Banca para dos

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Bruno, en medio de aquellos dos, no sabía qué diablos estaba pasando y miro de uno a otro sin comprender.

-¿ustedes se conocen?- no era posible, su prima había estado la mayor parte de su vida aislada y negándose a salir, deprimida por su hija perdida. Al principio la había buscado pero pasados los meses se había aislado y solo la mantenía la esperanza de encontrarla. Hacía apenas un par de años habían logrado que la terapia la levantara y comenzara a retomar su vida. ¿En qué momento podría haber conocido a Alexei?

Valentina asintió, ella había tomado años de terapia, nunca había culpado a Alexei por lo que había pasado, eran muy jóvenes y su papa nunca la culpo por quedar embarazada, su nena había sido bien recibida.

En aquel tiempo Alexei había desaparecido de repente, nunca supo sus razones pero siempre sintió que debería haber pasado algo para alejarlo. El no había desaparecido después de acostarse con ella, ellos habían estado juntos medio verano antes de que el desapareciera. A veces incluso lo recordaba y deseaba que no le hubiese pasado nada malo y que estuviese bien en algún lugar. El había sido su primer y único amor y había aprendido a recordarlo con cariño.

-Alexei y yo nos conocimos hace mucho tiempo, en el viaje de graduación que me regalo papa cuando salí de la preparatoria- le explico a su primo y este de inmediato miro a Alexei como si este tuviese de repente otra cabeza.

En otro momento Alexei se habría confundido por la reacción, pero sabiendo de la existencia de Nina, el lo entendía perfectamente. Que el sujeto no le rompiera la cara ya se consideraba civilizado.

-creo que deberíamos hablar- Alexei le ofreció su brazo y Valentina lo observo en silencio, como si algo pudiese a salir del brazo ofrecido y finalmente suspiro y con gesto triste asintió.

-también lo creo.

Nunca había vuelto a encontrar a ver a Alexei, también había sido un romance juvenil, sabia su nombre pero no su apellido, tampoco había querido preguntarlo porque ella misma no había dado el suyo, no quería a su familia pesando más que ella misma. Nunca había podido decirle que habían tenido una hija y que esta había desaparecido.

Pensando en lo dolorosos que habían sido los años para ella, se pregunto si debería decirle a Alexei aquella verdad ¿no sería demasiado cruel decirle que tenía una hija, solo para después confesarle que estaba perdida? Por otro lado los recursos de Alexei no eran pocos...quizá juntos sería más fácil dar con ella.

-¿De que deseas hablar?- Valentina le pregunto cuando llegaron al jardín interno del salón y la música y el murmullo de los invitados se quedo apagado tras los ventanales- Hay algo importante que quiero decirte, pero está bien escucharte primero- concedió.

-creo que se dé que quieres hablar- le sonrió preguntándose como su pequeño rostro podía ser aun más hermoso que en sus recuerdos.

-difícilmente- Valentina sonrió tristemente.

-no me subestimes- Alexei saco con cuidado el colgante que llevaba en el bolsillo y lo levanto mostrándotelo- la encontré mi Sirena- la llamo por el viejo y sentimental apodo.

Valentina observo el colgante y lo reconoció anonadada, extendió los dedos temblorosos y lo tomo contemplando el delicado grabado en el mental...ese era el collar de su bebe ¿Cómo era posible? Reparo entonces en lo que Alexei había dicho y levanto la mirada emocionada y temerosa de haber escuchado mal.

-¿Qué dijiste Alexei?- pregunto angustiada.

-encontré a nuestra hija, cariño- le sonrió y el corazón se le estrujo al ver los ojitos verdes llenarse de lagrimas y su hermoso rostro distorsionarse en una mueca de entre desesperación, angustia, felicidad y miedo.

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora