CAPÍTULO 41

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SONIA

No quería dejar a James ni un momento a solas, así que me dispuse a pasar toda la tarde y toda la noche con él en el hospital. Cuando terminé de comer con Kyle y Karen, me duché y me preparé para irme. Ninguno de ellos tuvo ninguna inconveniencia en que me fuera todo el día al hospital, aprovecharon para invitar a Cody, el hermano de Karen, a su casa. Mi suegra me había hablado y me había dicho que por la tarde iría un rato a ver a James. Le dije que vale y me encaminé al hospital. 

Estaba bastante nerviosa porque ya se hacía medio año de que James se quedara en coma y tanto tiempo no me auguraba nada bueno. Ni siquiera podía pensar en que a mi novio le pasara algo, se me partía el corazón verlo así... en una cama sin ser consciente de lo que ocurría en el exterior. Yo sabía que pronto iba a despertar, tenía esa esperanza pero tantos días y meses sin tener noticias de mejora por parte de él... ya no sabía ni que pensar. No quería ser pesimista, no quería pasarme todas y cada una de las noches llorando por él. Tan solo quería verlo feliz y a mi lado, no deseaba que se pasase años en coma, postrado en una cama perdiéndose su vida. 

Me limpié algunas lágrimas que se me había caído sobre las mejillas y seguí caminando, ajena a todas las miradas que recaían sobre mí, sin ser conscientes del dolor que sufría. Llegué al hospital medio llorando y agotada de toda esta situación. Subí por el ascensor y me miré reflejada en el espejo. ¿Esa era yo? Desde que James se quedó en coma noté como me había descuidado mucho. Las ojeras se me habían pronunciado de una manera excesiva, estaba pálida y más delgada que antes, ya no veía a esa Sonia radiante y feliz y temía que si a James le pasara algo, mi antigua yo se esfumara para siempre. No quisiera tener este aspecto todos los días de mi vida. Dejé el ascensor sin volver a mirarme y permanecí unos segundos enfrente de la habitación de mi novio. Todo esto ya se me había hecho una rutina y cada vez que entraba todo era igual, nada cambiaba, así que me daba miedo entrar. ¿Qué pasaría si un día entrara y James ya no estuviera? No podría soportarlo. Cogí el pomo y lo giré lentamente, mi respiración se cortó cuando vi a los médicos ahí, mirando preocupados a James. Di dos pasos y ellos me miraron. Tragué saliva.

-¿Sucede algo? - pregunté con un hilo de voz.

-Han sucedido algunas cosas poco usuales en James.

-¿Cómo cuáles? 

Ambos médicos se miraron como debatiéndose entre contármelo o no. Exigí saberlo.

-Que pasa.

-No sabemos porque pero sobre las doce James dejó de respirar durante bastante tiempo. Está mucho más pálido y su pulso es más débil, con diferencia, de antes. Hemos estado observándolo y no ha ocurrido nada más pero tranquila, lo tenemos controlado.

-¿Lo tenéis controlado? Me podíais haber avisado que James estaba tan mal.

-No queríamos preocuparte...

-¡James casi se muere! Merezco saber lo que le ocurre a mi novio.

-Lo importante es que ahora está bien.

-Ahora sí, antes no - dije y puse el punto y final a esa conversación.

Me acerqué a la cama de James y me senté a su lado. Al instante, los médicos se apartaron y se despidieron de mí diciéndome que si pasaba algo que los llamara. Asentí con la cabeza sin decir nada y me quedé unos largos segundos observando a James. Por poco se muere... y yo no estaba aquí con él. Se me vino a la mente todos los recuerdos que tenía con James, todo esos momentos felices y bonitos, llenos de amor y las lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas. Si hubiese muerto solo nunca me lo perdonaría. Amaba a James, él era el amor de mi vida y haría lo que fuera para que estuviese bien.

Sobreviviendo a mi playboy © (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora