Café

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Levaban ya bastante tiempo hablando cuando Valentina vio a su primo hermano asomarse por centésima vez por el ventanal para ver qué pasaba. Sonrió un poco y se puso de pie.

-Creo que debería volver a la fiesta, es mi fiesta después de todo- se justifico y Alexei también se puso de pie.

-entiendo, pasare por ti mañana a medio día ¿te parece?- tomo suavemente los dedos de la mano derecha ajena mientras hablaba- vives en la casa principal de los Bianchi ¿cierto?

Valentina asintió y Alexei levanto la mano ajena para besarla y despedirse.

Valentina volvió a la fiesta y su primo se acerco inmediatamente para tomar su brazo y escoltarla discretamente al baño cubriéndola naturalmente con su cuerpo.

-deberías arreglarte el maquillaje- le murmuro suavemente.

-Gracias, Bruno- le agradeció su consideración.

-¿todo bien?- Bruno, como todos en la familia se preocupaban por ella, había costado mucho que se levantara sobre sus propios pies y aunque ahora parecía una mujer increíblemente fuerte aun tenían fresca la imagen débil y deprimida en su memoria.

-mejor que nunca...

La fiesta continua como se había planeado y pese a que Valentina creyó que le costaría dormir de la emoción de conocer a su hija al día siguiente lo cierto es que todo el llanto y la fiesta la dejaron exhausta y durmió nada más tocar la almohada. Sin embargo se levanto a primera hora ansiosa por ver a su niña. Desayuno, se arreglo y paso la mañana pensando en cómo sería conocer a su hija. Reviso entre los tesoros de la familia y se detuvo a si misma ante la tentación de tomarlos todos para llevárselos.

Pensó en que debería llevarle algún presente y al final decidió que flores y un pastel de su pastelería favorita seria más adecuado.

Cuando al medio día, Alexei se estaciono frente a la mansión Bianchi y vio a su sirena rubia salir se maravillo del cambio. Había poco maquillaje en el rostro ajeno y su cabello no estaba estilizado como el día anterior, tenía un moño flojo, pantalones blancos y una camisa holgada, zapatos de piso y un pequeño bolso a juego. Había pequeños y brillantes pendientes en sus orejas y una sonrisa enorme y sincera en sus labios.

-luces maravillosa- Alexei la alabo nada más llegar frente a él y Valentina soltó una risita.

-¡Gracias! – una mujer del servicio estaba tras ella y Valentina se giro para tomar el pastel en sus manos- pedí pastel para llevar como regalo ¿crees que este bien?

Alexei solo asintió, el recordaba que Valentina había sido un huracán que había arrasado con todo dentro de él hacía más de veinte años, pero siempre creyó que eran asuntos de la juventud. Pero tenía que admitir que ella aun movía enormes olas en su corazón.

Mientras viajaban, se quedaron en silencio en el auto y después de algún rato Valentina se giro a verlo, pero no hablo.

-¿Qué ocurre?- Sentía su mirada sobre él, aunque mantuvo la mirada en el camino.

-ha pasado mucho tiempo, pero aun quisiera saberlo...- comenzó.

-¿saber qué?- Alexei le dedico una rápida mirada de reojo antes de concentrarse de nuevo en el frente.

-¿Por qué te fuiste?- nunca lo culpo y deseaba que estuviese bien, pero él estaba mejor que bien. Así que... ¿Qué había pasado?

Alexei suspiro y asintió.

-debí decírtelo antes- ni siquiera debió esperar a que ella preguntara-. Mi abuela estaba enferma en esos días, mi abuela Rose era la persona más cercana que tuve. Ella me llamo esa tarde por que quería cenar conmigo, yo había pasado casi todos los días contigo en ese tiempo y me sentí culpable de no dedicarle tanto tiempo como antes y volví de inmediato a su casa- él se había estado quedando en un hotel para pasar más tiempo con Valentina en aquellos días-, así que regrese al Palacio y pasamos esa noche juntos. Ella estaba muy nostálgica y me hablo de lo que la casa significaba para ella, recordó a sus padres, al abuelo y también me dijo que deseaba tras su muerte. Ella debió presentir algo- relato- Porque ella murió esa misma noche mi tras dormía. Tuvo una muerta pacifica y eso ayudo un poco al dolor, pero aun así me rompió el alma, me devasto por completo. No paraba de sentirme culpable por no volver al palacio en esos últimos días. Los trámites post mortem me absorbieron. Y no era ni la sombra de lo que soy ahora, mi abuela quería que creciera como un muchacho normal, sin preocupaciones que no correspondieran a mi edad. Así que esa clase de trámites me absorbieron, no sabía qué hacer en nada. Papa llego unos días después y quiso llevar la cenizas de mi madre a la casa principal. Pero las cenizas de la bisabuela Margot y mi bisabuelo estaban en aquel palacio. Mi abuela deseaba que sus cenizas se lanzaran al mar pero mi papa decía que era una tontería. Ella era la matriarca de la familia y aun muerta era un símbolo- Gruño aun ahora-. Mi abuela no era un maldito símbolo. Deje de ser joven el día que mi abuela murió Valentina. Esa fue la primera gran pelea con mi papa. Mi abuela me dejo todo lo que tenia y desde ese día tuve que pelear con mi propio padre por mis acciones, por la casa, por el derecho de cumplir con el último deseo de mi abuela. Pase meses de peleas legales antes de poder conseguir algo... muchas veces quise buscarte, pero no quería que me vieras en el estado en el que estaba, cuando finalmente te busque ya habías vuelto a tu casa. Yo estaba un poco muerto por dentro en aquel tiempo y solo me resigne y me fui de aquí. No visite el palacio durante cuatro años. El tiempo que tarde en crecer y tomar las riendas de lo que era mío. Me convertí en la pesadilla de mi padre, nuestra relación es mejor ahora, mi madre ha hecho mucho trabajo de mediador debo decir. Pero aun somos distantes, incluso aunque ese hombre haría lo que sea que ella dijera.

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora