CAPÍTULO 3

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SONIA

Era sábado por la tarde y como James y yo no teníamos nada que hacer decidimos ir al cine. Estaba terminando de ducharme mientras pensaba en lo que había cambiado mi vida desde que conocí a mi chico. Nunca pensé que encontraría a mi amor verdadero justo el día en el que rompí con mi ex, todo había sido tan raro e incómodo. Pero, estaba encantada de que así fuera. Y, aunque, nuestra relación iba (para mi gusto) un poco rápido todo había sido perfecto. Nada más empezar la relación, un tiempo después, James y yo decidimos vivir juntos. No queríamos perder el tiempo. Parecía que todo nos iba bien pero había un tema que me preocupaba y aunque James no lo admitiese yo sabía que a él también le preocupaba.
Aún no me había entregado a él, no habíamos podido tener relaciones todavía y yo estaba aterrada. Era cierto que un tiempo atrás se lo comenté, lo pensé durante toda la tarde y por la noche decidí que quería hacerlo, quería que él me hiciese suya. Sin embargo, cuando estábamos  a punto de hacerlo, no pude. Me bloqueé y le dije que no quería. Lo hablamos durante toda la noche y James me aseguró que no tenía ningún problema, que poco a poco. Me avergonzé. Por eso, y aunque me cueste admitirlo, aun soy virgen.

Salí de la ducha con ese pensamiento rondando por mi cabeza. ¿Por qué no podía ser como una chica normal? ¿Por qué me daba tanto miedo tener relaciones sexuales? Estaba realmente agobiada con ese tema, quería expresarle todo lo que sentía a mi novio pero sabía que con los besos y las caricias no era suficiente, él necesitaba más, se lo merecía. Y yo no se lo estaba dando.

James tocó suavemente a la puerta y la abrió un poco. Sonrió cuando me vio solo con una toalla cubriéndome el cuerpo. Rodé los ojos.

-¿Qué quieres?

-Saber cuanto te queda, vamos a llegar tarde a la sesión de las cinco.

-Ya salgo - le dije pero él no se movió - vete que me tengo que cambiar.

A regañadientes me hizo caso. Me sequé el cuerpo y me puse lo que había elegido; un vestido granate muy sencillo y unas sandalias blancas. Cogí el secador y me sequé el pelo, luego lo cepillé y por último me maquillé un poco. Salí del baño, cogí lo que necesitaba y James y yo nos fuimos al cine.

Como el centro comercial no estaba muy lejos de donde vivíamos no quisimos coger el coche. Hoy hacía un día muy bonito y me apetecía dar un paseo con mi chico. El pueblo al que me había mudado hacía casi un año y en el que conocí a James no era muy grande pero lo tenía todo, era como una mini ciudad.

Le cogí la mano a mi novio y le besé en la mejilla. Él me sonrió y seguimos caminando en dirección al centro comercial. Habíamos decidido ir a ver una de miedo. Y, aunque, a mí no me gustaban para nada, accedí por él. A James le encantaban ese tipo de películas y yo solo quería verlo feliz. Pero, cuando llegamos y vimos que estaba de estreno la de It 2, mi novio me miró sonriendo y capté enseguida que era esa la que quería ver. Suspiré y le dije que si él quería esa pues veríamos esa. Pagamos las entradas y las palomitas. Esperamos a que nos dijesen que podíamos entrar, cuando estuvimos sentados en las butacas y las luces se apagaron me aferré al brazo de mi novio. Él hizo una mueca de dolor y aflojé un poco mi agarre, le sonreí y me besó en los labios. James entendía que las películas de miedo me horrorizaban, podía incluso llegar a tener pesadillas. Me pasó un brazo por la espalda y me apoyé en su hombro. Estar con él me tranquilizaba, sonreí y empecé a comer palomitas hasta que la película empezase... no tardó mucho.

A cada segundo cerraba los ojos con fuerza esperando a que la escena pasase. El maldito payaso aparecía en todo momento y solo deseaba que la película terminase de una vez. James se reía y yo le fulminaba con la mirada. ¿Cómo le podía hacer risa eso? Ya cuando solo quedaban unos minutos de película, me tapé los ojos con las manos esperando que ese momento pasase de una vez. Sin embargo, James me quitó las manos de la cara y me besó justo en el momento en que casi todas las personas que había en el cine gritaron.
Cuando nos separamos, los créditos estaban pasando por la pantalla grande. Me sonrió y se levantó, lo seguí y salimos del cine. Le pegué varias veces en el hombro pero James solo se reía. Se acercó por mi espalda y me cogió la cintura.

-Te amo - me susurró en el oído.

Yo solo podía sonreír. Me había dicho "te amo", la primera vez que me lo decía. Me soltó y me volví hacía él. Nos besamos y noté como algo que no podía expresar con palabras me recorría de arriba a abajo. Nos separamos con una sonrisa y apoyamos nuestros mentones en el del otro.

-Yo también te amo - le dije.

Cerró los ojos y unas lágrimas se le escaparon. Me alejé de él y se las enjuagué. Me quedé sorprendida cuando volvió a abrir los ojos y se echó a llorar, todas las personas que pasaban a nuestro alrededor nos miraron un tanto extrañados y unos cuantos con ternura.

-¿Qué pasa?

-Nada... es que... no me imagino... una vida... sin ti - dijo hipando.

Le sonreí y le abracé. Este chico era demasiado para mí. Me amaba, me respetaba y me acababa de decir que yo era lo más importante en su vida. No podía pedir más. Y, es que, yo tampoco me imaginaba una vida sin él.

Cuando se hubo calmado, y viendo que ya eran las ocho de la noche, decidimos sentarnos en la pizzería del centro comercial. Era un poco pronto para cenar pero ambos teníamos hambre así que pedimos una barbacoa para los dos.

-No me ha gustado la peli - dije mientras esperábamos la pizza.

James me miró alzando las cejas y sonriendo de lado.

-Lo sé, si lo único que has hecho ha sido taparte los ojos con las manos y pedir que se terminara ya.

-¡Han sido las dos horas y cincuenta minutos más largos de mi vida!

Mi novio se echó a reír, me cogió las manos y las besó. Me ruboricé al instante, hacer ese tipo de cosas cuando había mucha gente alrededor solo podía hacerlo él. Pero me gustaba que lo hiciese.

-Tengo que decirte una cosa - me dijo soltando mis manos y enderezándose en la silla.

Levanté ambas cejas, diciéndole que continuase. Por el tono en el que lo había dicho y por sus posturas en la silla, apuntaba a que sería una cosa mala. Esperaba que no estuviese en lo cierto. Abría la boca y la volvía a cerrar como no sabiendo cómo decírmelo. Me estaba empezando a poner nerviosa. ¿Y si me decía que no me quería? ¿Y si quería olvidarse de mí y romper? ... no podía ser, acababa de decirme que no se imaginaba una vida sin mí, ahora no podía romper conmigo. Y yo lo conocía, y sabía que no podría hacerlo. Aunque, sino era nada malo, ¿por qué no me lo decía? Odiaba cuando él tenía alguna cosa que decirme...

-Pero te lo diré más tarde, primero cenemos.

No podía ser verdad. ¿En serio iba a tener que esperarme para que me lo dijese? El camarero nos trajo la pizza y James empezó a cortarla en pedazos. Lo miraba directamente a los ojos, deseando que fuera una broma y que me lo dijera. Sin embargo, no fue así, y siguió cortando. Bufé y cogí un trozo llevándome lo a la boca. Cenamos con tranquilidad mientras hablábamos de nuestras cosas.

-Y... ¿no me puedes dar una pista sobre eso que tienes que decirme? - le pregunté de pronto, sonriéndole.

Él negó con la cabeza, masticando el último trozo de pizza. Suspiré frustrada, esperando que se terminase ya la noche para que me lo dijera. No me gustaban las sorpresas. Cuando nos terminamos la pizza, mi novio me dijo si quería algo de postre. Le miré seriamente y negué con la cabeza. Él sabía muy bien que solo quería que me lo contara, se echó a reír y pagó al camarero. Nos levantamos de la mesa y nos fuimos del restaurante. Estábamos dirigiéndonos a la salida del centro comercial cuando me paré y me crucé de brazos. Podría parecer una niña pequeña pero ya estaba harta de esperar. James se giró y me miró, intentando disimular una sonrisa. ¡Encima se reía! Será capullo...

-Vamos amor, ya es de noche y no quiero tardar mucho en llegar a casa.

-Y yo no quiero esperar más, así que dime lo que me tengas que decir.

-¿No puedes esperar a que lleguemos a casa?

-¿Y entonces por qué me has dicho que tenías una cosa que decirme, en lugar de esperar a que estuviésemos allí? Me he pasado toda la cena nerviosa. Dime, ¿es algo malo?

-¿Qué? ¡No! - dijo James acercándose a mí.

Me tomó por los brazos y me besó en la mejilla.

-Anda vamos, te lo cuento por el camino, ¿vale?

Asentí con la cabeza y suspiré. Empezamos a caminar hacia casa y me alivié al escuchar que no era nada malo lo que tenía que decirme. Por lo menos me había aclarado algo. Me aferré a su brazo y apoyé mi cabeza en su hombro. El cielo estaba bastante cerrado y apenas las farolas nos iluminaban el camino. Empecé a temblar y, aunque estábamos en julio, por las noches este pueblo se volvía como el polo norte. Me maldije por no haberme traído una chaqueta. Sin embargo, mi novio era muy caballeroso y se quitó su chaqueta para ponermela sobre los hombros. Le sonreí.

-Bueno... entonces dime - dije nada más curzar una zona peatonal.

-No pierdes el tiempo, ¿eh?

-No, ¡venga dímelo!

-Vale, vale. Y yo que lo quería hacer romántico...

-¡James!

Él se rio y me hizo parar en medio de la acera. Le miré extrañada. Como me soltara una chorrada... al principio tartamudeó un poco pero luego respiró hondo y me dijo...

-Hola Sonia, cuanto tiempo, ¿no?

Me giré para encararme con la persona que teníamos enfrente. Su voz me sonaba vagamente familiar pero no recordaba quien era. Se nos acercó un poco y cuando la farola le iluminó...

-¿Nicholas?

Él sonrió y se cruzó de brazos. Su cara. Tenía el labio roto, las mejillas con varios cortes superficiales, la nariz estaba vendada y las cejas con el mismo aspecto que el labio. Tragué saliva, solo esperaba que se fuera.

-¿Quién es? - me preguntó mi novio.

-¿Qué no te acuerdas del chico al que pegaste solo por besarla? - dijo señalándome.

James frunció el ceño un par de segundos y luego alzó las cejas. Me miró y luego lo miró a él. Hasta que por fin se acordó de que ese chico era al que había pegado hacia ya unas semanas atrás y que luego yo le supliqué que llamásemos a una ambulancia. Esa sonrisa que ahora Nic tenía en la cara solo me decía que se avecinaban problemas. Ojalá nunca hubiese vuelto a retomar el contacto con mi ex novio pero estaba tan cabreada con James por no contarme que era gigoló, que ni siquiera pensé en que Nicholas me había engañado con mi mejor amiga e hice el ridículo por besar a un tipo como él...

-¿Sabes? - dijo caminando hacia mí - me dolió mucho que no vinieses a visitarme al hospital.

Me rodeó por detrás y me acarició la cintura. James lo miraba atento a cada movimiento que Nic hacía. Solo quería que mi ex se fuese y que no volviera  a aparecer en mi vida... en nuestras vidas.
-Te estuve esperando. Todos los días durante una semana. Deseando que vinieses aunque solo fuera durante un minuto...

-E hice bien. Nunca debí de haber retomado el contacto contigo Nicholas...

-Nic, prefiero que me llames Nic. Nicholas suena tan... serio. Lo entiendo Sonia, entiendo que te hice daño al follarme a tu amiguita pero es que eras tan estrecha...

-No le hables así - dijo James entre dientes.

Nicholas lo miró con asombro, se acercó a él y le tomó por los hombros.

-Si el mudito habla - exclamó - ¿qué? ¿Ya te lo has follado? Porque la última vez que nos vimos estabas muy tenso amigo. Mira como me dejaste la cara, chaval.

Después de decir eso, Nicholas apretó los hombros de James con sus manos. Mi novio gruñó, se giró para pegarle pero Nic fue más rápido que él y le cogió por la muñeca, impidiendo que le golpease.

-No, no, no. No empieces así, la última vez me ganaste y me pegaste una paliza pero esta vez - dijo doblando el brazo de James - será diferente.

James gritó cuando mi ex lo soltó. Le toqué el hombro pero me apartó a un lado y se abalanzó sobre Nicholas. Le grité que no lo hiciera pero no me escuchaba, estaba totalmente enfocado en pelearse con mi ex. Le maldije una y otra vez mientras veía como Nic le tiraba al suelo y le pateaba el costado. Quise intervenir más de una vez pero una sola mirada de James bastaba para que entendiese que él quería verme lejos de ese lío. No iba a irme si eso era lo que quería, pero no intervine. Y vi con mis propios ojos como el chico que más odiaba en el mundo y que me había traicionado le pegaba puñetazos al chico que más amaba. Derramé una lágrima cuando le salía sangre de la boca y de la nariz a James. Derramé otra cuando Nicholas le pegó una última patada en el estómago. Y caí de rodillas, llorando desconsoladamente, cuando mi ex se fue con una de sus sonrisas en la boca como si no hubiera pasado nada. Me arrastré hasta el lado de mi novio. No había nadie a nuestro alrededor. No había nadie a quien pedirle ayuda. Le cogí las manos a James, las tenía heladas. Grité y grité para que alguien me escuchase. Le zarandeé para despertarlo, para que nuestras miradas conectasen y para que me regalara una sonrisa. Para que me dejara tranquila sabiendo que estaba bien. Le llamé, una y otra vez, pero no se despertaba. Le pegué en el pecho repitiendo su nombre constantemente.  Le necesitaba. Necesitaba que estuviera bien, que estuviera vivo...

Alguien, en algún momento, llamó a una ambulancia. Miré a mi alrededor y vi a unas cuantas personas murmurando entre ellas. No les hice caso. Sin embargo, un hombre me despegó del amor de mi vida y se lo llevaron dentro de la ambulancia. Corrí hacia su lado pero el mismo hombre me retuvo a su lado. Me giró y abrió la boca. No sabía que me decía. Simplemente, no le escuchaba. Me llevó dentro de la ambulancia y me sentaron en una silla, al lado de la cama de James. Pasé todo el trayecto mirándolo. Ojalá estuviese bien. Ojalá no le pasara nada. Había sido tan tonta por haber traído a Nicholas de vuelta a mi vida. Tan tonta por volver a besarlo aquel día aun sabiendo que fue él quien me engañó. Había perdido mi orgullo y dignidad al dejar que un ser como él volviese a tenerme. Ojalá no lo hubiese hecho. Ojalá esto no estuviese pasando.
Cuando llegamos al hospital bajaron a James enseguida. Quise ir con él pero no me dejaron. El mismo hombre que me había alejado de mi novio me sentó en un banco que había fuera del hospital. Me tendió la camiseta de James, la cual le habían quitado nada más atenderlo y se sentó a mi lado. Estuvo más de media hora intentando que yo le dijese lo que había pasado. No quería hablar, solo quería verlo. No me dijo nada más y entró al hospital. Me dejó ahí, sola, con mis pensamientos.
Dejé caer la camiseta y me llevé las manos a la cara. ¿Por qué le había tenido que pasar esto a él? Todo había sido mi culpa y si a James le ocurriese algo malo jamás me lo perdonaría. Suspiré, cerrando los ojos. Necesitaba calmarme. Ya había llorado lo suficiente, debía centrarme en mi novio. Me levanté, dispuesta a que me dijesen algo sobre él cuando un sobre blanco cayó al suelo justo en el momento en que cogí la camiseta de James. Lo recogí y con manos temblorosas lo abrí.

Había una nota junto a dos billetes de avión.

Sobreviviendo a mi playboy © (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora