encaje que incluía un corsé y ligueros. Nina sonrió, porque aunque era encaje cubría bastante y eso la haría sentirse más cómoda. 

-es lindo- respondió, ir de compras sola habría sido un poco incómodo para ella, pero con maya simplemente mostrándola una pieza tras otra sintió que todo era muy normal y comenzó a escoger prendas sin temor. Solo cuando maya le mostro un mini quimono con una tanga incluida se mordió el labio inferior-. Maya…ya es mucho- después de las compras para Andreas ella había quedado algo corta…además…ella no iba a usar una tanga. 

-¿quién dijo que tú vas a pagar por esto cariño? ¿No te dio tu príncipe una tarjeta dorada?- pregunto y Nina movió sus pies incomoda.

- bueno…lo…lo hizo…pero estas son compras muy  personales…no debería usarla- ella ya la había usado para pagar algunos servicios del departo y mínimamente en compras para artículos del hogar como Jasón le había indicado, pero sentía que usarlo para comprarse más ropa seria excesivo.

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora