CAPÍTULO 15

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KYLE

Habían pasado unos días desde que volvimos del hospital. Karen había tenido mucho cuidado y se había puesto la crema todos los días, pronto ya podría volver a hacer las cosas que hacía antes aunque no fueran muchas. Habíamos tenido más tacto cuando hacíamos el amor y ya no habíamos vuelta a tener ningún problema, todo había vuelto a como era antes.

Sin embargo, había un problema. Estaba en el dormitorio de mi mujer y mío, trabajando con unos compañeros de la empresa que viven en Estados Unidos. Me había dicho que la cosa no pintaba muy bien y, aunque no lo habían sugerido (todavía), querían que fuese y que trabajara desde allí. Y eso era un auténtico caos. Porque mi mujer estaba embarazada y no me gustaría dejarla sola en estos momentos. Me uní a una reunión vía Skype y estuve una hora y media hablando con ellos. La empresa decaía por momentos, y si seguíamos así no iba a poder salvarla a finales de este año. La perdería y entonces, perdería a mi padre también para siempre.
Cuando la reunión finalizó tenía un viaje pendiente por hacer. Y ahora lo peor era comentarselo a Karen, seguro que no le haría ninguna gracia. Apagué el ordenador y me fui abajo. Sonia y mi mujer estaban sentadas en el sofá, viendo alguna película en Netflix. Me senté en medio de las dos y me apoyé en el hombro de Karen mientras que con una mano acariciaba suavemente su barriga. Ella me miró y sonrió. Tendría que decírselo ahora pero estaba tan relajada y contenta que no pude hacerlo. Después se lo comentaría, sin falta.

-¿Qué es está mierda? - les pregunté acomodándome en el sofá.

Karen apartó un momento la mirada de la tele para dirigírmela a mí.

-¿Mierda? Perdona pero es una película muy bonita y romántica.

-Pues eso, una mierda.

Me contuve para no reír cuando mi mujer levantó el brazo para pegarme.

-Au, mujer que no es para tanto.

-Vuelve a decir que es una mierda y te tragas el mando a distancia - dijo a punto de llorar.

-No me digas que vas a llorar - pues verás cuando te cuente que me voy durante tres meses a Estados Unidos, vas a flipar.

-Son las hormonas imbécil.

Ya no pude más y me empecé a reír como un loco. Pero Karen se cabreó más y se levantó para poder pegarme mejor. Se enfadó tanto que incluso Sonia tuvo que separarnos.

-¿Queréis relajaros? El bebé lo nota todo, y además, Karen debe de reposar.

-Es cierto, es cierto - dije para intentar liberar un poco de tensión.

-Capullo - me dijo y volvió a recostarse en el sofá pero cuando quise tocarla me apartó con un manotazo.

Sonreí y me alejé unos centímetros de ella, para darle algo de espacio. En estos días no era muy conveniente hacer enfadar a Karen o hacerla llorar, tenía un humor de perros. Terminé de ver la dichosa película con ellas pero cuando terminó, mi mujer se adueñó del mando a distancia y ya no lo soltó. Y ni siquiera se me ocurría quitárselo o pedírselo, no quería que me asesinase, iba a ser padre y tenía que vivir para contarlo.

A las cinco de la tarde me pareció una buena hora para contárselo porque Sonia se había ido al hospital a ver a James y mi mujer y yo estábamos solos en casa. Limpié rápidamente el polvo de las estanterías y al terminar lo guardé todo en un armario de la cocina. Karen estaba sentada en el sofá con el portátil entre las manos. Me senté a su lado y me quedé mirándola, hasta que ella notó que la miraba y dejó lo que estaba haciendo (que no tenía ni pajolera idea de lo que era) y me miró.

-¿Ya has limpiado?

Asentí con la cabeza y no se me pasó desapercibido el tono con que dijo eso. Sí, me había convertido en un empleado para ella porque como no podía permanecer ni quince minutos de pie pues desistió de la idea de ocuparse de la casa y me lo mandó hacer a mí. Al principio me negué pero luego se enfadó conmigo, estuve durmiendo unos días en el sofá y me tenía a dos velas así que terminé aceptando. Apagó el ordenador y se acurrucó a mi lado. Lo que más me gustaba de ella era que después de que me insultara, me golpeara y se cagara en todos mis muertos, luego era la más tierna del mundo. Le besé la frente y le levanté un poco la camiseta. Me incliné para besarle la tripa y ella empezó a reírse, diciéndome que le daba cosquillas.

Seguí besándola  y ella seguía riéndose. Y ese sonido era el más hermoso del mundo.

-Hoy - beso en el vientre - aprovechando que no está Sonia - otro beso pero esta vez en el cuello - podemos hacer alguna cosa - beso en los labios.

Karen me siguió el beso y se aferró a mi cuello. Segundos después empecé a sentir lo que siempre sentía cuando la besaba. Y no quise separarme nunca de ella, ni aunque me faltara el aire...

-¿Cómo te ha ido la reunión? - me preguntó y yo me eché a su lado.

-Bien, ya sabes, como siempre. Mucha información.

Ella asintió y estuve a punto de decírselo, a punto de contarle que tendría que pasar los siguientes tres meses en Estados Unidos por un puto problema de la empresa, pero cuando la miré a los ojos, éstos estaban llenos de un brillo especial y no podía arruinar este momento. No me iría hasta la semana que viene, había tiempo para contárselo.

LAURA

En varias ocasiones tuve la oportunidad de mandar a Karen al infierno, pero no lo había conseguido. Sobre todo por el estúpido de Derek y porque esa maldita chica tenía mucha suerte. Vigilaba a Karen siempre que salía de su casa, era como su sombra y aún no entendía como no me había podido descubrir, eso afirmaba mis sospechas; era demasiado tonta. La esperaba fuera del supermercado cuando ella iba a comprar, cuando paseaba sola esperaba a que cruzase un paso de peatones para atropellarla pero nunca conseguía hacerlo. O el coche se me quedaba sin batería o la estúpida daba la vuelta por la acera y se perdía por las calles residenciales. Un día, Derek me llamó al móvil para saber donde estaba y perdí de vista a Karen, esa fue la última vez que le cogí el teléfono cuando estaba fuera de su casa.

Pero hoy era el día definitivo, hoy si iba hacer que Karen muriese, sí o sí. Estaba aparcada justo al lado de donde vivía y esperaba a que ella saliese a dar una vuelta o hacer alguna cosa. Había vigilado todos sus movimientos y sabía que hoy iba a salir, todas las semanas lo hacía. Y no tardó mucho en hacerlo. Cuando la vi abrir la puerta, me escondí en el asiento para que no me viese y de paso escuchaba lo que decía:

-No vayas muy lejos, sabes lo que el médico te dijo.

-Lo sé cariño, pero ya estoy mejor, necesito despejarme un poco de estar en casa. Tú puedes seguir limpiando, aprovechando que Sonia hoy se ha ido - le dijo a MI chico.

-Ja ja ja ja, que graciosa, ven que te de un beso.

Me moría de ganas de salir de donde estaba y pegarle un tiro en toda la cabeza.

-Ves con cuidado, cielo.

No dijeron nada más y cuando escuché la puerta de la casa cerrarse, salí de mi escondite. Karen caminaba a unos metros por delante de mí y esperé a que se alejara más para poner el coche en marcha. Estaba decidida, hoy iba a ser el último día de Karen.

Mis ojos se iban iluminando a medida que pensaba en su muerte. Deseaba verla en el suelo, gritando de dolor, gritando para que alguien la ayudase. Pero no, demasiado tarde. Ella moriría desangrada y yo lo vería todo en primera fila, con la única excusa de:

Fue un accidente, estaba loca, se me lanzó al coche. Yo no he hecho nada malo.

Perfecto, haría ver a todos los demás que yo solamente era una chica inocente víctima de una loca suicida. Con un movimiento de cabeza volví a donde estaba. En el coche, siguiendo a la chica que se había llevado mi futuro. Y entonces la vi. Vi esa oportunidad. No había nadie en los alrededores, una calle desierta, mi semáforo estaba en verde pero el suyo en rojo. Esperé a que cambiara, para que ella cruzase con total seguridad para así atropellarla. Contaba los segundos que faltaban para que mi felicidad empezase. Impaciente y ansiosa, cegada por el odio puro por esa chica.

En cuanto el semáforo cambió de color y Karen empezó a cruzar el paso peatonal, aceleré lo máximo que pude y cerré los ojos en el momento en que el coche tropezó con algo... o alguien. Feliz, solamente feliz, era como me sentía. No pensé en nada más, solo en el enorme alivio que sentía. Ahora Kyle era solamente...

Abrí los ojos de golpe y no pude frenar a tiempo. El coche se elevó por encima de la acera y no paró hasta chocar contra una farola. Me golpeé contra el volante, haciendo que el airbag se soltase. Me apoyé la cabeza sintiendo un fuerte dolor en ella. Me llevé la mano a la frente y cuando la alejé, estaba llena de sangre. Y creí que me desmayaría ahí mismo, sino hubiese sido porque una persona intentaba tirar de mí hacia fuera del coche.

Me mantuve despierta lo suficiente para poder ver, observar el cuerpo de Karen tendido en la calle. Mis ojos se abrieron de par en par cuando al girar la cabeza no había nadie, ningún cuerpo, ni siquiera sangre. Tragué saliva y miré a la persona que me había ayudado a salir. Y fue ahí cuando me desmayé. Con la imagen de Karen mirándome, una mirada entre preocupación y sorpresa.
Me desperté sobresaltada y al instante en el que me incliné, me llevé una mano a la cabeza. Me dolía horrores y cuando quise girarla, una punzada me recorrió toda la columna vertebral y terminó en la nuca. Estuve a punto de gritar pero me contuve. Aparté las sábanas y me senté al borde de la cama. Cuando iba a levantarme, alguien entró por la puerta.

Derek dejó una toalla con un cuenco lleno de agua en el escritorio y se acercó hacia mí. Se arrodilló un poco y me inspeccionó. Estuve a punto de empujarlo, coger el cuenco y tirárselo en la cara. Odiaba que me viera como si todo me afectara, se creía que era débil y estaba muy pero que muy equivocado.

-¿Qué has hecho? - me preguntó mirándome ahora con dureza en los ojos.

Me encogí de hombros y evité cualquier tipo de conversación. Me levanté de golpe y di un paso hacia la puerta pero, entonces, mi cabeza empezó a dar vueltas y me mareé. Derek me cogió a tiempo de que cayera al suelo y me volvió a echar en la cama, despacio. Entre abrí los ojos y observé como iba hacia el escritorio. Cogió el cuenco y la toalla y volvió a mi lado suspirando. Sumergió el paño y lo mojó, luego lo pasó por mi frente. Una y otra vez hasta que yo recuperé un poco de color.

-Ibas a atropellarla, ¿verdad?

-¿Cómo sabes eso?

-No soy tonto, ¿sabes Laura? Sé que has ideado otro plan, sola y sin contarme nada. Te has pasado, no puedes ir matando a la gente que te caiga mal. cuando saliste de casa y te fuiste con mi coche, entonces te seguí. Y fue una suerte que Karen no decidiera cruzar porque si hubiese sido así... yo la amo Laura, ¿te gustaría que yo matara a Kyle?

-No pero...

-No hay peros, lo que has hecho... me ha hecho darme cuenta de unas cosas y plantearme otras.

Me incliné un poco en la cama para verlo mejor. Derek dejó de pasarme la toalla húmeda por la frente y se sentó a mi lado.

-¿Qué cosas? - le pregunté.

-Dejo este absurdo plan. Mira, quiero a Karen pero después de esto me he dado cuenta de que ella es feliz con Kyle y aunque me cueste tengo que dejarla marchar. Tú deberías hacer lo mismo. Te estás obsesionando con ese chico tanto que incluso querías matar a una persona, eso es muy grave, Laura.

-¿Desde cuando te has vuelto un gallina? Pensé que estábamos juntos en esto.

-Tú lo has dicho, estábamos.

Derek se levantó y comenzó a dirigirse a la puerta pero le detuve. Si esto se terminaba ya no había ningún motivo para que me quedase en su casa y no tenía pensado renunciar a Kyle así como así, necesitaba un sitio para pensar en cual sería mi siguiente movimiento... sola, sin el estúpido de Derek.

-¿Qué quieres?

-No tengo adonde ir y mi casa está en Estados Unidos. ¿Podría... podría quedarme aquí hasta que pueda irme?

Derek pareció dudarlo pero finalmente asintió. Se marchó dejándome sola en la habitación. Suspiré y me recosté en la cama. Por lo menos tendría unos días más para seguir pensando en como destruir a Karen.

-Esta vez te has librado y aunque ahora sepas que vivo en el mismo pueblo que tú tendré que tener cuidado pero sé que pronto vas a estar muerta - dije en voz alta

Sobreviviendo a mi playboy © (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora