CAPÍTULO 5

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KAREN

Hacía una hora que había amanecido. Abrí los ojos y vi, por la rendija de la ventana, como el sol lo iluminaba todo. Me incliné y de pronto sentí un dolor en la cabeza, la espalda y el cuello. Bostecé y me di cuenta de donde estaba. Me apoyé en el váter y me levanté. Había estado en el cuarto de baño desde las tres de la madrugada. A esa hora me desperté con una terrible náusea y unas ganas incontrolables de vomitar y, luego, ya no me pude levantar... me lavé la cara en el lava manos y me la sequé con una toalla. Levanté un poco la camiseta del pijama y me puse de lado. Todavía era muy pronto para ver los cambios físicos del embarazo, solo estaba de cuatro semanas y media, prácticamente un mes. Pero era raro. Mi cabeza aun no asimilaba que estuviera en estado, no sentía nada en el vientre. Aunque eso era normal, teniendo en cuenta que todavía era pronto.

Me bajé la camiseta y salí del baño. Kyle estaba dormido con la boca abierta en la cama. Sonreí. Me fijé en la hora. Todavía eran las seis y media de la mañana así que decidí volver a acostarme. Me puse de lado y cerré los ojos. Al cabo de unos segundos, noté que Kyle se movía y unos brazos me rodearon. Me apoyé en él mientras mi marido acariciaba mi barriga, aún plana.

-¿Cómo has dormido? - escuché que me susurraba en el oído.

-Teniendo en cuenta que me he despertado a las tres de la mañana con náuseas y que me he pasado tres horas y media metida en el cuarto de baño... no muy bien.

Kyle se enderezó y me miró, apoyándose en mi hombro. Me giré un poco para verle la cara, fruncía el ceño.

-¿Y no me has despertado?

-Estabas durmiendo y no quería despertarte.

Kyle rodó los ojos y se volvió a acostar pero esta vez boca arriba. Me atrajo hacía él y me acurruqué en su pecho. Él pasaba su mano por mi pelo y yo le acariciaba el abdomen con mis dedos.

-Deberías haberme llamado, ¿y si te hubiera ocurrido algo?

-Pero no me ha pasado nada. No seas pesado, te prometo que a la próxima te llamaré, ¿vale? - le dije mirándolo a los ojos.

Él asintió aunque no muy convencido. Kyle solo quería que todo saliese bien, que tanto el bebé como yo no corrieramos ningún tipo de riesgo. Pero algo así era normal que me pasara. Llevaba casi un mes en estado, los mareos y las náuseas son algo rutinario, él debería saberlo. Aunque algo me decía que no estaba así por no haberle llamado, sino que la sola idea de perderme, de perdernos, era algo que Kyle se negaba a imaginar. Pero no podía estar las veinticuatro horas del día pendiente de mí. En estas últimas semanas ha estado muy volcado con todo. Después de que su madre nos explicara todo lo que debería evitar durante el embarazo, Kyle se dirigió a la nevera y los armarios y, literalmente, lo tiró todo a la basura. Se metió en internet y buscó todos los alimentos que yo podía ingerir y luegos nos fuimos al supermercado a comprar. Fue una tarde muy estresante y agobiante. Y. aunque todo lo hiciera por mi bien y por el del bebé, había situaciones en las que se pasaba.

-Te quiero - me dijo de pronto.

Me deshice de su agarre y me incliné para besarlo en los labios. Con un mvimiento, Kyle me dejó abajo de él y procurando no aplastarme, profundizó el beso. Pasó una mano por debajo de mi camiseta y jadeé ante el contacto. Le cogí el cuello de su camisa y lo atraje más a mí, si eso era posible. Me acarició los pechos y noté como mi vagina se iba humedeciendo. Si no parábamos con esto haríamos ciertas cosas que aunque me moría por hacer, era mejor evitarlo. Nos separamos justo cuando Kyle estaba bajándome el pantalón del pijama. Los dos jadeábamos y nos miramos a los ojos. Tenía ese brillo que tanto amaba en sus hermosos ojos. Apoyamos nuestras frentes en la del otro y nos volvimos a besar. Pero esta vez no duró más de cinco segundos. Suspiré cuando mi marido se levantó de la cama y se dirigió a paso apresurado al baño. No podíamos seguir así, en las últimas semanas hubo varias veces en las que nos habíamos dejado llevar y en que casi habíamos hecho el amor. Y, aunque me moría de ganas por hacerlo, no sabíamos si era bueno para el bebé. Así que habíamos decidido ir al ginécologo a principios de agosto, es decir, el mes que viene. Sin embargo, algo me decía que no podríamos aguantar mucho más sin tener relaciones sexuales.

Sobreviviendo a mi playboy © (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora