CAPÍTULO 9

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NIALL

Ya había pasado bastante tiempo desde que mi novia y yo hablamos con mi padre de la boda. En los días que siguieron, mi madre nos iba contando como estaba y si lo había aceptado. Nos dijo que cada vez estaba más nervioso al recordar el día en que se lo dijimos. No para de repetir que estaba cagándola y que mi futuro iba a tirarlo por la borda si seguía con esa estúpida idea metida en la cabeza. Cuando me contaba todo eso yo solo suspiraba y me metía en el dormitorio, cerraba todas las ventanas y me escurría dentro de la cama. Y me pasaba horas y horas encerrado con la única compañía de una habitación totalmente oscura y mis sollozos.

Hoy, sin embargo, me encontraba mejor. Me levanté con ganas de besar a mi novia y decirle que nos casaríamos aunque a mi padre no le gustase. Ya se había acabado estar mal por un hombre que no me apoyaba. Aunque ese hombre fuese mi padre. Me fui a la cocina y me encontré a Lucía de puntillas intentando coger un plato de la estantería de arriba. Sonreí y me acerqué por detrás. Le cogí la cintura y apartándole el pelo a un lado, le besé el cuello. Al instante, se estremeció y paró lo que estaba haciendo para encararse a mí y besarme en los labios.

Pasó sus brazos alrededor de mi cuello y profundizamos el beso, volviéndolo apasionado. La aupé a la encimera y le abrí las piernas, me puse entre ellas y fui desabotonándole los botones de la camiseta...

-Niall - me decía Lucía contra mis labios.

Yo no podía escucharla, no podía parar de besarla. Pero cuando colé una mano por debajo de su pantalón y le toqué su intimidad, me alejó unos centimetros y nos miramos a los ojos.

-¿Demasiado rápido? - le pregunté sonriendo inocentemente.

-No, es que... ¿tan pronto? Te acabas de levantar - me dijo y me miró mientras intentaba aguantarse la risa.

-Ya sabes como se pone cuando te ve.

Me encogí de hombros y la bajé de la encimera, la besé y me comencé a preparar mi desayuno. Obvié la mirada que mi novia me dio y sonreí para mis adentros; me encantaba hacerle la puñeta. Nos preparamos unas tostadas con mermelada de fresa, freímos unos huevos revueltos y lo pusimos todo en la mesa. Me acerqué a la nevera y saqué una jarra de zumo de frutas. Lo dejé en la mesa y me senté enfrente de Lucía. Desayunamos en silencio, apenas sin hablar, cada uno con su móvil y en su mundo. Lo que más me gustaba de ella era que no era la típica chica que se ponía a hacer fotos del desayuno, comida o cena. Que simplemente disfrutaba del momento sin hacer ningún tipo de postureo para las redes sociales.

Así sí que disfrutaba del desayuno. ¿A la gente que le importaba nuestra vida? Solo hacían que cotillear...

-Niall, he estado pensando en que deberíamos ir ya viendo las cosas para la boda, ¿no?

-Lucía todavía es pronto, dejemos un par de meses y luego veremos.

-Lo dices por lo de tu padre, ¿verdad?

Asentí con la cabeza a regañadientes mientras daba un mordisco a mi tostada. No quería hablar de él, y menos hoy que me había levantado alegre.

-¿Y crees que en dos meses va a cambiar de opinión y va a venir y a perdonarte?

Me encogí de hombros, realmente no tenía ninguna respuesta. Porque por una parte claro que deseaba que me perdonase y volviese, pero por la otra, me daba igual si lo hacía o no, ya se apañaría él, yo debía de hacer mi vida como me diese la gana. Pero claro que todo hubiese sido más fácil si desde un principio mi padre hubiese aprobado lo de la boda.

-Yo sinceramente creo que tu padre se dará cuenta de lo que ha dicho y hecho y volverá - dijo Lucía dejando el móvil a un lado de la mesa.

-Ojalá - dije solamente mientras seguía devorando el desayuno.

Sobreviviendo a mi playboy © (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora