CAPÍTULO 31

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RYAN

No perdía el tiempo. Besaba a Michaela como si me fuera la vida en ello. Sus labios me volvían loco, tan suaves y tan dulces que les daba pequeños mordiscos y ella se removía en el sofá, excitada. Poco a poco notaba como mi parte favorita del cuerpo iba reaccionando a lo que pasaba entre ambos. La tensión sexual... buff era demasiado grande. Desde que lo arreglamos y decidimos seguir juntos, entre los dos se creaba una burbuja de ardiente deseo, tan fuerte que había veces que no me daba tiempo a ponerme protección. De momento, no habíamos tenido ningún susto pero no iba a tentar contra la suerte. Así que alagué un brazo hacía el pequeño cajón que tenía al lado del sofá y saqué un preservativo. Me separé un poco de Michaela para romper el plástico.

-¿Por qué demonios tienes preservativos en el salón?

Me encogí de hombros.

-Por si nos da una urgencia, mi amor - y la besé rápidamente.

Michaela sonrió pero me robó el preservativo de las manos y nos quedamos mirándonos.

-Sabes que me gusta mucho cuando los dos tenemos esos momentos tan... románticos - me decía mientras pasaba su dedo índice por los botones de mi camiseta - pero dentro de un cuarto de hora tengo que estar lista que me voy con mis amigas.

-¿Y me vas a dejar así por tus amigas? Solo será un momento.

Le acaricié las piernas atrayéndola hacia mí, necesitaba sentirla, tenerla. Pero Michaela se resistía y cuando una mujer decía que no... bufé molesto y me senté en el sofá.

-Te prometo que cuando vuelva tendremos ese momento romántico, ¿vale? - me dijo besándome en la mejilla.

-Cuando vuelvas estarás muy cansada y me dirás que mañana por la mañana igual sí podremos. Sin embargo, cuando nos despertemos tendrás que irte a trabajar y no tendremos tiempo. Así que tendré que esperar hasta la tarde, eso si no tienes nada que hacer.

-Vaya... te sabes mi vida mejor que yo - se burló y se levantó del sofá.

La miré mientras se iba al baño, se contoneaba de manera muy provocativa y sabía que lo estaba haciendo aposta, solo para provocarme. Me mordí el labio inferior. Será capulla. Me tumbé en el sofá y suspiré. Me sentía muy feliz de estar bien con Michaela e incluso ahora pasábamos más tiempo que antes. Hacía poco habíamos decidido que pasaríamos todas las noches juntos en mi casa, luego hacíamos nuestras cosas (trabajar mayormente) y por la noche cenábamos y nos acostábamos. Prácticamente era como si viviésemos juntos y eso me encantaba. Ya para que todo fuera perfecto Iván tendría que desaparecer. 

Michaela todavía quedaba con él para tratar cosas del trabajo y aunque esa conversación se quedó en el pasado, todavía tengo la espina clavada con ese hombre. Era celoso y claro que no me gustaba ver a mi pareja con otro chico que no fuera yo, a pesar de que solo estuviesen juntos durante unos minutos al día. Me quemaba por dentro tener que estar viendo la televisión mientras ellos dos comían o cenaban. Y tan solo de pensarlo me ardía la sangre. Me calmé justo antes de que Michaela saliera del baño, mejor vestida y maquillada. Recogió sus cosas y las metió en su bolso, se acercó a mí y me besó en los labios.

-Me tengo que ir, voy a llegar tarde.

-Está bien. Ve con cuidado y si pasa algo me llamas.

-Vale.

Se dirigió a la puerta y se despidió de mí agitando la mano. Cerró la puerta y escuché sus pasos en la entrada. Unos minutos más tarde ya la echaba de menos.

LAURA

-¡Estoy harta de ti Derek!

-¿Qué se supone que he hecho yo ahora?

Sobreviviendo a mi playboy © (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora